Kalinnikov, Vasily - Sinfonía no. 1 en sol menor

Vasily Kalinnikov (1866 - 1901)

Sinfonía no. 1 en sol menor

Allegro moderato
Andante commodamente
Scherzo. Allegro non troppo
Finale. Allegro moderato

No es muy frecuente encontrar la música de Vasili Kalinnikov en programas de concierto o en grabaciones, a pesar de que su estilo inconfundiblemente ruso presenta algunas virtudes similares a las de otros compositores de mayor fama y prestigio. Podría pensarse que la corta duración de su vida, truncada por la enfermedad y la penuria, le impidió lograr solidez y solvencia en su lenguaje musical; sin embargo, en su breve catálogo hay obras que evidencian su dominio sobre la materia sonora. Música incidental para teatro, óperas inconclusas, proyectos de operetas, obras para piano, numerosas canciones y obras corales, dos sinfonías y otras composiciones, dan cuenta de una carrera corta pero bien aprovechada.

Además de sus problemas económicos y de salud, Kalinnikov tuvo que luchar contra la incomprensión de algunos de sus contemporáneos más ilustres, incluyendo la de Nikolai Rimski-Korsakov (1844-1908). Sin embargo, Kalinnikov tuvo la suerte de contar también con protectores y mecenas, entre los cuales tuvieron especial importancia el crítico y profesor Semyon Kruglikov (1851-1910) y Piotr Ilyich Chaikovski (1840-1893). Hacia 1893, la salud de Kalinnikov se deterioró notablemente, lo que obligó al compositor a establecerse en Yalta, en la península de Crimea, donde el clima era menos brutal que en Moscú. En Yalta pasó el resto de su vida, y fue ahí donde compuso, entre 1894 y 1895, la obra más conocida y más frecuentemente interpretada de su catálogo, su Primera sinfonía.

Desde el inicio del primer movimiento se pone en evidencia el carácter eslavo de la obra (y la sombra de la música de Alexander Borodin, 1883-1887), a través de los dos temas principales que Kalinnikov propone para su desarrollo. A la usanza tradicional, el primero de esos temas es poderoso y vital, mientras que el segundo es de cualidades más líricas. Hacia la parte media del movimiento, Kalinnikov propone un interesante tratamiento fugado del primero de los dos temas. Al inicio del segundo movimiento, el acompañamiento del arpa es importante para establecer el carácter ondulante de la pieza. Esta introducción da lugar a una amplia, cálida melodía en el oboe. A lo largo de todo el movimiento predominan las maderas en el manejo de los materiales temáticos, bien complementadas por las respuestas de las cuerdas. Después de un breve y bello pasaje para el corno, Kalinnikov retoma el ambiente del inicio del movimiento, presentando de nuevo la melodía del oboe. El scherzo es un movimiento vivo pero elegante, con todo el carácter de una danza campesina estilizada. Este scherzo tiene la forma tradicional A-B-A, con el interés añadido de que la sección B, es decir, el trío, es a su vez una forma ternaria. Este trío es de carácter melancólico y es protagonizado por una lírica melodía del oboe. Al interior del trío hay un episodio en el espíritu de una danza cortesana, una especie de andantino que conduce de vuelta a la melodía del oboe y de ahí a la reiteración del scherzo inicial. Todo este movimiento tiene un sabor inconfundiblemente ruso. El movimiento final de la Primera sinfonía de Kalinnikov se inicia de manera muy similar al primero; de hecho, el compositor retoma aquí parte del material temático del inicio de la obra antes de establecer sus nuevos temas. La orquestación es más brillante que en el resto de la sinfonía y poco antes del final hay un sólido episodio marcado por la declamación de los metales. El final es solemne y brillante, en el espíritu de muchas otras sinfonías rusas.

Al terminar la composición de su Primera sinfonía, Kalinnikov envió la partitura a su benefactor Kruglikov, a quien la obra está dedicada. A su vez, Kruglikov la envió a Rimski-Korsakov, quien la rechazó aduciendo numerosos errores técnicos; investigaciones musicológicas subsecuentes indican que los errores detectados por Rimski-Korsakov se debieron probablemente a equivocaciones del copista. El caso es que la sinfonía llegó a manos del director Alexander Vinogradski, quien se dio a la tarea de preparar y dirigir el estreno, que ocurrió en 1897 en Kiev durante un concierto de la Sociedad de Música Rusa. A pesar del escepticismo de los colegas de Kalinnikov, la sinfonía fue recibida cálidamente por el público, al grado de que sus movimientos segundo y tercero hubieron de ser repetidos en el mismo concierto. Poco tiempo después de su estreno, la Primera sinfonía de Kalinnikov fue interpretada en Viena, París, Berlín y Moscú, con éxito similar, y ha permanecido hasta la fecha en el repertorio sinfónico ruso. En un breve ensayo sobre Kalinnikov, la musicóloga Jennifer Spencer ofrece una visión interesante de la Primera sinfonía:

Kalinnikov se oponía con firmeza a la música descriptiva que sigue un programa complejo en cada detalle, prefiriendo en cambio evocar la atmósfera de su tierra nativa con temas cuyos contornos melódicos y patrones rítmicos son característicos de la canción folklórica, así como con una orquestación colorida y efectos tímbricos cuidadosamente planeados. Esta actitud creativa encuentra su mejor expresión en la Primera sinfonía.

A manera de conclusión cabe señalar que la Segunda sinfonía de Kalinnikov, escrita entre 1895 y 1897, es de cualidades muy similares a su antecesora, especialmente en lo que se refiere a su ambiente sonoro inconfundiblemente ruso, aunque es menos sólida y compacta en su desarrollo.

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