RAJMANINOV, SERGEI - Sinfonía No. 2 en mi menor, Op. 27

Sergei Rajmaninov (1873-1943)

Sinfonía No. 2 en mi menor, Op. 27

Largo-Allegro moderato
Allegro molto
Adagio
Allegro vivace

Dondequiera que se habla de Rajmaninov se recuerda al pianista virtuoso, al instrumentista de enormes manos y gran inspiración, uno de los últimos ejemplares de esa estirpe típica del siglo XIX, el héroe de la sala de conciertos. Sin embargo, su lugar de privilegio entre los grandes pianistas de su tiempo no debe opacar el hecho de que Rajmaninov también abordó con cierta diligencia la composición de obras sinfónicas. Cuatro conciertos para piano y su famosa Rapsodia sobre un tema de Paganini, además de media docena de obras para coro y orquesta, conforman la producción de Rajmaninov en el ámbito de la música sinfónica como acompañamiento. Junto a toda esta música, sus obras puramente sinfónicas han pasado, con escasas excepciones, casi desapercibidas, por lo que bien vale la pena recordarlas aquí:

  • La roca, fantasía orquestal, Op. 7 – (1893)
  • Capricho bohemio, Op. 12 – (1894)
  • Sinfonía No. 1, Op. 13 – (1895)
  • Sinfonía No. 2, Op. 27 – (1907)
  • La isla de los muertos, poema sinfónico, Op. 29 – (1907)
  • Sinfonía No. 3, Op 44 – (1936)
  • Danzas sinfónicas, Op. 45 – (1940)

¿Cuál es la verdadera estatura de Rajmaninov el sinfonista? Un acercamiento a esta cuestión puede ser obtenido al hojear el volumen titulado La sinfonía - Desde Elgar hasta nuestros días, editado por Robert Simpson. Ahí donde algunos sinfonistas de importancia merecen largos y detallados capítulos, a Rajmaninov le tocan tres páginas y media, escritas precisamente por Simpson. Esto es lo que dice el musicólogo inglés sobre Rajmaninov el sinfonista:

Aunque Rajmaninov fue incluido en nuestro libro anterior sobre la sinfonía, el principio no resultó obvio que debiera tener un lugar en esta nueva publicación. A pesar de algunas cosas interesantes en su segunda y su tercera sinfonías, no se le podía considerar como una figura sobresaliente de la música sinfónica rusa. Su reputación estaba más que asegurada a través de su música para piano y sus canciones.

Más adelante en el mismo texto Simpson afirma que la figura de Rajmaninov fue reconsiderada para ser incluida en el libro mencionado a partir del redescubrimiento de su Primera sinfonía, que había permanecido perdida durante muchos años. ¿Por qué? Porque el mismo Rajmaninov había destruido la partitura después del desastroso estreno de la obra. Tuvieron que pasar muchos años, casi once, para que el compositor abordara de nuevo la creación de una sinfonía. Esto sucedió en el año de 1906, cuando Rajmaninov estaba recién establecido en la ciudad alemana de Dresde. El compositor había huido de Rusia, pero no del fracaso sino del éxito. Su fama como pianista lo había puesto en un sitio tan alto ante el público que carecía de la calma y la privacidad necesarias para componer. Fue por eso que, ya establecido en Dresde y sin la presión de sus muchos admiradores, pudo dedicarse de lleno a la composición. De su estancia en Dresde datan su Segunda sinfonía, su Sonata para piano en re menor, el poema sinfónico La isla de los muertos y su Tercer concierto para piano. La composición de la Segunda sinfonía fue iniciada en octubre de 1906, y el manuscrito estuvo terminado para el Año Nuevo de 1907. Durante el resto de ese año Rajmaninov se dedicó a orquestar la obra y la tuvo lista para el estreno, que se realizó en San Petersburgo el 26 de agosto de 1908 bajo la dirección del compositor. He aquí, de nuevo, la voz de Robert Simpson:

La Segunda sinfonía, aunque es difusa en varios aspectos, goza de cierto fuego interno y gran profundidad de sentimiento. Este fuego arde especialmente en el brillante y vigoroso scherzo, que es quizá la parte más satisfactoria de la obra. A pesar de sus debilidades, de su tendencia a tomar el romántico camino difícil para salir de un problema, esta sinfonía en mi menor tiene muchas buenas cualidades, la más importante de las cuales es su atmósfera misteriosa, muy familiar por su melancolía característica, que aquí es más intensa y potente.

Quizá lo más importante que pueda decirse respecto a la Segunda sinfonía de Rajmaninov es que con el éxito de esta obra el compositor dejó atrás las dudas y la inseguridad que le había causado el fracaso de la Primera sinfonía, y de ahí en adelante su producción marchó por rumbos mejores, más seguros y definidos. Finalmente, resulta interesante mencionar que algunos analistas (Irving Kolodin entre ellos) han encontrado que la Segunda sinfonía de Rajmaninov está relacionada muy de cerca, por su estilo y su contenido sonoro, con las obras tardías de Piotr Ilyich Chaikovski (1840-1893).

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