Shostakovich, Dmitri - Sinfonía no. 1 en fa menor, op. 10

Dmitri Shostakovich (1906-1975)

Sinfonía no. 1 en fa menor, op. 10

Allegretto-Allegro non troppo
Allegro
Lento
Allegro molto-Lento-Allegro molto

Siempre que se habla de la Primera sinfonía de Dmitri Shostakovich se repite el concepto de que, para ser una obra de juventud, es una obra de una madurez y una seguridad notables. Esta asombrosa Primera sinfonía lleva el número de opus 10 en el catálogo del compositor ruso y, aunque sólo sea por curiosidad, no está de más saber qué obras le precedieron. Así, tenemos que el opus 1 de Shostakovich es un Scherzo para orquesta; el opus 2, Ocho preludios para piano; el opus 3, Tema y variaciones para orquesta; en su opus 4 Shostakovich propuso Dos fábulas de Krylov para mezzosoprano y orquesta; en seguida, Tres danzas fantásticas para piano, Op. 5; para el opus 6, una Suite para dos pianos; el opus 7 es otro Scherzo para orquesta; el opus 8 fue asignado a un Trío para violín, violoncello y piano; y en el opus 9 hallamos Tres piezas para violoncello y piano. Esta última obra fue escrita en 1923 y al año siguiente Shostakovich estaba listo para dar la gran sorpresa con su Primera sinfonía. Y como esta obra tiene mucho que ver con Shostakovich el estudiante de música, se impone hacer una breve desviación y revisar sus estudios formales.

A los nueve años de edad Shostakovich estaba recibiendo las primeras lecciones de piano a cargo de su madre. A los diez entró a la Escuela Glasser de Música y pronto comenzó a realizar sus primeras composiciones, que años más tarde destruiría en un momento de autocrítica. En 1919 Shostakovich ingresó al Conservatorio de Leningrado, su ciudad natal, apoyado moral y económicamente por el compositor Alexander Glazunov (1865-1936). Cuatro años después, había terminado brillantemente la carrera de pianista; al respecto, los historiadores afirman que Shostakovich bien pudo haber realizado una gran carrera de giras y conciertos como ejecutante, pero el caso es que prefirió dedicarse a la composición, y las pocas actividades que realizó como pianista fueron casi siempre interpretando su propia música.

Entre 1924 y 1925 Shostakovich compuso una obra que debía ser presentada en el Conservatorio de Leningrado como su pieza de graduación; la obra en cuestión fue la Primera sinfonía, que causó una sensación inmediata y que hasta hoy es una de sus obras más populares. La sinfonía se estrenó el primero de mayo de 1926 en Leningrado bajo la dirección de Nikolai Malko. De inmediato, la obra se tocó en Moscú y obtuvo la aprobación unánime de los críticos. Poco después, el gran director alemán Bruno Walter llegó a la Unión Soviética en una gira y conoció la partitura de la Primera sinfonía de Shostakovich, que el propio compositor interpretó para él en el piano. La obra impresionó tanto a Walter que el director alemán se llevó copia de la partitura y a su regreso a Europa Occidental interpretó la sinfonía en Berlín, en Munich y en Viena, en 1927. Un año después, Leopold Stokowski daba a conocer la Primera sinfonía de Shostakovich en los Estados Unidos, al estrenarla en Filadelfia.
Rita McAllister, conocedora profunda de la música de Shostakovich, escribió un texto en el que da cuenta de las características principales de esta obra: concepción de temas como mosaicos, tendencia a la estructura por secciones, instrumentación muy individual, explorando los registros extremos de los instrumentos, la inclusión del piano como instrumento orquestal. La solidez de esta obra de Shostakovich, su energía y su frescura, y el hecho de que haya permanecido en un lugar de privilegio en el repertorio del siglo XX se hacen aún más admirables cuando recordamos que fue escrita por un joven de 18 años de edad. Al ser estrenada la Primera sinfonía de Shostakovich el medio musical oficial de la Unión Soviética supo reconocer el valor y el talento del compositor, quien se convirtió en una especie de músico oficial del sistema, promovido, protegido y halagado. Este estado de cosas habría de durar bien poco, porque en 1936, a raíz de su ópera Lady Macbeth de Mtsensk, Shostakovich provocó la ira de las autoridades, que comenzaron a denunciarlo y criticarlo con dureza, al grado de obligarlo a retirar su Cuarta sinfonía durante los ensayos previos al estreno. Más tarde, el compositor ofreció su Quinta sinfonía como una especie de “disculpa musical” ante la burocracia soviética, pero en realidad esta obra fue más un grito de angustia y rebeldía que una solicitud de perdón.
Además de lo anotado por Rita McAllister respecto a las tendencias de Shostakovich como sinfonista, vale la pena mencionar lo dicho por el musicólogo Robert Layton, quien afirma que en las sinfonías del compositor soviético (incluida la primera) están presentes las mayores contradicciones: lo épico, lo vulgar, lo desolado, lo pesimista, lo brutal, lo humorístico. Es decir, un mundo musical moderno muy al estilo del de Gustav Mahler (1860-1911), lo que nos lleva a suponer que, quizá, con la creación de su Primera sinfonía Shostakovich estaba dando aviso de que él era el auténtico heredero de la gran tradición sinfónica europea.

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