Concierto para piano y orquesta en la menor, Op. 16
Allegro molto moderato
Adagio
Allegro moderato molto e marcato - Quasi presto - Andante maestoso
A pesar de la indiscutible popularidad (bien justificada) de su Concierto para piano, Grieg nunca ha sido considerado como un compositor realmente importante o notable. Acaso, se menciona que ha sido el más importante compositor surgido en Noruega, y esto es indudablemente cierto. El catálogo de composiciones de Grieg muestra que fue ante todo un miniaturista competente, y es precisamente esta cualidad suya la que ha sido motivo de algunas de las principales críticas que se le han hecho a lo largo del tiempo. Por ejemplo, el compositor francés Vincent D’Indy (1851-1931), quien también ejercía labores de crítica, escribió un texto en el que intentaba comparar a Robert Schumann (1810-1856) con Grieg (ejercicio inútil, por cierto, aunque sus respectivos conciertos para piano suelen estar grabados con frecuencia en el mismo disco) y decía que a diferencia de Schumann, el compositor noruego no poseía ni la belleza del contenido ni la habilidad en la orquestación. En otro artículo, D’Indy seguía esta misma línea de pensamiento respecto a Grieg:
Si bien Grieg fue un agradable improvisador de canciones más o menos nacionales, no era un sinfonista, y nunca pudo convertirse en uno.
Fue otro francés, Claude Debussy (1862-1918) quien supo resumir mejor el carácter de la música de Grieg. Refiriéndose a algunas de las piezas para piano de su colega noruego, Debussy afirmaba que le parecían como bombones color de rosa rellenos de nieve. Fue esta tendencia de Grieg hacia la miniatura delicada la que hizo que sólo produjera dos obras mayores y realmente trascendentes: su música incidental para el drama Peer Gynt de Ibsen y su famoso Concierto para piano. Grieg inició la composición de su Concierto para piano en 1868, cuando tenía 25 años de edad. Mientras trabajaba en la obra recibió una carta en la que Franz Liszt (1811-1886) alababa inesperadamente su Sonata para violín y piano Op. 8. Gracias a esa carta, el gobierno noruego facilitó a Grieg los recursos necesarios para realizar una visita a Liszt en Roma. La visita se realizó al año siguiente y Grieg partió hacia Roma llevando consigo el manuscrito de su recién terminado Concierto para piano. De la presentación de la obra a Liszt, el propio Grieg hizo una estupenda descripción, en una famosa carta a sus padres que hoy suele citarse siempre que se habla de esta obra. En la carta, Grieg contaba que al presentarle la partitura a Liszt, el compositor y pianista húngaro le había preguntado si podía tocarla, a lo que Grieg respondió que no, porque no la había ensayado. Entonces Liszt tomó la partitura, se sentó ante el piano y leyó la obra de Grieg a primera vista. El músico noruego tuvo que indicarle la velocidad correcta del primer movimiento, después de lo cual Liszt tocó la obra como si él mismo la hubiera escrito, dándose el lujo, además, de charlar y comentar la pieza con sus invitados al mismo tiempo. En un punto específico de la partitura, en el último movimiento, un tema emocionó tanto a Liszt que se interrumpió para levantarse del piano y recorrer la habitación a grandes zancadas cantando el tema a todo pulmón. Finalmente, después de terminar de tocar la obra de Grieg, Liszt le devolvió el manuscrito al compositor noruego y le dijo:
Siga firme en su camino. En verdad le digo, usted tiene capacidad. Y sobre todo, no se deje intimidar.
En efecto, Grieg siguió el consejo de Liszt; regresó a Noruega y continuó componiendo sus canciones, sus piezas para piano y sus demás miniaturas, sin dar importancia a la opinión de los críticos. Es claro que la popularidad del Concierto para piano de Grieg tiene mucho que ver con el hecho de que algunos de sus temas y melodías son, precisamente, como esos bombones de nieve color de rosa a los que se refería Debussy, pero dotados de una vitalidad muy peculiar gracias a inteligentes aunque discretos toques de orquestación y a algunos momentos de un impulso rítmico muy efectivo. El estreno del Concierto para piano de Grieg se llevó a cabo en la ciudad de Copenhague el 3 de abril de 1869, con el compositor como solista. La partitura quedó dedicada al notable pianista noruego Edmund Neupert.
En 1883 Grieg inició la composición de su Segundo concierto para piano, proyecto que finalmente abandonó para dedicarse a la revisión del concierto de 1868. El compositor revisó y alteró significativamente la orquestación de la obra entre 1906 y 1907, terminando finalmente la revisión un año antes de su muerte. En cuanto al posible contenido nacionalista de la obra es posible mencionar que en el tercer movimiento Grieg utiliza una danza popular noruega llamada halling como motivo melódico y como impulso rítmico. Como corolario se puede decir que la popularidad de este concierto lo ha hecho víctima de algunos abusos a los que la música famosa es sometida con frecuencia. En la década de los 1940s un tal Freddy Martin compuso una canción basada en el primer tema del Concierto para piano de Grieg, canción que llegó a estar incluso en lo alto del Hit Parade en los Estados Unidos. Y por si fuera poco, algunas melodías del concierto aparecieron en una almibarada comedia musical titulada Canción de Noruega.