Yoo / Polonsky: Beethoven, Concierto para piano No. 1
Esta página documenta un concierto pasado.

Información: ¡Concierto precedido por música de cámara en el LOBBY!
Solista y músicos de la OFCM tocan una obra música de cámara antes del concierto. Disfruta nuestro programa de preconciertos.
Sábado, 3 de marzo, 17:00 horas
Sala Silvestre Revueltas CCOY
Domingo, 4 de marzo, 11:30 horas
Sala Silvestre Revueltas CCOY
ANNA POLONSKY, piano
EDWARD SPENCER, oboe
MARTIN ARNOLD, clarinete
SAMANTHA BRENNER, fagot
(POR CONFIRMAR), corno
LUDWIG VAN BEETHOVEN - Quinteto para piano y alientos en Eb mayor, Op. 16
Sábado, 3 de marzo, 18:00 horas
Sala Silvestre Revueltas CCOY
Domingo, 4 de marzo, 12:30 horas
Sala Silvestre Revueltas CCOY
SCOTT YOO, director
ANNA POLONNSKY, piano
Ludwig van Beethoven (1770-1827) Concierto para piano y orquesta No. 1 en do mayor, Op. 15
Concierto para piano y orquesta No. 1 en do mayor, Op. 15
Además de lo mucho que se ha dicho y escrito sobre Ludwig van Beethoven como compositor, han llegado hasta nosotros muchos testimonios de contemporáneos suyos acerca de su peculiar perfil como pianista virtuoso. Esta faceta de la carrera de Beethoven fue de fundamental importancia, ya que su propia actividad como pianista dio origen a una parte significativa de su producción como compositor, en la que destacan cinco conciertos con orquesta, 32 sonatas para piano solo y un número significativo de obras de cámara con piano. Del mismo modo como Anton Bruckner (1824-1896) se hizo famoso como un gran improvisador al órgano, Beethoven tenía fama no solo como gran intérprete, sino también como un exuberante improvisador al piano. De sus talentos y excentricidades en la improvisación pianística existe un testimonio muy interesante, escrito por el compositor bohemio Jan Vaclav Tomaschek (1774-1850):
La sorprendente interpretación de Beethoven, tan extraordinaria por los desarrollos audaces de su improvisación, me conmovió de manera extraña. Me sentí tan hondamente humillado en lo más profundo de mi ser que no volví a tocar el piano en varios días. Volví a oír a Beethoven en su segundo concierto. En esta ocasión seguí su ejecución con un espíritu más calmado. Ciertamente admiraba su técnica fuerte y brillante, pero los saltos frecuentes y audaces de un motivo a otro no se me escaparon. Estos, por el contrario, suprimen la unidad orgánica y el desarrollo gradual de las ideas. La rareza y la desigualdad parecen ser para él un principio de la composición.
Ciertamente, lo que para Tomaschek parecía raro y desigual, para nosotros es una muestra de equilibrio clásico, sobre todo en las obras pianísticas que Beethoven compuso antes de asomarse a las fronteras del romanticismo. Entre estas obras está su Primer concierto para piano, escrito en 1798. Anteriormente, Beethoven había compuesto otro concierto para ese instrumento de transición que fue el fortepiano, y cuya parte orquestal está perdida. En el mes de diciembre de 1800 Beethoven escribió una carta a Franz Anton Hoffmeister (1754-1812), compositor austríaco que además fue un importante editor de música, habiéndose hecho cargo de la publicación de obras de Franz Joseph Haydn (1732-1809) y del propio Beethoven, entre otros. En esa carta, dirigida a Hoffmeister en Leipzig, el compositor le ofrecía algunas obras suyas para su publicación, entre ellas un concierto para piano y orquesta que, según el propio Beethoven, no era de lo mejor de su producción, porque el compositor se reservaba para sí mismo sus mejores obras. En la misma carta, Beethoven le informaba a Hoffmeister que tenía otro concierto para piano, que habría de ser publicado por el editor Mollo. De todo esto resultó que en 1801 Mollo publicó el que hoy conocemos como Primer concierto para piano de Beethoven, y Hoffmeister publicó otro concierto, el que hoy conocemos como segundo de la serie y que lleva como número de Opus 19. Lo cierto es que este Segundo concierto fue compuesto por Beethoven antes que el que conocemos como Primer concierto, y que la cronología invertida se debe al orden en que ambas partituras fueron editadas.
