Las alegres travesuras de Till Eulenspiegel, Op. 28
Este divertido poema sinfónico de Strauss es una de esas obras musicales que con el tiempo se han hecho tan famosas que hoy en día uno se refiere a ellas de modo coloquial, con una versión reducida de su título verdadero. Es decir, se habla de ellas como si fueran viejos conocidos o miembros de la familia. En este caso, el largo y muy descriptivo título original de la obra es: Till Eulenspiegel’s lustige Streiche, nach alter Schelmenweise - in Rondeauform, für grosses Orchester gesetzt. Seinem lieben Freunde Dr. Arthur Seidl gewidmet. Como título no está mal, aunque sus diversas partes ciertamente requieren de una explicación. De entrada se impone traducir esto al buen castellano, lo que permite saber que la música de Strauss que hoy nos ocupa dice lo siguiente en la carátula de la partitura: Las alegres travesuras de Till Eulenspiegel, según el viejo modo picaresco - en forma de rondó, compuesto para gran orquesta. Dedicado a su querido amigo el Dr. Arthur Seidl.
A partir de la traducción es posible intentar hacer la disección de este largo título para averiguar qué es lo que Richard Strauss narra en este extrovertido y complejo poema sinfónico. El Till Eulenspiegel del título es una figura legendaria de la tradición picaresca alemana, mezcla de villano, bandido, bromista práctico y forajido, cuyas aventuras se narran desde la edad media. Especie de bufón sin patrón, Till se mueve a sus anchas por el mundo, jugando toda clase de bromas a los serios ciudadanos entre los cuales vive, sin más pretensión que la de divertirse y pasar un buen rato. Algunas fuentes históricas indican que este Till Eulenspiegel bien pudo ser un personaje real, que habría muerto hacia el año 1350. Sus aventuras fueron recopiladas inicialmente alrededor del año 1500 en un texto atribuido a un tal Thomas Murner. Según los conocedores de la leyenda, Till era experto en irrumpir en el mercado y volcar los puestos de los comerciantes; gustaba de disfrazarse de sacerdote y, de vez en cuando, fingía ser un gran conquistador de damas hermosas. La tradición dice también que, cansados de las bromas prácticas del señor Eulenspiegel, los solemnes burgueses alemanes lo toman preso, lo juzgan y, finalmente, lo mandan al patíbulo, librándose así de un personaje que en mala hora ha venido a meter el desorden en sus aburridas vidas. Strauss plantea el desarrollo musical de esta historia bajo una compleja versión de la forma rondó, es decir, el esquema musical del tipo A-B-A-C-A-D-A.... en el que la letra A representa un estribillo que aparece una y otra vez a lo largo de la obra, mientras que las otras letras representan episodios musicales distintos entre sí. La audición del poema sinfónico deja bien claro que este rondó es mucho más complejo que, por ejemplo, el famoso Rondeau barroco de Jean-Joseph Mouret, o que los movimientos en forma de rondó con los que Mozart concluyó varios de sus conciertos. Así, Strauss plantea al inicio de la obra la materia musical del estribillo A, una lánguida y nostálgica melodía que volverá a aparecer varias veces a lo largo de la pieza. Ejecutada inicialmente por los violines, esta melodía va seguida de otra en los cornos, que aunque parece un segundo tema, no es más que una variación de la primera propuesta temática de Strauss. A partir de este material, el compositor emprende un tenaz trabajo de variación rítmica, manipulando los temas con gran sabiduría formal y, como siempre, con una maestría orquestal incomparable. Con un poco de imaginación es posible seguir paso a paso las aventuras de Till Eulenspiegel hasta el punto en que, a través de la tarola y los trombones, el bromista es capturado, juzgado y sentenciado. Según Strauss, quien se negó en su momento a proporcionar un programa detallado de la obra, el aventurero es llevado al cadalso, donde muy pronto se encuentra con una gruesa soga alrededor del cuello. Lo que sucede después, según el propio compositor, queda a la imaginación de quien escucha, aunque no es difícil suponer que la última carcajada es de Till Eulenspiegel, quien hacia el final de su carrera de libertino tiene reservada una última sorpresa a sus conciudadanos. Las alegres travesuras de Till Eulenspiegel fue estrenado en la ciudad de Colonia el 5 de noviembre de 1895, y a pesar de las agrias profecías del crítico vienés Eduard Hanslick, se convirtió de inmediato en una obra favorita del público, status que conserva merecidamente hasta nuestros días. Para los aficionados a la trivia musical (que por fortuna somos muchos), un par de datos más a manera de conclusión:
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El musicólogo Heinz Becker afirma que el tema principal del Till Eulenspiegel de Strauss es igual al tema del quodlibet de la última de las Variaciones Goldberg de Juan Sebastián Bach.
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Traducido literalmente al español, el apellido del bromista personaje, Eulenspiegel, quiere decir espejo de búho, y aparece al menos en otras dos obras musicales de interés. Una de ellas data de 1688 y fue compuesta por el alemán Daniel Speer (1636-1707) bajo el peculiar título de Musickalisch Türkischer Eulen-Spiegel, o sea una especie de Eulenspiegel musical de origen turco. La otra es una ópera del compositor belga Jan Blockx (1851-1912), titulada Thyl Uylenspiegel, a la usanza de la lengua flamenca, y que fue estrenada en el año de 1900.