Pequeña sinfonía para nueve alientos
Adagio y allegretto
Andante cantabile
Scherzo
Finale
Es preciso reconocer que el prestigio de Charles Gounod está basado solamente en dos de sus obras, y las dos son óperas: Fausto (1859) y Romeo y Julieta (1867). Del resto de su catálogo, se conocen apenas un puñado de obras, como la Marcha fúnebre para una marioneta, la Misa de Santa Cecilia y su famoso (aunque no necesariamente bueno) Ave María, que no es sino una empalagosa melodía superpuesta al primer preludio de El clave bien temperado de Johann Sebastian Bach (1685-1750). En el resto de la desconocida producción de Gounod se encuentran algunas óperas más, un Réquiem, tres cuartetos de cuerdas, una gran cantidad de mélodies para voz y piano, varias misas, numerosas obras sacras, oratorios, cantatas, piezas para piano, etc. La parte orquestal del catálogo de Gounod es relativamente parca, destacando sobre todo dos sinfonías para orquesta, escritas en 1855. La otra “sinfonía” de Gounod es, estrictamente, una pieza camerística en su dotación, aunque su planteamiento formal sí tiene elementos que apuntan hacia lo sinfónico. ¿Quizá podría hablarse de una sinfonietta?
En un texto analítico de Martin Cooper sobre la música de Gounod se lee lo siguiente:
Aunque Gounod es recordado hoy por su música vocal, las dos sinfonías que escribió en 1855 (No. 1 en re mayor, No. 2 en mi bemol mayor) y la Petite symphonie para nueve instrumentos de aliento (1885) muestran una habilidad modesta pero consistente en el manejo de materiales sencillos en las formas tradicionales. Los modelos fueron claramente Haydn y Beethoven en el Allegro agitato y el Larghetto non troppo de la No. 2, y Mendelssohn en el Allegretto de la No. 1 y el Finale de la No. 2. Saint-Saëns decía que el estilo musical de Gounod era “de una elegancia impecable”, pero que esa elegancia cubría una vulgaridad básica, una vena plebeya que actuaba como un antídoto a lo que de otra manera hubiera sido una delicadeza afeminada y una falta de músculo.
Más allá de estos cáusticos conceptos sobre su música, el hecho es que las obras vocales de Gounod fueron las que lo mantuvieron en el gusto del público de su tiempo, por lo que el compositor se dedicó sobre todo a escribir para la voz, particularmente en el último par de décadas de su vida. Esta orientación hacia la creación de obras vocales fue interrumpida por un encargo de Paul Taffanel (1844-1908), el famoso flautista y profesor de flauta del Conservatorio de París, y amigo cercano de Gounod. Durante su estancia en el Conservatorio, Taffanel había fundado un grupo instrumental dedicado específicamente a la ejecución de piezas de cámara para alientos. Taffanel convocó a algunos de los compositores más notables de su tiempo a contribuir partituras para el grupo (llamado oficialmente Sociedad de Música de Cámara Para Instrumentos de Aliento); en 1885, el gran intérprete y pedagogo de la flauta encargó a Gounod una obra para el grupo, y del encargo surgió la Petite symphonie (‘Pequeña sinfonía’) para nueve alientos. En principio, la dotación elegida por Gounod era muy parecida al octeto utilizado por Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) en algunos de sus divertimentos y serenatas. Se dice que el noveno instrumento, una flauta, fue añadido en deferencia a Taffanel. (En algunas fuentes se consigna, erróneamente, que la partitura incluye dos flautas). Es interesante notar que algunos textos describen la dotación de la Petite symphonie como un doble quinteto sin la segunda flauta, mientras que la mayoría se refieren a un octeto más una flauta. ¿Qué resultó del encargo de Taffanel? Lo evidente: una obra que en su planteamiento formal alude a la escuela clásica vienesa, mientras que en lo melódico y lo armónico se pliega estrictamente a la tradición francesa de su tiempo. Steven Ledbetter hace esta breve, pero completa descripción de la obra:
La Petite symphonie es una evocación en miniatura de una sinfonía clásica completa desde el punto de vista del final del siglo XIX, delicada, evocativa y elegantemente coloreada. El movimiento inicial abre con una introducción lenta a la manera de Haydn antes de derivar a un movimiento en forma de allegro de sonata. El movimiento lento hace destacar especialmente a la flauta de Taffanel. El Scherzo tiene más el aire de una cacería que de una danza clásica, pero contiene un trío completo y una reexposición. El Finale está lleno de exuberantes síncopas y staccatos que pasan los materiales musicales entre los instrumentos del ensamble para deleite mutuo de todos.
La Petite symphonie para nueve instrumentos de aliento fue estrenada en la famosa Sala Pleyel de París el 30 de abril de 1885, con la Sociedad de Música de Cámara para Instrumentos de Aliento (a la que está dedicada la partitura) conducida desde la flauta por Paul Taffanel.