Una vez más, se impone la referencia a Tomaschek, quien en su autobiografía escribió que en el año de 1798 se había presentado en Praga ese gigante entre los pianistas que era Beethoven, y que en una audición en la Konviktsaal llena de un público emocionado, había tocado su Concierto para piano Op. 15. Como ocurre con otras obras tempranas de Beethoven, este concierto para piano tiene aún algo del espíritu mozartiano, aunque ya se prefiguran en él los rasgos típicamente beethovenianos que habrían de solidificarse a partir del tercero de sus conciertos para piano. Dice la historia que Beethoven compuso tres cadenzas distintas para el primer movimiento, lo cual reafirma el hecho de que este concierto pertenece todavía a una etapa en la que el compositor estaba experimentando con algunas variantes de su lenguaje pianístico. Finalmente, hay que señalar que los conciertos para piano de Beethoven fueron siempre un campo de entrenamiento muy propicio para el compositor. Escritos siempre para el uso del mismo Beethoven en sus presentaciones como pianista, cada uno de estos conciertos era interpretado por el compositor una y otra vez, hasta casi agotar sus posibilidades ante el público. Sólo entonces se decidía Beethoven a abordar la composición del siguiente concierto para piano. De ahí que, sobre todo en el caso de los tres últimos conciertos, sea evidente un progreso musical tan grande entre un concierto y otro. Esta es, sin duda, una de las muchas ventajas que Beethoven tuvo al ser un pianista notable y, ciertamente, adelantado a su tiempo, tal y como lo demuestra el breve texto de Tomaschek citado arriba.
Allegro con brio
Largo
Rondo: Allegro scherzando
Sergei Rajmaninov (1873-1943) Sinfonía No. 2 en mi menor, Op. 27
Sinfonía No. 2 en mi menor, Op. 27
Dondequiera que se habla de Rajmaninov se recuerda al pianista virtuoso, al instrumentista de enormes manos y gran inspiración, uno de los últimos ejemplares de esa estirpe típica del siglo XIX, el héroe de la sala de conciertos. Sin embargo, su lugar de privilegio entre los grandes pianistas de su tiempo no debe opacar el hecho de que Rajmaninov también abordó con cierta diligencia la composición de obras sinfónicas. Cuatro conciertos para piano y su famosa Rapsodia sobre un tema de Paganini, además de media docena de obras para coro y orquesta, conforman la producción de Rajmaninov en el ámbito de la música sinfónica como acompañamiento. Junto a toda esta música, sus obras puramente sinfónicas han pasado, con escasas excepciones, casi desapercibidas, por lo que bien vale la pena recordarlas aquí:
- La roca, fantasía orquestal, Op. 7 – (1893)
- Capricho bohemio, Op. 12 – (1894)
- Sinfonía No. 1, Op. 13 – (1895)
- Sinfonía No. 2, Op. 27 – (1907)
- La isla de los muertos, poema sinfónico, Op. 29 – (1907)
- Sinfonía No. 3, Op 44 – (1936)
- Danzas sinfónicas, Op. 45 – (1940)
¿Cuál es la verdadera estatura de Rajmaninov el sinfonista? Un acercamiento a esta cuestión puede ser obtenido al hojear el volumen titulado La sinfonía - Desde Elgar hasta nuestros días, editado por Robert Simpson. Ahí donde algunos sinfonistas de importancia merecen largos y detallados capítulos, a Rajmaninov le tocan tres páginas y media, escritas precisamente por Simpson. Esto es lo que dice el musicólogo inglés sobre Rajmaninov el sinfonista:
Aunque Rajmaninov fue incluido en nuestro libro anterior sobre la sinfonía, el principio no resultó obvio que debiera tener un lugar en esta nueva publicación. A pesar de algunas cosas interesantes en su segunda y su tercera sinfonías, no se le podía considerar como una figura sobresaliente de la música sinfónica rusa. Su reputación estaba más que asegurada a través de su música para piano y sus canciones.
