Chopin, Frédéric - Concierto para piano y orquesta No. 2 en fa menor, Op. 21

Frédéric Chopin (1810-1849)

Concierto para piano y orquesta No. 2 en fa menor, Op. 21

Maestoso
Larghetto
Allegro vivace

Si en la clase de matemáticas pudimos aprender, a pesar de todo, que el orden de los factores no altera el producto, en la clase de música podemos aprender, más fácilmente, que el orden de los conciertos no altera a Chopin. Esto quiere decir que la numeración con la que hoy conocemos sus dos conciertos para piano está invertida: el que conocemos como Segundo concierto fue compuesto antes que el que designamos como Primer concierto. Esta inversión en la numeración se debe sencillamente a que el primero de los conciertos compuestos por Frédéric Chopin se publicó mucho más tarde que el segundo, por una razón típicamente romántica: envuelto en música, en nacionalismo y en amoríos escandalosos, Chopin había perdido las partes orquestales del Primer concierto, y cuando las encontró, el otro concierto, posterior a éste, ya había sido publicado. Una vez aclarado lo cual, y para no enloquecer a quienes catalogan las músicas famosas, nos referiremos a estos conciertos por el orden de sus números, y no el de sus fechas.

Chopin inició la composición de su Segundo concierto para piano en 1829, y respecto a esta obra hay un elemento extramusical típico de las obras románticas. Por aquellas fechas el joven Chopin tenía 19 años y, como a casi todo el mundo a esa edad, le dio por enamorarse. El objeto de sus desvelos era una joven cantante originaria de Varsovia, llamada Konstantia Gladkowska. Demasiado tímido para declararle su amor directamente (¿a quién no le ha sucedido?) Chopin decidió hacer una declaración musical, y la incluyó en este concierto. Al respecto, el compositor escribió una carta a su amigo del alma, Titus Woyciechowski, en la que le decía:

Quizá he encontrado, para mi mala fortuna, a mi ideal, a la que adoro fielmente y con sinceridad. Han pasado seis meses y aún no he intercambiado una sola palabra con aquella con la que sueño cada noche... ella, la que estaba en mi mente cuando compuse el Adagio de mi concierto.

Cabe aquí la aclaración de que aunque el movimiento al que Chopin se refiere es un Larghetto, en aquel tiempo se acostumbraba llamar adagio a todo movimiento lento. Es precisamente en este movimiento lento donde se puede detectar el sentimiento musical y humano específicamente chopiniano que con tanta intuición describió Oscar Wilde en estas palabras:

Después de escuchar a Chopin, siento como si hubiera estado llorando por pecados que no cometí, guardando luto por tragedias que no eran mías. La música siempre me produce este efecto. Crea para mí un pasado del cual estuve ignorante hasta ahora y me llena con el sentimiento de penas que habían estado ocultas a mis lágrimas.

Este, en realidad el primero de los conciertos para piano de Chopin, fue estrenado en Varsovia el 17 de marzo de 1830, con el compositor al piano, en lo que significó su debut como intérprete en la capital polaca. Como era la costumbre en aquel tiempo, entre movimiento y movimiento del concierto se interpolaron algunas breves piezas de música de cámara; era convicción inalterable de quienes se dedicaban a la música que el público no podía soportar un concierto entero sin interrupción. Así, después del Maestoso con que abre el concierto, se interpretó un divertimento para corno y, en seguida, el apasionado Larghetto dedicado a Konstantia Gladkowska. Respecto a la reacción del público ante el estreno de su Segundo concierto, Chopin escribió estas líneas a su amigo Woyciechowski:

El primer Allegro de mi concierto, ininteligible para casi todos, recibió como recompensa un ‘bravo’, pero creo que esto se debió a que la gente quería demostrar que había entendido, y que saben cómo apreciar la música seria. En cualquier país hay suficientes personas que gustan de hacerse pasar por conocedores. El Adagio y el Rondó produjeron un gran efecto; después de ellos, los aplausos y los 'bravos' fueron realmente espontáneos, desde el corazón.

Y tal como Chopin lo hubiera querido, fue precisamente el movimiento lento, el dedicado a la joven cantante, el que ha sido más apreciado por los conocedores. (Este hermoso Larghetto existe también en una excelente transcripción para piano solo realizada por Earl Wild). Franz Liszt (1811-1886), que mucho sabía del piano y su música, se expresó en estos términos:

Es posible hallar pasajes de grandeza sorprendente en el adagio del Segundo concierto, movimiento que Chopin apreciaba particularmente y que gustaba de repetir. El conjunto de esta pieza es de una perfección casi ideal. Su expresión, ahora radiante de luz, ahora llena de tierna pasión...

Es decir, una dedicatoria musical típicamente romántica. Lo curioso del caso es que tal dedicatoria es estrictamente musical porque Chopin, en toda su timidez, no se atrevió a dedicar explícitamente la partitura a su amada ideal. Así, este Segundo concierto está dedicado a la condesa Delphine Potocka, y si bien Chopin no se atrevió a declarar sus sentimientos a Gladkowska, la joven cantante tuvo al menos algo que ver con la música del compositor. El 11 de octubre de ese mismo 1830 Chopin estrenó el otro concierto para piano, el que lleva el número uno. En uno de los intermedios entre movimiento y movimiento, en lugar de una breve pieza de cámara, se cantó un aria... a cargo de Konstantia Gladkowska.

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