Conciertos populares en Chapultepec y nuestra sala

Esta página documenta un concierto pasado.

Ilustración sobre el concierto

Ralph Vaughan Williams

Obertura de la música incidental para Las avispas (10')

LEONCIO LARA BON

Tochin, el conejo de la luna (40')

José Areán
Director(a)
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Jesús Antero Chávez Rodríguez
Percusiones, Narrador
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LOS CONCIERTO DEL 4 Y 11 DE MAYO, se llevarán a cabo en el Foro Las Tazas del Bosque de Chapultepec.
El CONCIERTO DE MAYO 10, con el mismo programa, sucederá en la Sala Silvestre Revueltas.

por Juan Arturo Brennan

Ralph Vaughan Williams (1872-1958)

Obertura de la música incidental para Las avispas

Nacido alrededor del año 450 antes de Cristo, y muerto en el 388, el ateniense Aristófanes es considerado como el más importante autor griego de comedias. Los datos biográficos que se tienen sobre él son escasos y dispersos, y la mayor parte de ellos han sido discernidos a partir de observaciones suyas insertadas en sus obras. Se dice que su vida literaria cubrió alrededor de 40 años, y la tradición menciona una cantidad similar de obras suyas, de las cuales un buen número se perdieron; de muchas de ellas sólo se conocen los títulos, gracias a las referencias halladas en la obra de lexicógrafos, gramáticos y anticuarios de generaciones posteriores. Se conocen cerca de un millar de fragmentos de sus comedias, entre los cuales hay algunos que constan de apenas unas cuantas líneas y, en ciertos casos, alguna palabra aislada. Algunos especialistas han clasificado las comedias de Aristófanes de la siguiente manera:

  • Parodias y burlescas mitológicas
  • Comedias de fantasía
  • Obras de tema social
  • Obras de guerra
  • Obras políticas

La categoría de obras de tema social parece haber sido una de las más numerosas en la producción de Aristófanes, y en ella están incluidas piezas como Las nubes, Las ranas, Las avispas, así como fragmentos de las comedias Los héroes, Las estaciones, Las mujeres de Lemnos, Los invitados al banquete y El dulce cantor.

Las avispas, una de las comedias más notables de Aristófanes, data del año 422 a.C. y se trata de una feroz sátira en contra de una de las costumbres más arraigadas entre los atenienses: su afición por los litigios legales. Pericles había establecido en Atenas un complejo sistema de honorarios judiciales, mismo que su sucesor Cleón estaba obligado a mantener. Así, numerosos atenienses desarrollaron como ocupación principal el litigio, de modo que una porción sustancial de la población vivía cómodamente de esos honorarios judiciales. Las avispas de Aristófanes tiene como protagonistas al viejo juez Filocleón (‘El que ama a Cleón) y a su hijo Bdelicleón (‘El que detesta a Cleón’). El hijo organiza una "corte" en casa de Filocleón, en la que el primer caso a litigar es el del perro de la casa, acusado de robarse un queso. Después de numerosas y divertidas peripecias, Filocleón queda curado de su pasión por los dicasterios, las cortes legales de Atenas.

En el año de 1909, el compositor inglés Ralph Vaughan Williams fue invitado a componer la música incidental para una representación de Las avispas de Aristófanes en la Universidad de Cambridge. Esta fue la primera composición de Vaughan Williams en el ámbito de la música incidental; con el paso del tiempo, habría de componer un buen número de partituras para el teatro, el cine y la radio. Como respuesta al encargo, Vaughan Williams escribió varios números de música incidental, incluyendo originalmente partes de tenor y barítono, así como un coro masculino. Más tarde, el compositor revisó y redujo la partitura original, conformando una suite orquestal en cinco movimientos designada como Suite aristofánica. Podría pensarse, naturalmente, que Vaughan Williams intentaría aproximarse en su música a cierto concepto arcaico del sonido, como lo han hecho otros compositores al bordar temas de la antigüedad griega clásica. Sin embargo, la música de Vaughan Williams para Las avispas de Aristófanes nada tiene de esta tendencia. Por el contrario, esta partitura muestra el apego del compositor a la canción tradicional inglesa, y la música para la obra del comediógrafo griego contiene también algunas de las enseñanzas de orquestación que le fueron transmitidas por Maurice Ravel (1875-1937), con quien Vaughan Williams había estudiado en París en 1908. La orquestación propuesta por Vaughan Williams para la Suite aristofánica incluye dos flautas y piccolo, dos oboes, dos clarinetes, dos fagotes, dos (o cuatro) cornos, dos trompetas, tres trombones, timbales, percusión, arpa y cuerdas. En su forma original, la Suite aristofánica constaba de Obertura, Entreacto, Marcha de los utensilios de cocina, Entreacto y Ballet y cuadro final. De las cinco partes de la suite, sólo la obertura se interpreta con alguna frecuencia, y de vez en cuando aparece en algún programa de concierto la Marcha de los utensilios de cocina.

En esta partitura de música incidental, Vaughan Williams preservó uno de los conceptos originales más importantes de la obra original de Aristófanes: el hecho de que las avispas simbolizan a los numerosos ciudadanos atenienses obsesionados con su participación como jurados en los complejos y prolongados litigios que se llevaban a cabo en los dicasterios de Atenas. Así pues, no es de extrañarse que la música de Vaughan Williams para Las avispas (en particular en la obertura, la pieza más conocida de la Suite aristofánica) sea posible percibir diversos zumbidos instrumentales, símbolos sonoros del enjambre de atenienses dedicados alegremente a demandarse los unos a los otros en las cortes.

