Borodín, Alexander - Danzas polovetsianas de la ópera El príncipe Igor

Alexander Borodín (1833-1887)

Danzas polovetsianas de la ópera El príncipe Igor

Se puede seguir la añeja costumbre de perpetrar listas musicales, confeccionando una que contenga compositores de medio tiempo o compositores eventuales. Es claro que esa lista podría ser enorme, pero si se restringe a aquellos que han logrado cierto renombre, es posible encontrar algunos datos y coincidencias interesantes. Por ejemplo, George Antheil (1900-1959), autor del famoso Ballet mecánico, escribía novelas de suspenso y dirigía una columna periodística. El compositor sueco Kurt Atterberg (1887-1974) se dedicó a la ingeniería hasta los cuarenta y tres años de edad, y el holandés Henk Badings (1907-1987) fue también ingeniero antes de dedicarse a la música. John Cage (1912-1992), el enfant terrible de la música contemporánea de los Estados Unidos, fue también crítico, poeta, maestro, escritos, conferencista, especialista en hongos, etc. Y en ese mismo país está William Billings (1746-1800), cuyo oficio real era el de curtidor; John Alden Carpenter (1876-1951) fue un próspero hombre de negocios; Charles Ives (1874-1954), quien se hizo rico vendiendo seguros. El compositor flamenco Tylman Susato (ca. 1500-ca.1561) fue también un próspero editor en la ciudad de Amberes, y la creciente lista no estaría completa sin referencia a algunos que fueron conocidos principalmente por sus otros oficios y no por su música. Entre ellos está el escritor alemán E.T.A. Hoffmann (1776-1822), que también fue empresario, abogado, artista, oficial municipal, y cuya admiración por Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) lo llevó a dedicar parte de su tiempo a la música. En esta misma categoría se encuentra el astrónomo alemán Wilhelm Friedrich Herschel (1738-1822), compositor y organista de talento en sus tiempos libres, pero a quien hoy se recuerda más por su descubrimiento de los casquetes polares del planeta Marte, y de la existencia del planeta Urano, al que dio el nombre de Georgium Sidus. Por último, es posible mencionar a Jean Jacques Rousseau (1712-1778), escritor, filósofo, pensador político y religioso (y suizo, a pesar de nuestra costumbre de creerlo francés), quien se dio tiempo para componer algo de música entre capítulo y capítulo de su importante obra El contrato social.

Y ahora, para terminar con una pequeña lista dentro de esta lista de compositores eventuales o de medio tiempo, he aquí a un grupo de rusos que sin duda llamarán la atención del lector:

  • Mili Balakirev (1837-1910) fue oficial de la red rusa de ferrocarriles.
  • César Cui (1853-1918) fue general en el ejército ruso.
  • Modesto Mussorgski (1839-1881) fue también oficial del ejército y más tarde tuvo un empleo de burócrata.
  • Nikolai Rimski-Korsakov (1844-1908) fue oficial de la marina rusa, en donde también ejerció la labor de inspector de las bandas musicales de la armada.
  • Alexander Borodin (1833-1887) fue un respetado investigador en el área de la química, asociado con la Academia de Medicina de San Petersburgo.

Como puede verse en esta lista, no deja de ser una curiosa coincidencia que todos los miembros del famoso Grupo de los Cinco estén incluidos en esta categoría de compositores con otro oficio. Como dato histórico complementario, vale mencionar que otros compositores rusos pertenecieron también a esta camarilla musical: Gussakovski, Lodigenski, Scherbatchov, Liadov. Ninguno de ellos, salvo el último, tuvo mayor trascendencia fuera de su natal Rusia. Resulta que el guía espiritual de este Grupo de los Cinco que en realidad fueron más de cinco, fue Vladimir Stassov, el mismo que organizó la exposición de acuarelas de Víctor Hartmann que dio origen a los Cuadros de una exposición de Modesto Mussorgski (1839-1881), y el mismo que ofreció a Borodin una obra teatral suya como base para el argumento de la ópera El príncipe Igor, a la que pertenecen las famosas Danzas polovetsianas. La ópera está basada en la vieja Canción del ejército de Igor, que narra las aventuras bélicas del héroe ruso en contra de las hordas tártaras. En una ocasión, Borodin escribió lo siguiente en una carta a un amigo:

Durante el invierno sólo puedo componer cuando estoy demasiado mal para dar mis conferencias. Así que mis amigos, contra la costumbre, en vez de desearme buena salud me dicen: ‘Espero que estés enfermo’. En Navidad tuve influenza, así que me quedé en casa y escribí el coro de gracias del último acto de Igor.

El segundo acto de la ópera El príncipe Igor se desarrolla en el campamento tártaro del khan polovetsiano Konchak. El líder ruso Igor ha sido tomado prisionero por los tártaros, pero por su valor y gallardía lo tratan más como a un invitado que como a un prisionero. A pesar de ello, Igor se muestra derrotado y avergonzado, y para sacarlo de su pesimista estado de ánimo, Konchak le ofrece toda clase de regalos. Su mejor caballo, su mejor espada, la mujer que desee, e incluso su libertad, si a cambio de ello Igor puede garantizar la paz entre los rusos y los tártaros. Igor, inflexible, rechaza todos los ofrecimientos de Konchak. Entran entonces en escena las doncellas polovetsianas, pero Igor declina escoger a alguna entre ellas. Termina entonces el segundo acto con las conocidas Danzas polovetsianas, algunas de las cuales son acompañadas con coro en su versión original, coros que están ausentes en la mayoría de las ejecuciones de concierto.

Después de una breve introducción, las doncellas danzan y cantan loas a su patria. Sigue después una salvaje danza para los guerreros de Konchak y, enseguida, aclamaciones al khan tártaro. El tempo se acelera y la danza siguiente, ejecutada por guerreros y doncellas, es acompañada por el insistente ritmo del tambor. Vuelve entonces la primera canción de las doncellas y se entreteje con esta nueva danza, quedando finalmente sola. El final va creciendo en intensidad hasta el clímax, en el que los tártaros vitorean ruidosamente a Konchak.

Iniciada en 1869, El príncipe Igor quedó inconclusa a la muerte de Borodin, y la labor de terminarla quedó en manos de Rimski-Korsakov y Alexander Glazunov (1865-1936). La ópera se estrenó el 4 de noviembre de 1890 en el Teatro Maryinski de San Petersburgo.

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