Bernal Jiménez - Beethoven
Esta página documenta un concierto pasado.
Información: ¡Concierto precedido por música de cámara en el LOBBY!
Solista y músicos de la OFCM tocan una obra música de cámara antes del concierto. Disfruta nuestro programa de preconciertos.
Sábado, 21 de enero, 17:00 horas
Centro Cultural Roberto Cantoral
Domingo, 22 de enero, 11:30 horas
Centro Cultural Roberto Cantoral
SERGUEI GORBENKO, violín
BEATA KUKAWSKA, violín
SCOTT YOO, viola
CESAR MARTÍNEZ BOURGET, violoncello
ANNA POLONSKY, piano
DMITRI SHOSTAKOVICH - Quinteto para piano en sol menor, Op. 57
Sábado, 21 de enero, 18:00 horas
Centro Cultural Roberto Cantoral
Domingo, 22 de enero, 12:30 horas
Centro Cultural Roberto Cantoral
SCOTT YOO, director
ANNA POLONSKY, piano
Miguel Bernal Jiménez (1910-1956) Angelus
Angelus
Desde el punto de vista de la orientación de su música, Miguel Bernal Jiménez no es un músico difícil de descifrar, ya que en su pensamiento musical pueden distinguirse a simple vista (o a simple oído) dos grandes líneas de conducta: la religiosa y la nacionalista. Y si fuera necesario decidir cuál de las dos predominó en su trabajo como compositor, habría que señalar sin duda la vertiente religiosa, que está marcada en su biografía desde muy temprano. Nacido en Morelia, Bernal Jiménez entró en contacto con la religión y su música cuando aún era niño. Sus primeros maestros fueron Felipe Aguilera Ruiz e Ignacio Mier y Arriaga, y gracias a las recomendaciones de ellos, fue enviado a estudiar al Instituto Pontificio de Música Sagrada en Roma, donde se especializó en órgano, canto gregoriano y composición. A su regreso a México, Bernal desarrolló una intensa actividad en el mundo de la música, tanto en la enseñanza como en la investigación y la creación. Fundó el Conservatorio de Morelia, haciendo renacer la gran tradición musical de la antigua Valladolid, representada en el añejo Conservatorio de Las Rosas. Su interés por esa tradición musical lo llevó a investigar asiduamente todo lo concerniente a la música de Morelia, y así descubrió, precisamente en Las Rosas, el que es considerado como el primer archivo musical de América. En ese archivo, Bernal encontró una buena cantidad de música vocal y coral, y algunas interesantes piezas orquestales de Antonio Sarrier, Antonio Rodil y Francisco Moratilla. En el año de 1939 Bernal publicó Morelia colonial, un compendio de sus descubrimientos musicológicos en su ciudad natal. A su trabajo como compositor y sus labores de investigación, Bernal sumó su dedicación en el campo de la difusión de la música, fundando la revista Schola Cantorum y la Sociedad de Amigos de la Música. Su trabajo pedagógico trascendió las fronteras de México, al ser invitado a formar parte del cuerpo docente de la facultad de música de la Universidad de Loyola en Nueva Orleans y del consejo directivo de la Orquesta Sinfónica de Nueva Orleans.
Respecto a su muerte, es posible hallar inexplicables discrepancias en distintas fuentes. En su libro Músicos mexicanos (Editorial Diana, México, 1965) Hugo de Grial afirma que la muerte de Bernal ocurrió en Nueva Orleans. Otras fuentes mencionan que murió en Nuevo León, aunque la realidad del asunto es que falleció en la ciudad de León, Guanajuato, por la que estaba de paso durante una gira que lo había traído de regreso desde Nueva Orleans. No deja de ser una triste muestra del estado precario de nuestra musicología el hecho de que existan discrepancias de este calibre respecto a la biografía de un músico mexicano reciente e importante.
El caso es que a lo largo de su vida y dentro de su pensamiento musical, Bernal Jiménez estuvo siempre muy cerca de la religión. Una mirada a su catálogo indica, sin duda alguna, que la mayor parte de sus obras nacen directa o indirectamente de una inspiración religiosa. Su Angelus para orquesta es una buena prueba de ello. En su sentido religioso original, el Angelus es un rito devocional que se observa en memoria de la Encarnación. Suele recitarse tres veces al día, a las seis de la mañana, a las doce del día y al sonar la campana del Angelus a las seis de la tarde. La forma más simple de este rito puede hallarse ya en el siglo XII, pero su uso común data del siglo XVII. Como referencia a la cercanía de la religión con las artes, vale la pena mencionar la famosa pintura de François Millet (1814-1875) titulada El Angelus, en la que se puede ver a una pareja de campesinos franceses que han suspendido sus labores al atardecer para dedicar unos momentos a la meditación, convocados sin duda por el tañido de las campanas de la iglesia que se ve al fondo de la pintura.
