Conciertos infantiles
Sábado 29 de noviembre, 18 horas
Domingo 30 de noviembre, 12:30 horas
Sala Silvestre Revueltas
CONCIERTOS INFANTILES
RODRIGO SIERRA MONCAYO, director
CONCIERTO EN COLABORACIÓN CON CUÁSAR STUDIO
HÉCTOR CRUZ, JORGE ESQUIVEL, ABIGAIL CINCO AGUIRRE y ANDRÉS CEDILLO CHINCOYA, dirección creativa y programación de dispositivos interactivos y multimedia
LYNDA CRUZ JUÁREZ, ilustradora en tinta china
BELÉN MERCADO, narradora
Maurice Ravel (1875-1937) La tumba de Couperin
La tumba de Couperin
Si bien Maurice Ravel fue un compositor con una voz y un estilo plenamente individuales e identificables, también es cierto que nunca tuvo inconveniente en exhibir sus raíces musicales y en rendir tributo, implícito o explícito, a antecesores o colegas suyos que hubieran sido importantes para el desarrollo de su oficio. Entre los homenajes explícitos, encontramos algunos muy interesantes, localizados en el área de su producción para piano. En 1913, Ravel compuso A la manera de Borodin, Chabrier; en 1922, escribió la pieza titulada Sobre el nombre de Gabriel Fauré; entre 1914 y 1917 creó La tumba de Couperin.
Con la última de las tres obras mencionadas, Ravel no sólo rendía homenaje a uno de los grandes compositores franceses del pasado, sino que contribuía a perpetuar una añeja costumbre musical: la de escribir tombeaux (tumbas), obras en memoria de colegas ilustres y amigos cercanos. Las piezas más representativas de este tipo de música memorial se encuentran, precisamente, en el siglo XVII francés.
Así pues, en primera instancia, La tumba de Couperin es un homenaje explícito de Ravel a la música y la figura de uno de los grandes compositores franceses de aquella época, François Couperin (1668-1733). Conocido en su tiempo como Couperin el Grande, François Couperin fue sobre todo un distinguido organista y clavecinista, oficio que desarrolló principalmente como organista titular de la iglesia de San Gervasio, en París, un puesto que heredó de su padre, Charles Couperin (1638-1679), quien a su vez lo había heredado de su hermano, Louis Couperin (ca. 1626-1661). Por si esta conexión familiar no fuera suficiente, cabe aquí mencionar que, a su vez, François Couperin heredó el puesto de San Gervasio a su primo Nicolás (1680-1748), quien lo dejó en manos de dos generaciones más de la familia Couperin. El rey Luis XIV tuvo a Couperin a su servicio, primero como director de música de la corte, y más tarde como tutor de clavecín de sus hijos. Si bien Couperin compuso un buen número de piezas sacras y de música instrumental, su herencia más significativa se encuentra en sus más de 200 piezas para clavecín, muchas de las cuales llevan títulos muy imaginativos, y entre las cuales encontramos pequeñas obras maestras, como Las barricadas misteriosas.