Más adelante en el mismo texto Simpson afirma que la figura de Rajmaninov fue reconsiderada para ser incluida en el libro mencionado a partir del redescubrimiento de su Primera sinfonía, que había permanecido perdida durante muchos años. ¿Por qué? Porque el mismo Rajmaninov había destruido la partitura después del desastroso estreno de la obra. Tuvieron que pasar muchos años, casi once, para que el compositor abordara de nuevo la creación de una sinfonía. Esto sucedió en el año de 1906, cuando Rajmaninov estaba recién establecido en la ciudad alemana de Dresde. El compositor había huido de Rusia, pero no del fracaso sino del éxito. Su fama como pianista lo había puesto en un sitio tan alto ante el público que carecía de la calma y la privacidad necesarias para componer. Fue por eso que, ya establecido en Dresde y sin la presión de sus muchos admiradores, pudo dedicarse de lleno a la composición. De su estancia en Dresde datan su Segunda sinfonía, su Sonata para piano en re menor, el poema sinfónico La isla de los muertos y su Tercer concierto para piano. La composición de la Segunda sinfonía fue iniciada en octubre de 1906, y el manuscrito estuvo terminado para el Año Nuevo de 1907. Durante el resto de ese año Rajmaninov se dedicó a orquestar la obra y la tuvo lista para el estreno, que se realizó en San Petersburgo el 26 de agosto de 1908 bajo la dirección del compositor. He aquí, de nuevo, la voz de Robert Simpson:
La Segunda sinfonía, aunque es difusa en varios aspectos, goza de cierto fuego interno y gran profundidad de sentimiento. Este fuego arde especialmente en el brillante y vigoroso scherzo, que es quizá la parte más satisfactoria de la obra. A pesar de sus debilidades, de su tendencia a tomar el romántico camino difícil para salir de un problema, esta sinfonía en mi menor tiene muchas buenas cualidades, la más importante de las cuales es su atmósfera misteriosa, muy familiar por su melancolía característica, que aquí es más intensa y potente.
Quizá lo más importante que pueda decirse respecto a la Segunda sinfonía de Rajmaninov es que con el éxito de esta obra el compositor dejó atrás las dudas y la inseguridad que le había causado el fracaso de la Primera sinfonía, y de ahí en adelante su producción marchó por rumbos mejores, más seguros y definidos. Finalmente, resulta interesante mencionar que algunos analistas (Irving Kolodin entre ellos) han encontrado que la Segunda sinfonía de Rajmaninov está relacionada muy de cerca, por su estilo y su contenido sonoro, con las obras tardías de Piotr Ilyich Chaikovski (1840-1893).
Largo-Allegro moderato
Allegro molto
Adagio
Allegro vivace
Scott Yoo

Director
Scott Yoo es director principal y director artístico de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México y director musical del Festival Mozaic. Es también anfitrión y productor ejecutivo de la nueva serie de PBS Now Hear This, primera serie sobre música clásica en la televisión estadounidense agendada para prime time en 50 años. Es director del festival de música de Colorado College y fundador del Medellín Festicámara, programa de música de cámara que reúne a artistas de talla mundial con jóvenes músicos desfavorecidos.
En el último año, el Mtro. Yoo dirigió la London Symphony Orchestra y la Royal Scottish National Orchestra en grabaciones para Sony Classical. Ha dirigido las sinfónicas de Colorado, Dallas, Indianápolis, Nuevo Mundo, San Francisco y Utah, y a la Orquesta de Cámara de St. Paul tanto en su festival propio, el Elliott Carter, como en su debut en el Carnegie Hall. En Europa ha dirigido la English Chamber Orchestra, la City of London Sinfonia, la Britten Sinfonia, la orquesta filarmónica de Radio Francia, el ensamble orquestal de Paris, la Odense Symphony y la Sinfónica Nacional de Estonia. En Asia el Mtro. Yoo ha dirigido la Orquesta sinfónica Yomiuri Nippon en Tokio, la Filarmónica de Seúl y Filarmónica de Busan en Corea.
Como defensor de la música de nuestro tiempo, Yoo ha estrenado 71 obras de 38 compositores. Con la orquesta de cámara Metamorphosen, grabó American Seasons de Mark O'Connor para Sony Classical; con la orquesta de cámara John Harbison, trabajando con la soprano Dawn Upshaw para Bridge Records, consiguieron la nominación al National Public Radio Performance Today; y los ciclos de canciones de Earl Kim con las sopranos Benita Valente y Karol Bennett para el sello New World, grabación que recibió el Critics Choice en el New York Times. Otros de sus proyectos de grabación incluyen la obra integral para orquesta de Earl Kim con la Orquesta Nacional de Irlanda RTE para el sello Naxos, las obras de Carter, Lieberson y Ruders, y el ciclo de conciertos para piano de Mozart.
