Tochin, el conejo de la luna
Amable lector: si al leer el nombre de Leoncio Lara Bon algo comienza a hormiguearle en la memoria, no se apure, que yo le resuelvo la duda. Leoncio fue, hace ya muchos años, el fundador, guía espiritual y voz cantante del emblemático grupo de rock mexicano Bon y los Enemigos del Silencio. Sin embargo, y parafraseando aquel viejo refrán, no sólo de rock vive Bon. Como compositor, ha creado poco más de una docena de partituras, cinco de ellas sinfónicas. Y también ha tenido una interesante carrera como creador de cerca de una treintena de soundtracks para todo tipo de películas. Por ejemplo, Bon es el compositor de la música de la muy exitosa versión fílmica mexicana de Don Gato y su pandilla. También ha compuesto música para tres películas de Arturo Ripstein: La virgen de la lujuria, La perdición de los hombres y Así es la vida. Y por qué no, también compuso música para Terror en la mafia, una joya fílmica más de los hermanos Almada.
Para pasar de inmediato al tema que nos ocupa, hay que iniciar diciendo que Tochin, el conejo de la luna es una obra para narrador y orquesta, creada por Leoncio Lara Bon a partir de un hecho evidente que el compositor discutió con su amigo el director de orquesta José Areán: que hay pocas obras nuevas y buenas dedicadas específicamente a niños y jóvenes, y que los programas sinfónicos con este perfil suelen incluir siempre las mismas obras, que se repiten una y otra vez. Esta percepción de los dos músicos amigos no es abstracta, ya que ambos tienen niños a los que querrían ofrecer algo distinto en el ámbito de la música sinfónica. Ante este panorama, Bon decide escribir el cuento sinfónico Tochin, el conejo de la luna, un poco a la manera de Pedro y el lobo de Sergei Prokofiev (1891-1953). El texto fue escrito por Paola Jauffred, y está basado en una de las leyendas del México antiguo recogidas por Fray Bernardino de Sahagún en su Historia general de las cosas de la Nueva España. En el capítulo 2 del libro séptimo de la obra, titulado De la luna, se habla de la creación del sol y la luna. Los dioses, a petición de Quetzalcóatl, se ofrecen en sacrificio para crear ambos cuerpos celestes, pero el resultado es que ambos brillan con la misma intensidad, impidiendo que existan el día y la noche. Para resolverlo, Quetzalcóatl lanza un conejo a la faz de la luna, consiguiendo con ello que su resplandor disminuya. En la adaptación de la leyenda que Leoncio Lara utiliza como cimiento de su obra, Tochin (conejo, en náhuatl) es el protagonista que se ofrece heroicamente a ser lanzado hacia la cara de la luna.
En cuanto a la función del texto al interior de la obra, Bon señala que en ocasiones la voz del narrador se superpone a la música, a la manera de un melodrama, y a veces es independiente de los sonidos orquestales. Respecto a la esencia de la música que ha creado para Tochin, el conejo de la luna, Bon hace esta lúcida observación:
Otra discusión que he tenido con Pepe Areán trata el tema de que la música concebida especialmente para niños, en realidad primero debe ser adecuada para los grandes, y que también los niños puedan escucharla y comprenderla. Porque de otra manera, y lo hemos visto y escuchado muchas veces, hoy en día se escribe música para niños que resulta muy ñoña y sin chiste. No se trata tampoco de escribir para ellos obras demasiado largas o demasiado complejas, sino encontrar un justo medio.
En cuanto al perfil musical de la obra, Leoncio Lara afirma que ha utilizado sobre todo elementos de los lenguajes establecidos en el siglo XX. Así, es posible hallar en Tochin, el conejo de la luna episodios tonales, otros modales y algunos más politonales, con breves adornos de lenguajes más de vanguardia. Ante estos datos, se impone claramente una pregunta: ¿hay en la partitura de la obra alguna influencia del pasado (y presente) rockero de Bon? Responde el compositor:
No de manera muy evidente. Pero sí es posible encontrar por ejemplo algunas cuestiones rítmicas que remiten, si no directamente al rock, sí al elemento básico del beat, el pulso usualmente asociado con el rock y otras músicas similares. Y a veces a las orquestas se les dificulta enfrentarse a esta clase de patrones rítmicos.
No puedo concluir este texto sin profundizar un poco más en la conexión que hay entre Leoncio Lara Bon y José Areán a través de un indispensable dato histórico-musical. Hábil director de orquesta graduado en Viena, con un repertorio creciente y ciertamente demandante, José Areán fue, hace largos años (y con algunos centímetros más de cabellera) el bajista del grupo Bon y los Enemigos del Silencio, y hoy asume cabalmente su pasado rockero como un paso más en su arduo aprendizaje musical. Fue precisamente José Areán el encargado de dirigir el estreno absoluto de Tochin, el conejo de la luna de Leoncio Lara Bon, el 6 de octubre de 2012, al frente de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México. Más recientemente, José Areán y Leoncio Lara han colaborado en otro proyecto musical de raíz popular: Los Señores Blues Band.