Si fuera preciso encontrar para nuestra discusión de La tumba de Couperin un punto de contacto entre el gran clavecinista del barroco y Maurice Ravel, ese punto de contacto bien podría ser el teclado. Si Couperin dejó establecidas algunas de las bases más importantes de la técnica y la expresión del clavecín de su tiempo, Ravel fue un innovador admirable en el campo de la técnica pianística en los albores del siglo XX. Es preciso recordar, sin embargo, que el propio Ravel mencionó que La tumba de Couperin se refería no tanto a la figura de su ilustre antecesor, sino en general a la música francesa del siglo XVIII. Por otra parte, si el título lleva una dedicatoria muy precisa, la intención de Ravel fue más amplia: cada una de las piezas de la obra está dedicada a la memoria de algún amigo o conocido muerto durante la Primera Guerra Mundial. En su versión original para piano, La tumba de Couperin estaba formada por seis piezas: Preludio, Fuga, Forlana, Rigaudon, Minueto y Toccata. Al realizar la transcripción orquestal en el año de 1919, Ravel dejó fuera la Fuga y la Toccata, que son quizá las más específicamente pianísticas de las seis piezas, y cambió el orden de las cuatro restantes para conformar la suite tal y como la conocemos. Las dedicatorias de las seis piezas de la suite original son éstas:
Preludio: A la memoria del teniente Jacques Charlot
Fuga: A la memoria del subteniente Jean Cruppi
Forlana: A la memoria del teniente Gabriel Deluc
Rigaudon: A la memoria de Pierre y Pascal Gaudin
Minueto: A la memoria de Jean Dreyfus
Toccata: A la memoria del capitán Joseph de Marliave
El último de los personajes homenajeados aquí por Ravel, Joseph de Marliave (1873-1914), fue un musicólogo notable que había sido esposo de la pianista Marguerite Long. Respecto a los movimientos incluidos por Ravel en ambas versiones, es preciso recordar que al componer estas tombeaux musicales en memoria de sus colegas ilustres, los músicos franceses del siglo XVIII no produjeron solamente melopeas fúnebres, sino que se sintieron con la libertad de incluir en ellas algunos de los movimientos de danza más comunes de su tiempo.
En la versión original para piano de La tumba de Couperin, Ravel plantea una escritura en la que, a través del parco uso del pedal y de la presencia de ciertas resonancias, es posible hallar analogías con la técnica de ejecución del clavecín. En este sentido, la obra se refiere tanto a Couperin como, en menor medida, a otro gran tecladista de aquellos tiempos, Domenico Scarlatti (1685-1757). Por otra parte, en la transcripción de La tumba de Couperin hallamos una orquestación hasta cierto punto parca, siempre ligera y transparente, muestra de las mejores cualidades de Ravel como orquestador, y con sutiles referencias a las músicas cortesanas de la época de Couperin. Como colofón a esta nota, parece oportuno citar las elocuentes palabras del musicólogo Gilbert Chase al respecto de La tumba de Couperin:
La tendencia a la simplificación continúa en La tumba de Couperin. En esta obra Ravel afirma sus fuertes ligas espirituales con el siglo XVIII, cuando el intelecto y las emociones se tenían un respeto mutuo, y la inspiración y la formalidad caminaban juntas con toda naturalidad.
Cerca de ochenta años después de la composición de La tumba de Couperin, el pianista y director húngaro Zoltán Kocsis realizó una interesante y muy verosímil orquestación de las otras dos piezas de la suite original, la Fuga y la Toccata, que procedió a grabar con el resto de las piezas al frente de la Orquesta Filarmónica Nacional Húngara.
Preludio
Forlana
Minueto
Rigaudon
Leoncio Lara Bon (1965) Tochin, el conejo de la luna
Tochin, el conejo de la luna
Amable lector: si al leer el nombre de Leoncio Lara Bon algo comienza a hormiguearle en la memoria, no se apure, que yo le resuelvo la duda. Leoncio fue, hace ya muchos años, el fundador, guía espiritual y voz cantante del emblemático grupo de rock mexicano Bon y los Enemigos del Silencio. Sin embargo, y parafraseando aquel viejo refrán, no sólo de rock vive Bon. Como compositor, ha creado poco más de una docena de partituras, cinco de ellas sinfónicas. Y también ha tenido una interesante carrera como creador de cerca de una treintena de soundtracks para todo tipo de películas. Por ejemplo, Bon es el compositor de la música de la muy exitosa versión fílmica mexicana de Don Gato y su pandilla. También ha compuesto música para tres películas de Arturo Ripstein: La virgen de la lujuria, La perdición de los hombres y Así es la vida. Y por qué no, también compuso música para Terror en la mafia, una joya fílmica más de los hermanos Almada.