El Angelus fue escrito originalmente en 1943 para órgano o armonio, y el compositor acotó lo siguiente sobre la pieza:
La oración vespertina, acompañada del tañer de campanas y sonar de cánticos apacibles, bucólicos y nostálgicos.
La versión orquestal del Angelus es una de las últimas partituras sinfónicas terminadas por Bernal Jiménez, entre 1954 y 1955.
Ludwig van Beethoven (1770-1827) Concierto para piano no. 3 en do menor, Op. 37
Concierto para piano no. 3 en do menor, Op. 37
Existe un rumor que dice que el hecho de que diversas empresas se disputen el trabajo de tal o cual músico para poder alardear de que Fulano o Mengano es artista exclusivo de tal o cual casa, no es una invención del siglo XX ni un privilegio de las modernas empresas disqueras. En el año de 1803 se estableció una rivalidad notable entre los dos teatros más importantes de la ciudad de Viena: el Kärtnertortheater, administrado por el barón Von Braun, y el Theater an der Wien, administrado por Emanuel Schikaneder, amigo de Mozart y autor del libreto de La flauta mágica. En medio de la competencia establecida entre estas dos instituciones, el barón Von Braun contrató para su teatro a un compositor de óperas cuya reputación estaba ya bien establecida, mientras que Schikaneder contrató a un compositor que si bien no se distinguía por su afición a la ópera, quizá podía ser convencido para intentar algunas obras escénicas. Así, la situación en los teatros de Viena quedó de este modo:
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Luigi Cherubini, artista exclusivo del Kärtnertortheater
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Ludwig van Beethoven, artista exclusivo del Theater an der Wien
Como bien sabemos, a Beethoven no le cayó del cielo la inspiración para dedicarse a producir óperas en serie, como lo hicieron muchos de sus predecesores y contemporáneos, pero a cambio, produjo algunas otras cosas ciertamente interesantes. En este punto hay que recordar que Beethoven pasaba por entonces por un período de crisis. Desde el año de 1800 sentía ya los primeros avisos de la sordera que a la larga habría de hacerle la vida imposible. Y en 1802 había escrito el famoso Testamento de Heiligenstadt, documento desesperado, pesimista, y que aparentemente no dejaba salida alguna para la crisis existencial del compositor. De cualquier forma, la oferta de Schikaneder le vino bien a Beethoven. Además de un empleo fijo, el empresario ofreció al compositor alojamiento en el mismo teatro, y la oportunidad de realizar un concierto con obras suyas, a beneficio propio. Es decir, las ganancias netas de la función irían a parar a los bolsillos de Beethoven. Así pues, el compositor eligió alguna música suya que ya había sido tocada en público, y se dedicó al mismo tiempo a preparar dos obras nuevas para presentarlas en ese concierto especial. Considerando lo que son los programas sinfónicos de nuestro tiempo, aquel concierto debió haber sido algo muy especial:
Theaterander Wien
Abril 5, 1803
A las 18 horas
Concierto extraordinario con obras del
Sr. Ludwig van Beethoven
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Sinfonía No. 1, do mayor
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Sinfonía No. 2, re mayor
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Oratorio Cristo en el Monte de los Olivos
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Concierto para piano No. 3, do menor
El Sr. Beethoven tocará el piano y dirigirá la orquesta.
El concierto dará principio a la hora señalada, en punto
Se dice que a las 5 de la mañana del día del concierto Beethoven trabajaba frenéticamente dando los últimos toques al oratorio y al concierto para piano, obras que aún no estaban terminadas. A pesar de estas y otras circunstancias irregulares, el concierto se inició a la hora señalada, en punto, y las partituras estuvieron completas. Es decir, las partes orquestales estuvieron listas, porque de la parte del piano solista del concierto tenemos otras noticias. Ignaz Ritter von Seyfried, amigo cercano de Beethoven, se encargó esa noche de dar vuelta a las páginas de la partitura mientras Beethoven tocaba, y dejó una constancia clara de lo sucedido en esa ocasión:
Dios me ayude, eso de dar vuelta a las páginas fue más difícil de lo que parece. Tenía ante mí páginas casi vacías; a lo más, había algunos jeroglíficos egipcios totalmente ininteligibles para mí, y que servían de guía para Beethoven, que tocó casi toda la parte solista de memoria. Me echaba una mirada secreta cada vez que se aproximaba el final de una página, y mi angustia por no perder el momento decisivo de dar vuelta a la página parecía divertirle mucho, y se rió mucho de ello durante la cena que tuvimos después del concierto.”
