Prieto, María Teresa - _Chichén Itzá_

María Teresa Prieto (1896 – 1982)

Chichén Itzá

He aquí una breve, y no necesariamente exhaustiva, lista de compositores: Rodolfo Halffter, Jacobo Kostakowsky, Lan Adomián, Aurelio Tello, Emiliana de Zubeldía, Conlon Nancarrow, John Väinö Forsman, Gerhart Muench. ¿Qué tienen en común los músicos aquí mencionados? De entrada, el hecho de que provienen de muy diversos rincones del mundo, habiendo nacido respectivamente en España, Rusia, Ucrania, Perú, España, Estados Unidos, Finlandia y Alemania. Para nosotros, sin embargo, más importante que su país de origen es el hecho de que todos ellos son compositores que por razones diversas se avecindaron en México y que realizaron aquí una parte importante y sustancial de su trabajo creativo. Para utilizar un término empleado por Rodolfo Halffter, adoptado del filósofo José Gaos, son nuestros compositores transterrados, cuya presencia individual y colectiva en nuestra historia cultural es una prueba más de la variopinta y kaleidoscópica influencia que ha nutrido a la música mexicana. A esta lista se puede añadir un nombre más, el de otra compositora venida a estas tierras desde España: María Teresa Prieto. Este apellido, claro, no es desconocido en nuestro medio musical. María Teresa Prieto fue tía del violoncellista Carlos Prieto, y tía abuela del violinista y director Carlos Miguel Prieto. Es precisamente Carlos Miguel Prieto quien me envía estas cálidas líneas sobre su tía abuela:

Yo recuerdo muy bien a María Teresa Prieto, a quien llamábamos Tía Nene. Vivía en un cuarto que era como una torre sobre la casa de mis abuelos. Era hermana de mi abuelo Carlos, quien la trajo a México y le presentó a Ponce, Chávez y todos los demás músicos que tuvieron gran influencia sobre ella. Era mayor que mi abuelo, pero con los años se fue haciendo hermana menor (¡y después mucho menor!). Solterona empedernida, se retraía en su torre a donde le subían la comida en un elevador como el de los viejos restaurantes. Todo un personaje, y para nosotros los niños, un tanto macabro. Pero conmigo era tierna y a veces me acompañaba al piano y platicábamos de música. Sus aficiones eran la música española, francesa y mexicana.

Oriunda de Oviedo, María Teresa Prieto realizó sus primeros estudios musicales en su ciudad natal, y más tarde fue alumna del Real Conservatorio de Madrid. Su más notable maestro de composición (aunque por poco tiempo) fue Paul Hindemith (1895-1963). Como tantos otros españoles que a causa de la Guerra Civil optaron por el exilio, viajó a México poco después de iniciado el conflicto, formando parte así de ese gran éxodo intelectual que vino a enriquecer la vida cultural de México a partir de la segunda mitad de la década de 1930. Una vez instalada en nuestro país, María Teresa Prieto continuó su preparación como compositora, empresa en la que tuvo a los mejores maestros que pudo tener en aquella época: Rodolfo Halffter (1900-1987), Manuel M. Ponce (1882-1948) y Carlos Chávez (1899-1978). Durante dos breves períodos, estudió también con el compositor francés Darius Milhaud (1892-1974) en el Mills College de California.
Quizá sea posible definir con palabras la música de María Teresa Prieto a partir de tres elementos que marcan la mayoría de su producción:

1.- Un romanticismo depurado y transparente, de corte regionalista, en el que es posible percibir la presencia de la música tradicional asturiana.
2.- Fugaces sombras de un impresionismo no exento de fuerza expresiva.
3.- Sus aproximaciones a las austeras técnicas de la música dodecafónica.

Como complemento a lo dicho, cabe citar estas palabras del director y musicólogo español José Luis Temes, que constituyen una más que válida aproximación a la música de María Teresa Prieto, a quien se refiere como:

…esta extraordinaria compositora, cuya producción entera, nostálgica siempre de la España lejana y perdida, está presidida por la extrema sencillez y elegancia, ajena a todo abigarramiento. Hay incluso en su música un puntito de ingenuidad de una infancia nunca abandonada. Y, sobre todo, por su pasión por la nobleza del contrapunto y la fuga de Johann Sebastian Bach, a quien reconocía como su gran maestro.

Una mirada a la lista de composiciones de María Teresa Prieto indica que creó prácticamente toda su música importante en México. Su música sinfónica incluye la Sinfonía asturiana, el poema sinfónico Chichen Itzá, una Sinfonía breve, Variaciones y fuga, Sinfonía de la danza prima, Sinfonía cantabile, Cuadro de la naturaleza, Suite sinfónica, Tema variado y fuga, Doble fuga. En el rubro de las obras para solista y orquesta destacan sobre todo las concebidas para voces; escribió, además, Un Adagio y fuga para violoncello y orquesta (existente también en versión para violoncello y piano) y Doce miniaturas para violín y orquesta.

María Teresa Prieto redactó su poema sinfónico Chichén Itzá en el año 1943, guiada por sus impresiones de un viaje realizado a aquella zona arqueológica y afirmó que el contenido musical y expresivo de la pieza está sustentado en ciertos conceptos de la cultura maya como el sacrificio propiciatorio de una doncella ricamente adornada, la mítica figura de la serpiente emplumada en el templo de Kukulkán y el robusto ritual deportivo del juego de pelota. Es especialmente notable el hecho de que en Chichén Itzá, si bien creó algunos fugaces momentos que parecieran aludir a lo ritual, la compositora se mantuvo alejada de los clichés indigenistas de las músicas de concierto de la época, y la impresión que deja la audición del poema sinfónico es la de una música de raíz cabalmente europea.
El estreno de Chichén Itzá ocurrió en México bajo la batuta de Carlos Chávez,

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