Para pasar de inmediato al tema que nos ocupa, hay que iniciar diciendo que Tochin, el conejo de la luna es una obra para narrador y orquesta, creada por Leoncio Lara Bon a partir de un hecho evidente que el compositor discutió con su amigo el director de orquesta José Areán: que hay pocas obras nuevas y buenas dedicadas específicamente a niños y jóvenes, y que los programas sinfónicos con este perfil suelen incluir siempre las mismas obras, que se repiten una y otra vez. Esta percepción de los dos músicos amigos no es abstracta, ya que ambos tienen niños a los que querrían ofrecer algo distinto en el ámbito de la música sinfónica. Ante este panorama, Bon decide escribir el cuento sinfónico Tochin, el conejo de la luna, un poco a la manera de Pedro y el lobo de Sergei Prokofiev (1891-1953). El texto fue escrito por Paola Jauffred, y está basado en una de las leyendas del México antiguo recogidas por Fray Bernardino de Sahagún en su Historia general de las cosas de la Nueva España. En el capítulo 2 del libro séptimo de la obra, titulado De la luna, se habla de la creación del sol y la luna. Los dioses, a petición de Quetzalcóatl, se ofrecen en sacrificio para crear ambos cuerpos celestes, pero el resultado es que ambos brillan con la misma intensidad, impidiendo que existan el día y la noche. Para resolverlo, Quetzalcóatl lanza un conejo a la faz de la luna, consiguiendo con ello que su resplandor disminuya. En la adaptación de la leyenda que Leoncio Lara utiliza como cimiento de su obra, Tochin (conejo, en náhuatl) es el protagonista que se ofrece heroicamente a ser lanzado hacia la cara de la luna.
En cuanto a la función del texto al interior de la obra, Bon señala que en ocasiones la voz del narrador se superpone a la música, a la manera de un melodrama, y a veces es independiente de los sonidos orquestales. Respecto a la esencia de la música que ha creado para Tochin, el conejo de la luna, Bon hace esta lúcida observación:
Otra discusión que he tenido con Pepe Areán trata el tema de que la música concebida especialmente para niños, en realidad primero debe ser adecuada para los grandes, y que también los niños puedan escucharla y comprenderla. Porque de otra manera, y lo hemos visto y escuchado muchas veces, hoy en día se escribe música para niños que resulta muy ñoña y sin chiste. No se trata tampoco de escribir para ellos obras demasiado largas o demasiado complejas, sino encontrar un justo medio.
En cuanto al perfil musical de la obra, Leoncio Lara afirma que ha utilizado sobre todo elementos de los lenguajes establecidos en el siglo XX. Así, es posible hallar en Tochin, el conejo de la luna episodios tonales, otros modales y algunos más politonales, con breves adornos de lenguajes más de vanguardia. Ante estos datos, se impone claramente una pregunta: ¿hay en la partitura de la obra alguna influencia del pasado (y presente) rockero de Bon? Responde el compositor:
No de manera muy evidente. Pero sí es posible encontrar por ejemplo algunas cuestiones rítmicas que remiten, si no directamente al rock, sí al elemento básico del beat, el pulso usualmente asociado con el rock y otras músicas similares. Y a veces a las orquestas se les dificulta enfrentarse a esta clase de patrones rítmicos.
No puedo concluir este texto sin profundizar un poco más en la conexión que hay entre Leoncio Lara Bon y José Areán a través de un indispensable dato histórico-musical. Hábil director de orquesta graduado en Viena, con un repertorio creciente y ciertamente demandante, José Areán fue, hace largos años (y con algunos centímetros más de cabellera) el bajista del grupo Bon y los Enemigos del Silencio, y hoy asume cabalmente su pasado rockero como un paso más en su arduo aprendizaje musical. Fue precisamente José Areán el encargado de dirigir el estreno absoluto de Tochin, el conejo de la luna de Leoncio Lara Bon, el 6 de octubre de 2012, al frente de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México. Más recientemente, José Areán y Leoncio Lara han colaborado en otro proyecto musical de raíz popular: Los Señores Blues Band.