Al leer este párrafo de las memorias de Seyfried podría pensarse que la prisa y la falta de rigor de Beethoven fueron los causantes de este estado de cosas. Sin embargo, los conocedores afirman que la verdadera razón que Beethoven tenía para tener las partes solistas de sus conciertos en un estado indescifrable era la de la exclusividad. En aquellos tiempos en que prosperaron los compositores-virtuosos, a Beethoven le convenía que nadie pudiera leer su partitura. Después de todo, el artista exclusivo del Theater an der Wien tenía pleno derecho a cuidar sus intereses musicales y económicos. En cuanto a su contenido musical, el Tercer concierto para piano de Beethoven marca un punto clave entre todos sus conciertos, por cuanto en él, el compositor dejó atrás un primer estilo concertante que debía mucho a Mozart, para dar el primer paso sólido hacia un estilo beethoveniano más maduro y más
reconocible como suyo. Esto es discernible desde la poco convencional introducción orquestal del primer movimiento, cuyo contenido y extensión prefiguran al Beethoven de los dos últimos conciertos para piano. Esto no deja de ser interesante, ya que los musicólogos han descubierto bosquejos del Tercer concierto para piano que datan de 1797, es decir, de la época en que Beethoven componía su Opus 9, una serie de tríos para cuerdas.
El Tercer concierto para piano de Beethoven fue publicado en el año de 1804 por la casa Breitkopf y Härtel, y está dedicado al príncipe Luis Fernando.
Allegro con brio
Largo
Rondo-Allegro
Ludwig van Beethoven (1770-1827) Sinfonía no. 7 en la mayor, Op. 92
Sinfonía no. 7 en la mayor, Op. 92
Casi sin excepción, todas las notas que se han escrito respecto a ésta, probablemente la más bella de las sinfonías de Beethoven, citan la famosa frase en la que Richard Wagner (1813-1883) afirma que la Séptima sinfonía es la apoteosis de la danza. Sin embargo, lo dicho por Wagner va más allá de esta categórica definición, y es ciertamente interesante conocer más a fondo la descripción hecha por el gran compositor de óperas y dramas musicales. En el año de 1850, casi cuarenta años después del estreno de la obra, Wagner escribió esto:
La Séptima sinfonía de Beethoven es la alegría, que con una omnipotencia orgiástica nos lleva a través de todos los espacios de la naturaleza, de todas las corrientes y los océanos de la vida, dando voces de alegría y consciencia, por donde caminamos al ritmo audaz de esta danza humana de las esferas. Esta sinfonía es la apoteosis de la danza, la mejor realización de los movimientos corporales en forma ideal.*
Beethoven inició la composición de la Séptima sinfonía en el año de 1807 y la terminó en el verano de 1812. El estreno se llevó a cabo en la Universidad de Viena el 8 de diciembre de 1813 bajo la batuta de Beethoven mismo. Como solía ocurrir en aquellos tiempos, el concierto fue organizado con un fin especial: recaudar fondos para los soldados austríacos y bávaros heridos en la batalla de Hanau mientras defendían a su patria de las huestes de Napoleón, quien en otros tiempos había sido el héroe de Beethoven. Además de la Séptima sinfonía, Beethoven estrenó en ese concierto una de sus obras más extrañas y menos características: La victoria de Wellington, también conocida como Sinfonía de la batalla o La batalla de Vitoria. Esta especie de poema sinfónico-militar, que hoy es considerado como una de las obras más débiles de Beethoven, inflamó el espíritu patriótico del público y, dadas las circunstancias, su éxito opacó al de la sinfonía. Sin embargo, el segundo movimiento de la Séptima fue muy bien recibido por el público vienés.
Así como la historia nos cuenta que durante un tiempo Joseph Haydn (1732-1809), Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), Karl Ditters von Dittersdorf (1739-1799) y Johann Baptist Vanhal (1739-1813) se juntaban para tocar cuartetos de cuerda, también nos dice que la noche del 8 de diciembre de 1813 Beethoven se encontró en muy buena compañía, ya que la orquesta estaba llena de personajes musicales ilustres, como Louis Spohr (1784-1859), Giacomo Meyerbeer (1791-1864), Johann Nepomuk Hummel (1778-1837), Ignaz Moscheles (1794-1870), Domenico Dragonetti (1763-1846), Andreas Romberg (1767-1821) y Antonio Salieri (1750-1825).
