Chausson, Ernest - Poema para violín y orquesta, Op. 25

Ernest Chausson (1855-1899)

Poema para violín y orquesta, Op. 25

El catálogo de Ernest Chausson no es ni muy amplio ni muy variado, pero en él pueden hallarse algunos de los momentos culminantes del romanticismo francés tardío, así como algunos apuntes de un lenguaje más moderno. En ese breve catálogo destacan sobre todo el Poema del amor y del mar, la Sinfonía Op. 20, el Trío (violín, cello y piano) Op. 3, el hermoso y singular Concierto Op. 21 para violín, piano y cuarteto de cuerdas, y el contemplativo Poema para violín y orquesta.

Una buena forma de aproximarse al Poema de Ernest Chausson, una de sus obras más sólidas y logradas, es a través de una breve enumeración biográfica en cuatro partes.

  1. César Franck (1822-1890) Compositor y organista de origen belga, Franck se caracterizó por una naturaleza humilde y bondadosa, reflejada cabalmente en sus obras. Obtuvo su primer éxito de público a los 68 años de edad, cosa que no pareció preocuparle mucho. Fue organista en la iglesia de Santa Clotilde en París y profesor del Conservatorio de la capital francesa. Su estilo es una peculiar combinación de refinamiento francés y temperamento alemán. Entre sus obras más destacadas se encuentran una Sinfonía, las Variaciones sinfónicas para piano y orquesta, un cuarteto de cuerdas, un quinteto con piano, una bella sonata para violín y piano y algunos poemas sinfónicos (Psyché, Los Djinns, El cazador maldito) en los que exploró la forma cíclica a la manera de Liszt.

  2. Richard Wagner (1813-1883) Aunque no fue una buena persona ni mucho menos, Wagner logró ejercer una influencia notable sobre quienes lo rodearon, y más aún, cambió de manera decisiva el desarrollo técnico y expresivo de la música, principalmente a través de su muy personal concepción del drama musical, y de su atrevido pensamiento armónico. Dedicó la mayor parte de su trabajo creativo a la composición de gigantescas óperas, la mayoría de ellas basadas en temas de la mitología germánica, y creó en Bayreuth una casa de ópera especialmente concebida para sus producciones. Fue un pésimo administrador, sus finanzas fueron de dudosa transparencia, tenía la costumbre de desear y seducir a la mujer del prójimo, vivió el exilio debido a sus pasos en falso en el terreno de la política, y todavía se dio tiempo para escribir no sólo los libretos de sus óperas, sino también diversos textos teóricos y críticos en los que propuso ideas sociales y políticas más o menos repugnantes. A pesar de todo ello, se ganó un lugar de gran importancia en la historia de la música de su tiempo, y su influencia como compositor se dejó sentir hasta bien entrado el siglo XX.

  3. Iván Turgenev (1818-1883) Novelista y dramaturgo ruso, nacido en el seno de una familia pudiente, Turgenev desarrolló una enorme sensibilidad estética y un gran amor por la naturaleza. Estudió a los clásicos, conoció la filosofía idealista y se interesó por las cuestiones políticas y sociales de su tiempo. Mantuvo una tormentosa relación con la cantante Pauline García, que se reflejó en algunas de sus obras, y sus viajes por Europa le permitieron observar la realidad rusa desde un punto de vista objetivo. Experimentó con diversos géneros literarios y dramáticos, y se convirtió en el precursor del moderno teatro ruso. Además, en abierta contradicción con las costumbres de su tiempo, denunció la servidumbre y la esclavitud, lo que lo hizo convertirse en una figura social de importancia. Turgenev fue siempre muy sensible al ritmo y la cadencia de las palabras, y supo describir con rara precisión la psicología de sus personajes.

  4. Eugène Ysaÿe (1858-1931) Violinista, compositor y director belga, Ysaÿe fue el principal intérprete de las más importantes composiciones para violín de los músicos franceses y belgas de su tiempo. Originario de Lieja, estudió con dos de los más grandes violinistas de la generación anterior, Vieuxtemps y Wieniawski. Realizó giras por diversos países de Europa y fue maestro de violín en el Conservatorio de Bruselas. Fundó un cuarteto de cuerdas y en 1894 inició en Bruselas una serie de conciertos en los que dio a conocer mucha música nueva de su tiempo. La técnica violinística de Ysaÿe se caracterizaba por su peculiar uso del vibrato, y su estilo fue influido en buena medida por la Sonata de César Franck, que le fue dedicada. Más tarde, recibió dedicatorias de obras de Saint-Saëns, D’Indy, Fauré y Debussy, entre otros. Entre sus obras, destacan seis sonatas para violín solo que contienen interesantes propuestas técnicas.

Una vez presentado este cuarteto de breves esbozos biográficos, los cuatro personajes pueden reunirse con Chausson de manera natural. El Poema de Chausson, escrito en 1896, muestra la influencia del temperamento de su maestro, César Franck y, sobre todo en sus primeras páginas, algunas sombras del pensamiento musical de Wagner, a quien Chausson admiraba mucho. Sin ser narrativo ni descriptivo en el sentido estricto, el Poema le fue inspirado a Chausson por la lectura de un cuento corto de Iván Turgenev. La obra está dedicada a Eugène Ysaÿe, quien realizó el estreno en París, el 4 de abril de 1897.

El Poema de Ernest Chausson es más evocativo que virtuosístico, y se ha vuelto especialmente atractivo para los violinistas por sus largos arcos melódicos, en los que se pone de manifiesto el potencial cantable del violín.

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