Angulo, Eduardo - Pacífico

Eduardo Angulo (1954)

Pacífico

Como en nuestro primer encuentro en el mismo sitio, el retrato de Bela Bartók nos mira con benevolencia desde la pared del estudio. En este nuestro tercer encuentro con motivo de una obra suya, le pregunto a Eduardo Angulo sobre su pieza orquestal Pacífico, y él me cuenta una breve historia.

En noviembre de 1989, en la ciudad alemana de Erlangen, nace un niño: es Pablo Angulo, hijo del pianista mexicano Emilio Angulo, hermano del compositor. Pocos días después de este nacimiento, la Orquesta Filarmónica de la UNAM hace a Eduardo Angulo el encargo de una obra sinfónica, y la conjunción de ambos hechos da como resultado la partitura de Pacífico. Pablo ha nacido bajo el signo de Escorpión, que es signo de agua, y el Océano Pacífico (que de pacífico no tiene nada) es la gran presencia de agua sobre este mundo que habitamos. Sobre el nacimiento, el agua, el homenaje y la música, Eduardo Angulo ha escrito un texto que no sólo me aclara muchas cosas sino que me ahorra el ser un mal traductor de sus conceptos. El texto del compositor dice así:

Esta obra no constituye una descripción sonora del océano ni pretende ser un retrato de su inmensidad y fuerza; es una impresión subjetiva de los sentimientos evocados y, más que nada, la celebración de la llegada al mundo de un nuevo ser a quien se ama desde antes de su nacimiento. Además de una anticipación del mar, el inicio expresa la expectativa provocada por alguien a quien todavía no se conoce. Se ve algo que todavía no es el mar, tal vez una gaviota que atraviesa un cielo límpido y desciende poco a poco guiando nuestra mirada hasta la imponente presencia oceánica, quieta y contenida, pero que nos hace presentir su inmensa fuerza. El mar se retira, un receso que prepara el desencadenamiento de un golpe súbito donde los metales evocan fanfarrias medievales que anuncian la nuevo ser. El océano recobra la calma y se manifiesta la placidez del recién llegado. Sobreviene un nuevo encrespamiento que desemboca en una reconciliación: el estado más contemplativo del mar. Pareciera una inmersión precipitada en el gozo de la existencia y luego la emergencia gradual hasta flotar sobre la tranquila superficie. En el segundo receso callan los instrumentos a excepción de las maderas, que entonan un canto de carácter casi religioso; este coral es una reminiscencia lúdica del momento de la tarde en que los rayos oblicuos del sol despiertan la iridiscencia de la superficie marina. Se retoma el pulso del océano en un crescendo donde resuenan fanfarrias que conducen a un tutti orquestal a través del cual el océano hace gala de su fuerza, pero sin agresividad, pues ante todo es, como su nombre lo indica, pacífico. La obra fue un encargo de la Filarmónica de la UNAM y, dada la brevedad estipulada, se concibió como soneto orquestal. Las maderas y los metales desempeñan un papel protagónico en la exposición de los temas, en tanto que las cuerdas intervienen como basamento sonoro, una especie de ostinato que evoca al océano de apariencia inmóvil dentro de su eterno movimiento. La trama armónica está prácticamente libre de disonancias y las líneas melódicas son compactas; por consiguiente, la emoción provocada no se expresa mediante la evolución melódica sino a través de la variación dinámica y la secuencia armónica. El propósito de esta obra es la transparencia, la expresión deliberadamente directa y accesible, sin recurrir a elementos gratuitamente complejos que pudieran empañar la comunicación sonora. La actual música de concierto peca de elitista al utilizar un lenguaje críptico, solo para los entendidos, pues se necesita un cúmulo de conocimientos especializados para poder disfrutar la experiencia auditiva. Este soneto orquestal busca primordialmente comunicarse con el oyente no a través de ese tipo de recursos, sino mediante el lenguaje emotivo más primigenio y directo: la música.

La partitura de Pacífico fue terminada en la primavera de 1990 y está dedicada a Pablo Angulo. Al terminar esta obra y preparar su estreno, Eduardo Angulo prepara también el estreno (en el marco del Festival Internacional Cervantino de 1990) de su obra Páginas en bronce para dos guitarras, a cargo del dúo Ad Libitum. El compositor espera también las condiciones necesarias para el estreno de su Concierto para clavecín y orquesta, que data de 1987. Y cuando me marcho, dejando atrás la líquida mirada del retrato de Bela Bartók, Eduardo Angulo retorna al piano para continuar la composición de su Concierto para viola y orquesta, que escribe para el violista Bogdan Zawistowski.

Pacífico fue estrenada el 8 de diciembre de 1990 por la Orquesta Filarmónica de la UNAM, dirigida por Jesús Medina, en la Sala Nezahualcóyotl. Siete años más tarde, la obra fue grabada en una excelente producción discográfica alemana por la Orquesta Sinfónica de la Radio de Colonia.

Consulta todas las actividades que la Ciudad de México tiene para ti