En particular, han llegado hasta nosotros muchos datos de esa noche del estreno de la Séptima sinfonía de Beethoven gracias a la autobiografía de Louis Spohr. En ella, Spohr cuenta que para ese entonces Beethoven sufría ya de la sordera que habría de ser la mayor angustia de su vida, y que por ello no alcanzaba a escuchar adecuadamente cuando la orquesta tocaba pasajes muy delicados, de modo que el compositor perdió varias veces el camino en su propia partitura. Sin embargo, según cuenta Spohr, la orquesta no se perdió de igual manera gracias a que Salieri, para proteger a Beethoven, se encargaba de dirigir correctamente detrás de bambalinas. Además del buen recibimiento que el público dio a la obra, la crítica vio con buenos ojos y escuchó con buenos oídos esta obra maestra. La crítica publicada en el Allgemeine Musikalische Zeitung afirmaba que la Séptima era la más melodiosa, agradable y accesible de las sinfonías de Beethoven. Entre los muchos momentos felices de esta sinfonía está, por ejemplo, la asombrosa y emocionante coda del primer movimiento, en la que Beethoven hace subir a los cornos a un registro agudo poco usual en sus partituras, con un resultado brillante. Inmediatamente después de este vibrante momento, Beethoven nos ofrece el Allegretto, uno de los más notables movimientos de la literatura sinfónica de todos los tiempos, en el que el compositor propone un acorde misterioso y seductor como inicio de un discurso musical de enorme belleza, con un contenido armónico y rítmico que parecía estar adelantado cincuenta años a su tiempo. El efecto total de este movimiento es el de crear en el oyente ese sentimiento, al mismo tiempo vago e intenso, que el compositor Ned Rorem (1923) ha descrito acertadamente como nostalgia por el futuro. Otro gran sinfonista, Gustav Mahler (1860-1911), después de una ejecución de la Séptima de Beethoven en el año de 1899, afirmó esto:
El último movimiento de la sinfonía tuvo un efecto dionisíaco sobre el público. Todos salieron de la sala de conciertos como embriagados, y así debe ser.
No cabe duda que la Séptima sinfonía de Beethoven aún tiene la hermosa capacidad de producir ese efecto, y es seguro que la noche de su estreno la embriaguez del público fue doble, porque no sólo asistieron al estreno de una obra maestra sino que además, con esa noche de espléndida música beethoveniana, estaban celebrando de algún modo la derrota de Napoleón a manos de Europa.
Poco sostenuto - Vivace
Allegretto
Presto - Presto meno assai
Finale: Allegro con brio
Scott Yoo
Director(a)
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Scott Yoo
Director(a)
Scott Yoo es director principal y director artístico de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México y director musical del Festival Mozaic. Es también anfitrión y productor ejecutivo de la nueva serie de PBS Now Hear This, primera serie sobre música clásica en la televisión estadounidense agendada para prime time en 50 años. Es director del festival de música de Colorado College y fundador del Medellín Festicámara, programa de música de cámara que reúne a artistas de talla mundial con jóvenes músicos desfavorecidos.
En el último año, el Mtro. Yoo dirigió la London Symphony Orchestra y la Royal Scottish National Orchestra en grabaciones para Sony Classical. Ha dirigido las sinfónicas de Colorado, Dallas, Indianápolis, Nuevo Mundo, San Francisco y Utah, y a la Orquesta de Cámara de St. Paul tanto en su festival propio, el Elliott Carter, como en su debut en el Carnegie Hall. En Europa ha dirigido la English Chamber Orchestra, la City of London Sinfonia, la Britten Sinfonia, la orquesta filarmónica de Radio Francia, el ensamble orquestal de Paris, la Odense Symphony y la Sinfónica Nacional de Estonia. En Asia el Mtro. Yoo ha dirigido la Orquesta sinfónica Yomiuri Nippon en Tokio, la Filarmónica de Seúl y Filarmónica de Busan en Corea.
Como defensor de la música de nuestro tiempo, Yoo ha estrenado 71 obras de 38 compositores. Con la orquesta de cámara Metamorphosen, grabó American Seasons de Mark O'Connor para Sony Classical; con la orquesta de cámara John Harbison, trabajando con la soprano Dawn Upshaw para Bridge Records, consiguieron la nominación al National Public Radio Performance Today; y los ciclos de canciones de Earl Kim con las sopranos Benita Valente y Karol Bennett para el sello New World, grabación que recibió el Critics Choice en el New York Times. Otros de sus proyectos de grabación incluyen la obra integral para orquesta de Earl Kim con la Orquesta Nacional de Irlanda RTE para el sello Naxos, las obras de Carter, Lieberson y Ruders, y el ciclo de conciertos para piano de Mozart.