Rodrigo Sierra Moncayo
Director(a)
Es originario de Ciudad de México. A temprana edad inició su formación musical estudiando órgano. Ingresó a la Escuela Nacional de Música (UNAM) matriculado en la licenciatura en piano con el maestro Aurelio León. Posteriormente, ingresó a las cátedras de interpretación con el maestro Alejandro Ávila Uriza y con la maestra Ninowska FernándezBritto; con ésta última concluyó la carrera y efectuó estudios de música de cámara, graduándose con mención honorífica. También, ha asistido a clases magistrales de piano, música de cámara y acompañamiento con Edith Ruiz, Ludovica Mosca y Brian Moll, entre otros.
Participó en repetidas ocasiones como pianista, clavecinista y percusionista con la Orquesta Sinfónica de la Escuela Nacional de Música y la Orquesta Sinfónica Juvenil Carlos Chávez bajo la batuta de Sergio Cárdenas, Julio Vigueras, José Guadalupe Reyes, Guillermo Salvador y Horacio Franco, presentándose en recintos tan importantes como la sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Unversitario (UNAM), sala Xochipilli de la Escuela Nacional de Música, el Auditorio Blas Galindo (CNA), Biblioteca de México, entre otras del interior de la República.
Su repertorio comprende obras de Johann S. Bach, Ludwig v. Beethoven, Frédéric Chopin, Maurice Ravel, Claude A. Debussy, Franz Liszt, Ernesto Lecuona, Alexandr Scriabin, Bela Bartók, así como autores mexicanos como José Pablo Moncayo, entre otros. En múltiples ocasiones su actividad profesional lo ha llevado a trabajar en el género dramático y ha acompañado cantantes en recitales y clases magistrales. Asimismo, su participación en lainterpretación de música de cámara es frecuente y ha trabajado con arpistas, clarinetistas, contrabajistas, flautistas, pianistas, violinistas y violonchelistas. Fue pianista acompañante en la Escuela Nacional de Música de la UNAM y en la Universidad La Salle. En este apartado destacan entre los compositores que ha abordado Wolfgang A. Mozart, Ludwing v. Beethoven, Claude A. Debussy, Luigi Botessini, Francis Poulenc, Sergei Prokofiev, Dimitri Shostakovich y José Pablo Moncayo.
En el campo de la composición ha realizado obras originales para soprano y piano, voces solas, violín, flauta y arpa. Asimismo ha tenido la oportunidad de escribir música para danza contemporánea y teatro. Finalmente, ha participado en diversas agrupaciones vocales como cantante, director y acompañante, entre los que destaca el coro de Escuela Nacional de Música del maestro José Antonio Ávila, el ensamble representativo Vox in Concordia de la universidad La Salle y el coro de Christ Church Parish de la comunidad anglicana en México, siendo de éste último el barítono solista.