Vale la pena recordar, por cierto, que la institución que encargó a Vaughan Williams la música incidental para Las avispas, la Universidad de Cambridge, fue su alma mater, de la que se graduó en música en 1894 y en historia en 1895.

Leoncio Lara Bon (1965)

Tochin, el conejo de la luna

Amable lector: si al leer el nombre de Leoncio Lara Bon algo comienza a hormiguearle en la memoria, no se apure, que yo le resuelvo la duda. Leoncio fue, hace ya muchos años, el fundador, guía espiritual y voz cantante del emblemático grupo de rock mexicano Bon y los Enemigos del Silencio. Sin embargo, y parafraseando aquel viejo refrán, no sólo de rock vive Bon. Como compositor, ha creado poco más de una docena de partituras, cinco de ellas sinfónicas. Y también ha tenido una interesante carrera como creador de cerca de una treintena de soundtracks para todo tipo de películas. Por ejemplo, Bon es el compositor de la música de la muy exitosa versión fílmica mexicana de Don Gato y su pandilla. También ha compuesto música, por ejemplo, para tres películas de Arturo Ripstein: La virgen de la lujuria, La perdición de los hombres y Así es la vida. Y por qué no, también compuso música para Terror en la mafia, una joya fílmica más de los hermanos Almada.

Para pasar de inmediato al tema que nos ocupa, hay que iniciar diciendo que Tochin, el conejo de la luna es una obra para narrador y orquesta, creada por Leoncio Lara Bon a partir de un hecho evidente que el compositor discutió con su amigo el director de orquesta José Areán: que hay pocas obras nuevas y buenas dedicadas específicamente a niños y jóvenes, y que los programas sinfónicos con este perfil suelen incluir siempre las mismas obras, que se repiten una y otra vez. Esta percepción de los dos músicos amigos no es abstracta, ya que ambos tienen niños a los que querrían ofrecer algo distinto en el ámbito de la música sinfónica. Ante este panorama, Bon decide escribir el cuento sinfónico Tochin, el conejo de la luna, un poco a la manera de Pedro y el lobo de Sergei Prokofiev (1891-1953). El texto fue escrito por Paola Jauffred, y está basado en una de las leyendas del México antiguo recogidas por Frey Bernardino de Sahagún en su Historia general de las cosas de la Nueva España. En el capítulo 2 del libro séptimo de la obra, titulado De la luna, se habla de la creación del sol y la luna. Los dioses, a petición de Quetzalcóatl, se ofrecen en sacrificio para crear ambos cuerpos celestes, pero el resultado es que ambos brillan con la misma intensidad, impidiendo que existan el día y la noche. Para resolverlo, Quetzalcóatl lanza un conejo a la faz de la luna, consiguiendo con ello que su resplandor disminuya. En la adaptación de la leyenda que Leoncio Lara utiliza como cimiento de su obra, Tochin (conejo, en náhuatl) es el protagonista que se ofrece heroicamente a ser lanzado hacia la cara de la luna.

En cuanto a la función del texto al interior de la obra, Bon señala que en ocasiones la voz del narrador se superpone a la música, a la manera de un melodrama, y a veces es independiente de los sonidos orquestales. Respecto a la esencia de la música que ha creado para Tochin, el conejo de la luna, Bon hace esta lúcida observación:

Otra discusión que he tenido con Pepe Areán trata el tema de que la música concebida especialmente para niños, en realidad primero debe ser adecuada para los grandes, y que también los niños puedan escucharla y comprenderla. Porque de otra manera, y lo hemos visto y escuchado muchas veces, hoy en día se escribe música para niños que resulta muy ñoña y sin chiste. No se trata tampoco de escribir para ellos obras demasiado largas o demasiado complejas, sino encontrar un justo medio.

En cuanto al perfil musical de la obra, Leoncio Lara afirma que ha utilizado sobre todo elementos de los lenguajes establecidos en el siglo XX. Así, es posible hallar en Tochin, el conejo de la luna episodios tonales, otros modales y algunos más politonales, con breves adornos de lenguajes más de vanguardia. Ante estos datos, se impone claramente una pregunta: ¿hay en la partitura de la obra alguna influencia del pasado (y presente) rockero de Bon? Responde el compositor:

No de manera muy evidente. Pero sí es posible encontrar por ejemplo algunas cuestiones rítmicas que remiten, si no directamente al rock, sí al elemento básico del beat, el pulso usualmente asociado con el rock y otras músicas similares. Y a veces a las orquestas se les dificulta enfrentarse a esta clase de patrones rítmicos.

No puedo concluir este texto sin profundizar un poco más en la conexión que hay entre Leoncio Lara Bon y José Areán a través de un indispensable dato histórico-musical. Hábil director de orquesta graduado en Viena, con un repertorio creciente y ciertamente demandante, José Areán fue, hace largos años (y con algunos centímetros más de cabellera) el bajista del grupo Bon y los Enemigos del Silencio, y hoy asume cabalmente su pasado rockero como un paso más en su arduo aprendizaje musical. Fue precisamente José Areán el encargado de dirigir el estreno absoluto de Tochin, el conejo de la luna de Leoncio Lara Bon, el 6 de octubre de 2012, al frente de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México.

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