Como violinista, Yoo se ha presentado como solista en la Boston Symphony, la Dallas Symphony, la San Francisco Symphony, la Colorado Symphony, la Indianapolis Symphony, la New World Symphony y la Orquesta de St. Luke's. También ha sido invitado a festivales de música de cámara en todo Estados Unidos, como el Bargemusic, el propio de la Boston Chamber Music Society, con la Chamber Music Society del Lincoln Center, el Kingston Chamber Music Festival, Laurel Music Festival, New Hampshire Music Festival y el Seattle Chamber Music Festival.
Tras comenzar sus estudios musicales a la edad de tres años, recibió el primer premio en el Concurso Internacional de Violín Josef Gingold en 1988, el Young Concert Artists International Auditions en 1989 así como la beca de carrera Avery Fisher en 1994. En 1993 fundó la orquesta de cámara Metamorphosen, que ha dirigido en los conciertos por suscripción en la Jordan Hall en Boston y en el Troy Savings Bank Music Hall en Troy, Nueva York; de gira también en lugares como Avery Fisher Hall y 92nd Street. 'Y' en Nueva York y la Biblioteca del Congreso en Washington.
Scott Yoo nació en Tokio y se crió en Glastonbury, Connecticut. Hijo de madre japonesa y padre coreano, asistió a la Universidad de Harvard, donde obtuvo la licenciatura. Estudió violín con Roman Totenberg, Albert Markov, Paul Kantor y Dorothy DeLay, y dirección orquestal con Michael Gilbert y Michael Tilson-Thomas.
Anna Polonnsky
Piano
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Anna Polonnsky
Piano
Anna Polonsky es constantemente solicitada como solista y músico de cámara. Se ha presentado con agrupaciones como los Virtuosi de Moscú, la Filarmónica de Búfalo, la Orquesta de Cámara de Saint Paul, la Orquesta Sinfónica de Columbus, la Sinfónica de Memphis, la Orquesta de Cámara de Filadelfia, el Conjunto de Cámara de Saint Luke y muchos otros. Polonsky ha colaborado con los ensambles Guarneri, Orion, Daedalus y Shanghai, y con músicos como Mitsuko Uchida, Yo-Yo Ma, David Shifrin, Richard Goode, Emanuel Axe, Arnold Steinhardt, Peter Wiley y Jaime Laredo. Ha tocado en agrupaciones de cámara en festivales como el Marlboro, el Chamber Music Northwest, el Festival de Seattle, Music @ Menlo, Cartagena, Bard y Caramoor, así como en el Bargemusic de Nueva York. Ha dado conciertos en el Concertgebouw de Ámsterdam, en el Konzerthaus de Viena, en el Alice Tully Hall y en los auditorios Stern, Weill y Zankel del Carnegie Hall; ha realizado giras por los Estados Unidos, Europa y Asia. Invitada frecuente por la Sociedad de Música de la Cámara del Centro de Lincoln, fue miembro de la Sociedad DOS de Música de Cámara durante 2002-2004. En 2006 participó en el proyecto de la Unión Europea de Radiodifusión para grabar y difundir todas las sonatas de teclado de Mozart y en la primavera de 2007 realizó un recital solista en el Stern Auditorium de Carnegie Hall para inaugurar la serie Perspectivas del Emerson Quartet. Recibió la beca Borletti-Buitoni Trust Fellowship y el Premio Andrew Wolf de Música de Cámara.
Anna Polonsky hizo su debut al piano solo a la edad de siete años en la Escuela Especial de Música Central en Moscú, Rusia. Emigró a los Estados Unidos en 1990, y asistió a la escuela secundaria en la Interlochen Arts Academy en Michigan. Recibió su título de Bachiller en Música en el Instituto Curtis de Música bajo la tutela del renombrado pianista Peter Serkin, y continuó sus estudios con Jerome Lowenthal, obteniendo su Maestría en la Juilliard School. Además de su labor como ejecutante, desempeña una labor docente en la facultad de piano de Vassar College y en el verano en los festivales de música de cámara de Marlboro y Kneisel Hall. Integra con su marido Orion Weiss, el Dúo de Piano Polonsky-Weiss.
Anna Polonsky es una artista Steinway.
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