Brahms, Johannes - Sinfonía No. 3 en fa mayor, Op. 90

Johannes Brahms (1833-1897)

Sinfonía No. 3 en fa mayor, Op. 90

Allegro con brio
Andante
Poco allegretto
Allegro

Refiriéndose a la Tercera sinfonía de Johannes Brahms que nos ocupa, el compositor argentino Alberto Ginastera escribió esto:

El Opus 90 que sale de su pluma en el verano de 1883 es otra obra maestra, una de las más hermosas composiciones que ha escrito Brahms, y tal vez la que revela de una manera más completa su profundo sentido poético y su titánico espíritu épico.

Lo interesante de esta breve descripción es que su última parte parece ser contradictoria. ¿Cómo conciliar lo poético con lo épico? Esta es, justamente, una de las cualidades más nobles de la música de Brahms: la síntesis de estas ideas aparentemente contrarias pero que en su obra fueron siempre complementarias. Ya es legendaria la dubitativa actitud de Brahms respecto al inicio de su catálogo sinfónico; ¿cómo iba a atreverse él, un simple compositor, a escribir sinfonías después de Ludwig van Beethoven (1770-1827)? Finalmente, Brahms se atrevió y estrenó su primera sinfonía en 1876. Una vez asumido con seguridad y confianza su papel de sinfonista, Brahms no tardó en producir su segunda obra del género, estrenada en 1877. Y justo cuando sus admiradores esperaban que Brahms siguiera componiendo sinfonías con frecuencia, el compositor hizo una gran pausa y esperó seis años para producir su Tercera sinfonía. Sin embargo, Brahms no estuvo ocioso durante esos seis años. Por el contrario, compuso varias obras importantes de su catálogo, como el Concierto para violín, la Sonata para violín y piano Op. 78, la Obertura trágica, la obertura Festival académico, el Segundo concierto para piano y el Quinteto de cuerdas Op. 88. De ello se puede deducir que para cuando abordó la creación de la Tercera sinfonía, Brahms había hecho notables avances en el desarrollo de su lenguaje musical.

La Tercera sinfonía fue escrita por Brahms en Wiesbaden en 1883, y la partitura fue editada por Simrock al año siguiente. Como tantas partituras famosas en la historia de la música, ésta lleva una dedicatoria. Lo curioso es que la dedicatoria, dirigida al pianista y director de orquesta Hans von Bülow, está fechada en 1890, siete años después del estreno de la obra. La clase de recepción que tuvo la Tercera sinfonía de Brahms puede medirse, quizá, por la reacción inicial de Eduard Hanslick. En los círculos musicales de Viena en las postrimerías del siglo XIX, Hanslick fue uno de los críticos más influyentes y respetados, a pesar de que no era del todo imparcial. Hanslick idolatraba a Johannes Brahms y a su música con la misma pasión con la que detestaba a Anton Bruckner (1824-1896) y a su música, sólo porque al inocente de Bruckner se le había ocurrido declarar públicamente su admiración por la música de Richard Wagner (1813-1883), a quien Hanslick también detestaba. El caso es que al estreno de la Tercera sinfonía de Brahms el crítico reaccionó de inmediato diciendo lo siguiente:

Si la Primera sinfonía de Brahms puede ser caracterizada como patética o apasionada, y la Segunda sinfonía puede definirse como pastoral, la Tercera es sin duda la Heroica de Brahms.

A primera vista, esta comparación de la Tercera sinfonía de Brahms con la Heroica de Beethoven se antoja un poco fuera de lugar, y el mismo Hanslick se dio cuenta de ello, ya que poco después matizó su afirmación diciendo que el carácter heroico de la Tercera sinfonía de Brahms era evidente sólo en los movimientos primero y cuarto, ya que en los otros dos había pasajes que estaban más cerca del romanticismo crepuscular de Robert Schumann (1810-1856) y Félix Mendelssohn (1809-1847). Otro detalle que pareciera contradecir la afirmación original de Hanslick es el hecho de que, de las cuatro sinfonías de Brahms la tercera es la que se interpreta con menor frecuencia, y ello se debe probablemente a que sin ser una partitura muy difícil, sí es un trabajo muy íntimo y personal que requiere de una gran intuición para su correcta interpretación, y requiere también de cierta cercanía al espíritu musical de Brahms. Esto fue bien entendido por el compositor alemán Max Reger (1873-1916), quien en 1894 comentó sobre la música de Brahms:

Brahms no es obvio; le gusta ocultar la belleza de sus obras detrás de un velo, y uno llega a apreciar esa belleza solamente a través de un sólido conocimiento de cada obra.

La Tercera sinfonía de Brahms fue estrenada en Viena el 2 de diciembre de 1883 bajo la batuta de Hans Richter. Cinco semanas después se estrenó en Berlín bajo la dirección de Joseph Joachim, y en enero de 1884 fue tocada por primera vez por la Filarmónica de Berlín, bajo la dirección de Franz Wüllner. Por cierto, la obra tuvo el dudoso honor de ser una de las tantas piezas sinfónicas “adaptadas” por Waldo de los Ríos, quien convirtió el hermoso tercer movimiento de la sinfonía en una especie de balada rítmica, con voces, percusiones, bajo eléctrico y otras cosas totalmente superfluas.

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