Arutiunian, Alexander - Concierto para trompeta y orquesta en la bemol mayor

Alexander Arutiunian (1920-2012)

Concierto para trompeta y orquesta en la bemol mayor

Andante – Allegro energico
Meno mosso
Tempo I

De carrera larga y prolífica, Alexander Grigori Arutiunian fue originario de Erevan, la capital de Armenia, y se convirtió en uno de los creadores más admirados de esa nación que solía formar parte de la extinta Unión Soviética. Realizó lo más importante de sus estudios básicos en el Conservatorio Komitas (nombrado en honor de otro gran músico armenio) de su ciudad natal, y más tarde viajó a Moscú a perfeccionar su aprendizaje en la Casa de la Cultura Armenia, dividiendo su tiempo entre el estudio de la composición y el piano. Desde esa temprana época, Arutiunian se expresó en un lenguaje musical en el que ya se hallaba muy presente la vena nacionalista, una aguda conciencia de su compromiso con la cultura de Armenia; una de las primeras muestras de ello está en su obra de graduación, que fue la Cantata a la patria (1948). Años más tarde, el compositor crearía otra cantata de inspiración similar, La historia del pueblo armenio (1960). Dedicado también a labores de dirección de orquesta, Arutiunian fue nombrado director de la Orquesta Filarmónica de Armenia en 1954, y obtuvo un puesto como profesor en el Conservatorio de Erevan. En el año de 1970, el año de su cincuentenario, fue nombrado Artista del Pueblo de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas; tres años antes Arutiunian había escrito su Oda a Lenin. Entre otros reconocimientos oficiales, Arutiunian fue galardonado también con la Orden de San Mesrop Mashtots, en el año 2001. Las obras de Arutiunian están fuertemente marcadas por armonías y melodías populares, en especial aquellas que provienen de la tradición armenia de los ashugner o trovadores folklóricos. En este sentido, la música de Arutiunian tiene muchos puntos de contacto con la de su colega Aram Khachaturian (1903-1978). Entre los conceptos que la crítica ha vertido sobre el compositor armenio, vale la pena destacar éste, escrito por Jacques Longchampt en el diario parisino Le Monde en 1977:

Alexander Arutiunian, cuya música alterna entre hermosos reflejos del impresionismo y rústicas danzas folklóricas, y cuyas volcánicas y sentimentales obras son irresistibles.

La presencia de la música concertante en el catálogo de Arutiunian es amplia y variada, a juzgar por la enumeración siguiente:

  • Concierto para piano (1941)
  • Concierto para voz (1949)
  • Concierto para trompeta (1950)
  • Concertino para piano (1951)
  • Scherzo concertante para trompeta (1954)
  • Concierto para soprano (1959)
  • Concierto para corno (1962, rev. 1985)
  • Concertino para quinteto de alientos (1964)
  • Concertino para violoncello (1971)
  • Concierto para violín, Armenia 88 (1988)
  • Concierto para trombón (1990)
  • Concierto para tuba (1992)

En esta lista se encuentra la obra más difundida y popular de Arutiunian, su fogoso y extrovertido Concierto para trompeta y orquesta, pieza indispensable en el repertorio del instrumento. El primer movimiento de la obra se inicia con la presencia inmediata de la trompeta solista, que entona una declamación potente y heroica, en la que se perciben los perfiles melódicos y armónicos estilizados de la música popular. Después de esta declamación, el ambiente solemne del principio da paso a un Allegro extrovertido y brillante, de gran virtuosismo para la trompeta. Este episodio es relativamente breve, y da paso a otro, más lento, más lírico y más expresivo, de amplios arcos melódicos, igualmente coloreados por algunos elementos de música tradicional. Después de este episodio, vuelven los materiales del Allegro anterior, tratados de maneras distintas; en este sentido, podría reconocerse en este movimiento una forma ternaria del tipo A-B-A’. Para la conclusión del movimiento, la orquesta reafirma los temas escuchados al inicio de la obra. Sin pausa, llega el segundo movimiento, lírico y nostálgico, protagonizado por el sonido de la trompeta con sordina; aquí se hacen aún más evidentes los puntos de contacto entre la música de Arutiunian y la de su colega y compatriota, Aram Khachaturian. El último movimiento llega, de nuevo, sin pausa, y se trata de una especie de reflejo, tanto en sus temas como en su estado de ánimo, del primer movimiento. No es casual, en este sentido, que el movimiento conclusivo esté designado como Tempo I, en una clara referencia al movimiento inicial. Así, la forma general del concierto también es A-B-A’.Después de reestablecer enfáticamente los materiales principales de la obra, Arutiunian propone una cadenza marcada ad libitum en la partitura, lo que indica que el intérprete puede prescindir de ella si así lo decide. Sin embargo, ¿qué trompetista que se respete querría perderse esta oportunidad para el lucimiento de su sonido y su técnica? El final de la cadenza marca también el final del concierto, ya que después de ella hay apenas unos cuantos acordes conclusivos.

Alexander Arutiunian escribió su Concierto para trompeta con dedicatoria al gran trompetista ruso Timofey Dokshitser, quien se encargó de su estreno y, más tarde, al emigrar a Occidente, lo dio a conocer en el mundo entero. Su grabación de la obra sigue siendo el registro de referencia del Concierto para trompeta de Arutiunian, pero los aficionados harían bien en escuchar, a manera de gozosa comparación, las grabaciones que han realizado otros notables trompetistas, como Bibi Black, Sergei Nakariakov, Jouko Harjanne, Guy Touvron y el mismísimo Arturo Sandoval, trompetista cubano asociado principalmente con el jazz y otras expresiones afines. Nota final para los amantes de la trompeta:

Arutiunian compuso también unas interesantes Variaciones para trompeta y orquesta que datan de 1972.

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