Como violinista, Yoo se ha presentado como solista en la Boston Symphony, la Dallas Symphony, la San Francisco Symphony, la Colorado Symphony, la Indianapolis Symphony, la New World Symphony y la Orquesta de St. Luke's. También ha sido invitado a festivales de música de cámara en todo Estados Unidos, como el Bargemusic, el propio de la Boston Chamber Music Society, con la Chamber Music Society del Lincoln Center, el Kingston Chamber Music Festival, Laurel Music Festival, New Hampshire Music Festival y el Seattle Chamber Music Festival.
Tras comenzar sus estudios musicales a la edad de tres años, recibió el primer premio en el Concurso Internacional de Violín Josef Gingold en 1988, el Young Concert Artists International Auditions en 1989 así como la beca de carrera Avery Fisher en 1994. En 1993 fundó la orquesta de cámara Metamorphosen, que ha dirigido en los conciertos por suscripción en la Jordan Hall en Boston y en el Troy Savings Bank Music Hall en Troy, Nueva York; de gira también en lugares como Avery Fisher Hall y 92nd Street. 'Y' en Nueva York y la Biblioteca del Congreso en Washington.
Scott Yoo nació en Tokio y se crió en Glastonbury, Connecticut. Hijo de madre japonesa y padre coreano, asistió a la Universidad de Harvard, donde obtuvo la licenciatura. Estudió violín con Roman Totenberg, Albert Markov, Paul Kantor y Dorothy DeLay, y dirección orquestal con Michael Gilbert y Michael Tilson-Thomas.
Anna Polonnsky

Piano
Anna Polonsky es constantemente solicitada como solista y músico de cámara. Se ha presentado con agrupaciones como los Virtuosi de Moscú, la Filarmónica de Búfalo, la Orquesta de Cámara de Saint Paul, la Orquesta Sinfónica de Columbus, la Sinfónica de Memphis, la Orquesta de Cámara de Filadelfia, el Conjunto de Cámara de Saint Luke y muchos otros. Polonsky ha colaborado con los ensambles Guarneri, Orion, Daedalus y Shanghai, y con músicos como Mitsuko Uchida, Yo-Yo Ma, David Shifrin, Richard Goode, Emanuel Axe, Arnold Steinhardt, Peter Wiley y Jaime Laredo. Ha tocado en agrupaciones de cámara en festivales como el Marlboro, el Chamber Music Northwest, el Festival de Seattle, Music @ Menlo, Cartagena, Bard y Caramoor, así como en el Bargemusic de Nueva York. Ha dado conciertos en el Concertgebouw de Ámsterdam, en el Konzerthaus de Viena, en el Alice Tully Hall y en los auditorios Stern, Weill y Zankel del Carnegie Hall; ha realizado giras por los Estados Unidos, Europa y Asia. Invitada frecuente por la Sociedad de Música de la Cámara del Centro de Lincoln, fue miembro de la Sociedad DOS de Música de Cámara durante 2002-2004. En 2006 participó en el proyecto de la Unión Europea de Radiodifusión para grabar y difundir todas las sonatas de teclado de Mozart y en la primavera de 2007 realizó un recital solista en el Stern Auditorium de Carnegie Hall para inaugurar la serie Perspectivas del Emerson Quartet. Recibió la beca Borletti-Buitoni Trust Fellowship y el Premio Andrew Wolf de Música de Cámara.
Anna Polonsky hizo su debut al piano solo a la edad de siete años en la Escuela Especial de Música Central en Moscú, Rusia. Emigró a los Estados Unidos en 1990, y asistió a la escuela secundaria en la Interlochen Arts Academy en Michigan. Recibió su título de Bachiller en Música en el Instituto Curtis de Música bajo la tutela del renombrado pianista Peter Serkin, y continuó sus estudios con Jerome Lowenthal, obteniendo su Maestría en la Juilliard School. Además de su labor como ejecutante, desempeña una labor docente en la facultad de piano de Vassar College y en el verano en los festivales de música de cámara de Marlboro y Kneisel Hall. Integra con su marido Orion Weiss, el Dúo de Piano Polonsky-Weiss.
Anna Polonsky es una artista Steinway.
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