Sibelius, Jean - Sinfonía No. 5 en mi bemol mayor, Op. 82

Jean Sibelius (1865-1957)

Sinfonía No. 5 en mi bemol mayor, Op. 82

Tempo molto moderato-Largamente
Allegro moderato
Andante mosso, quasi allegretto
Allegro molto

Cuando se escriba la historia definitiva (si tal cosa es posible) de la música de nuestro tiempo, alguien preguntará retóricamente: ¿quién fue el gran sinfonista del siglo XX? Y esta hipotética pregunta tendrá solamente dos respuestas posibles: Dmitri Shostakovich (1906-1975) o Jean Sibelius. Entre las obras que pudieran inclinar la balanza en favor del finlandés Sibelius estaría, claramente, su Quinta sinfonía.

Como muchas otras sinfonías famosas, la Quinta sinfonía de Sibelius nació bajo la sombra de un período tormentoso. La Primera Guerra Mundial corría su apocalíptico curso cuando, en 1915, Sibelius escribió en su diario:

Estoy de nuevo en un barranco profundo. Pero alcanzo a ver en la penumbra la montaña que con seguridad venceré. Dios abre su puerta por un momento, y su orquesta toca mi Quinta sinfonía.

Esta particular visión de Sibelius sobre esta obra está matizada por el hecho de que es una pieza que sufrió varias modificaciones, y de la que han existido tres versiones distintas. La primera de estas versiones fue terminada por Sibelius en 1915 y se estrenó bajo su dirección en diciembre de ese mismo año, en Helsinki, en un concierto con el que el compositor celebró su quincuagésimo aniversario. La segunda versión de la Quinta sinfonía, que data de 1916, se estrenó casi inmediatamente después de ser terminada, pero aún entonces, Sibelius no estaba del todo satisfecho con la obra. En la primavera de 1918, el compositor anotó lo siguiente:

Trabajo a diario en mi Quinta sinfonía, dándole nueva forma, componiéndola casi de nuevo. El primer movimiento se parece al antiguo, y el tercero es parecido al final del antiguo primer movimiento. El cuarto movimiento tiene los viejos temas, pero son más fuertes en esta revisión. Toda la sinfonía es, si me permito decirlo, un clímax vital hasta el fin. Triunfal.

Y en efecto, esa es la impresión que causa la audición de esta obra, desde su primer tema, que es como una triste fanfarria para corno, hasta el majestuoso final del último movimiento, que es uno de los momentos más nobles y poderosos de toda la producción de Sibelius. En ese final, el compositor finlandés retoma el tema que los cornos han establecido al inicio del movimiento, un tema que asciende y desciende como el imponente oleaje de un mar nórdico. Con este tema Sibelius va construyendo un clímax solemne y triunfal en el que es posible hallar algunas disonancias. En el momento culminante, la música se detiene inesperadamente... y Sibelius concluye entonces su Quinta sinfonía con seis poderosos acordes, separados por vibrantes, tensos, potentes momentos de silencio. (¡Cuántas ejecuciones de la Quinta de Sibelius han sido arruinadas por la irrupción de los nefastos aplausos del público incontinente en esos compases de silencio!)

La tercera y última de las versiones de la Quinta sinfonía de Jean Sibelius quedó lista en 1919 y se estrenó el 24 de noviembre de ese año. Un par de años después Sibelius habría de lograr uno más de sus éxitos al dirigir la obra en Londres, con la Orquesta del Queen’s Hall. Para comprender el sitio que esta sinfonía ocupa en el contexto musical de las primeras décadas del siglo XX, conviene un acercamiento a este texto escrito por John N. Burk en una nota de programa de la Orquesta Sinfónica de Boston:

A un mundo acostumbrado a los colores lujosos, a la orquestación inflada, al cromatismo extremo, Sibelius ha ofrecido una sinfonía de tema elemental, moderada, casi tradicional en su forma, austera en su instrumentación. Los temas son tan simples que al ser escuchados parecen indefinidos; la sucesión de movimientos no rompe con el pasado. Sin embargo, cualquier asomo de atraso o de severidad académica es arrastrado por la música misma. No hay duda de que Sibelius se propuso los medios ideales para la materia de su sinfonía, y al utilizarlos con gran efectividad creó una estructura sonora de una fuerza, variedad y grandeza que ningún enfoque más lujoso pudo haber mejorado.

Para concluir, es posible mencionar que en un interesante análisis formal de la Quinta sinfonía de Sibelius, el musicólogo Harold Truscott afirma que en esta obra el compositor finlandés mantiene sus ligas con el pasado musical a través de ciertas reminiscencias estilísticas y formales de Mozart y de Schubert. Al margen de esta observación de Truscott, es claro que esta sinfonía pertenece, definitivamente, a la música del siglo XX. Y a su mejor música, sin duda alguna.

ADDENDA: Durante un viaje a Finlandia realizado hace muchos años, en el verano de 1996, descubrí que, tal y como antes ocurrió con la versión original del Concierto para violín de Sibelius, sus herederos han permitido que se realice la grabación de la versión original de la Quinta sinfonía. Compararla con la versión final es un ejercicio fascinante, y una buena oportunidad de conocer los mecanismos creativos de este gran compositor.

Consulta todas las actividades que la Ciudad de México tiene para ti