El interés que generó su colaboración en estas actividades, lo ha llevado a asistir a cursos magistrales de importantes directores orquestales como Samuel Pascoe, Leo Krämer, María Felicia Pérez, Enrique Bátiz, Fernando Ávila, Enrique Diemecke, Kenneth Kiesler, Lanfranco Marcelletti Jr., Tito Muñoz, Fernando Lozano y Michael Jinbo. Ha dirigido en diversos foros del país como el Teatro de Bellas Artes, Teatro Degollado, Sala Felipe Villanueva, Auditorio Torres Bodet del Museo Nacional de Antropología, Teatro Xicohtencatl, Castillo de Chapultepec, Sala de conciertos Tlaqná, Sala Nezahualcoyotl, Auditorio de la Reforma (Puebla), Teatro José Pablo Moncayo (PALCCO) y Auditorio Blas Galindo (CNA) a la batuta de la Orquesta de Cámara de la ESM, Orquesta Sinfónica Juvenil Carlos Chávez, Orquesta de Cámara de Bellas Artes, Orquesta Sinfónica de Xalapa, Orquesta Sinfónica del estado de Tlaxcala, Orquesta Sinfónica Juvenil del Estado de México, Orquesta Sinfónica Juvenil de Zapopan, Orquesta Sinfónica 5 de Mayo, Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata, Orquesta Filarmónica de la UNAM, Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, Orquesta de Cámara de Ensenada y en los Estados Unidos ha dirigido la orquesta del Conductors Retreat at Medomak, la orquesta del Waterville Valley Music Center y la String Orchestra of Brooklyn. Su repertorio comprende obras de Bach, Beethoven, Bartók, Tchaikovsky, Dvorak, Barber, Brahms, Mozart, Revueltas, Sviridov, Schubert, Moncayo, Ponce, Brouwer, Prokofiev, Mahler, Stravinsky, Vivaldi, entre otros.Participó como director musical en el Laboratorio de Investigaciones EscénicoMusicales (LIEM), fundado por el maestro Enrique García Barrios en la producción de Bastien und Bastienne KV50, de Wolfgang Amadeus Mozart. Fue director huésped de la compañía de ópera barroca L ́Arte Della Perla en la producción del estreno en México de La Senna Festeggiante RV693, de Antonio Lucio Vivaldi.
En octubre de 2012 fue invitado a participar en la edición número 40 del Festival Internacional Cervantino donde presentó junto con varios músicos de gran renombre un programa de música de cámara exclusivamente de la autoría de José Pablo Moncayo, siendo este evento un homenaje al compositor por el centenario de su nacimiento.
En 2013 fue invitado a la facultad de música de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), en Ensenada, a impartir un curso de reducción de partitura orquestal al piano y lectura de claves en el marco del Festival Internacional de Música y Musicología.
En Noviembre de 2014 y en abril de 2015 partició como compositor y director musical en la obra Los Argonautas ó Cortés y la Malinche de Sergio Magaña, presentando dos temporadas en el auditorio Torres Bodet, del Museo Nacional de Antropología y en el Teatro Helénico.
Fue invitado recientemente por la Orquesta Sinfónica Juvenil de Guadalajara (OSIJUG) a grabar música del maestro José Pablo Moncayo como parte del proyecto Cuauhpanco.
Formó parte del Taller de Dirección Orquestal en Sistema Nacional de Fomento Musical (CONACULTA) durante cuatro años (2011-2015), donde fungió como director asistente de la Orquesta Escuela Carlos Chávez. En este programa tomó clases de orquestación, análisis e historia con Jorge Torres Sáenz, Ricardo Miranda y Humberto Hernández Medrano. Asimismo recibió clases magistrales de dirección orquestal de parte de José Miramontes, José Luis Castillo, Kenneth Jean y José Arturo González, entre otros.
Es director adjunto del Festival Sinfónico Ocotlán, mismo que se lleva a cabo cada verano desde hace 6 años en la ciudad de Tlaxcala. En la sexta edición de este festival impartió junto al maestro Alberto Torres Xolocotzi el primer curso nacional de dirección orquestal en la entidad.En verano de 2015 fue invitado a impartir clases de piano, de música de cámara y a dar dos conciertos en la ciudad de Cochabamba, Bolivia.
Fue pianista acompañante en las etapas semifinal y final del concurso de canto Olivia Gorra en 2015 y 2016, llevadas acabo en el auditorio Blas Galindo del CENART. Asimismo participó en un concierto homenaje al maestro Silvestre Revueltas a cuatro pianos en la sala homónima del centro cultural Ollin Yoliztli, con arreglos del maestro Abraham Barrera. Actualmente es director adjunto de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UATx). Recientemente fue designado como director titular de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Zapopan. Sus próximos compromisos incluyen la dirección del concierto de gala del Concurso de Composición Arturo Márquez en la Ciudad de México al frente de la Orquesta Filarmónica de las artes.

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