Sinfonía concertante para violoncello y orquesta en mi menor, Op. 125
Andante
Allegro giusto
Andante con moto – Allegretto – Allegro marcato
Además de ser uno de los compositores más importantes de su generación, Sergei Prokofiev fue un pianista de muy buen nivel. De ahí que la mayor parte de su música para instrumentos solistas con orquesta haya sido dedicada al piano. He aquí una visión panorámica de la producción concertante de Prokofiev:
Concierto para piano No. 1 (1911-1912)
Concierto para piano No. 2 (1912-1913)
Concierto para violín No. 1 (1916-1917)
Concierto para piano No. 3 (1917-1921)
Concierto para piano No. 4 (1931)
Concierto para piano No. 5 (1932)
Concierto para violoncello (1933-1938)
Concierto para violín No. 2 (1935)
Sinfonía concertante para violoncello (1950-1951)
Además de las obras citadas en esta lista, Prokofiev abordó en 1952 la composición de un Concertino para violoncello, que quedó inconcluso a su muerte, y que fue terminado por Mstislav Rostropovich y Dimitri Kabalevsky. Ese mismo año, el compositor inició la creación de lo que debió haber sido su Concierto para piano No.6, con acompañamiento de cuerdas, que tampoco fue terminado.
Después de haber residido en París desde 1922, Prokofiev comenzó a contemplar en la década de los 1930s la posibilidad de regresar a la Unión Soviética. Este retorno fue realizado de manera gradual, y no fue sino hasta 1936 que el compositor se estableció definitivamente en Moscú con su familia. Una de las obras creadas por el compositor en ese complejo período de transición fue su Concierto para violoncello Op. 58, cuya creación le tomó más de cuatro años de trabajo. Este Concierto Op. 58 corrió con poca suerte, ya que su estreno en la Unión Soviética, realizado en 1938, resultó un fracaso, debido en buena medida a la pobre interpretación del solista, Lev Berezovsky. Cerca de diez años más tarde, Prokofiev tuvo la oportunidad de escuchar una interpretación de esta obra (a cuya partitura había hecho algunos cambios menores) en versión para violoncello y piano a cargo de un joven y muy prometedor violoncellista ruso, Mstislav Rostropovich. El evidente interés de Rostropovich en la pieza motivó a Prokofiev a volver a la partitura de esta malograda obra y realizó una revisión radical y completa (con la colaboración de Rostropovich) con la intención de convertirla en un Segundo concierto para violoncello y orquesta. En esta nueva versión, la obra fue estrenada en Moscú el 18 de febrero de 1952 por el propio Rostropovich, a quien Prokofiev dedicó la partitura. De nuevo, la obra resultó fallida, y el Segundo concierto tampoco tuvo éxito; en algunas fuentes se menciona el hecho interesante de que el fracasado estreno de este Segundo concierto para violoncello de Prokofiev marcó la única aparición del gran pianista ruso Sviatoslav Richter como director de orquesta. Decidido a no permitir que esta malograda obra suya se perdiera para siempre, Prokofiev realizó una segunda y más completa revisión de la partitura, de la que surgió la Sinfonía concertante Op. 125 para violoncello y orquesta.
Si bien es cierto que el Concierto Op. 58 y la Sinfonía concertante Op. 125 tienen como cimiento los mismos materiales musicales, existen también grandes diferencias entre ambas partituras. Entre otras diferencias, una de las más notables es la orquestación, que si en el Concierto es relativamente ligera, en la Sinfonía concertante se vuelve más rica y variada. Si en la primera versión de la obra la armonía es severa y astringente, en la Sinfonía concertante tiende más hacia el estilo neoclásico de Prokofiev. En más de una ocasión se ha dicho que el hecho de que la primera versión de la obra, como Concierto Op. 58, esté prácticamente olvidada, se debe sobre todo a la enorme dificultad de la parte solista; incluso, numerosos intérpretes de prestigio han mencionado el hecho de que la parte del violoncello es incómoda y que está escrita con poco conocimiento de los alcances y limitaciones del instrumento. De ahí que haya resultado de capital importancia la asesoría de Rostropovich en la realización de la nueva versión de la obra como Sinfonía concertante. Fue Rostropovich quien sugirió a Prokofiev simplificar algunos de los pasajes solistas de la obra, no porque él no pudiera tocarlos (Rostropovich podía tocar cualquier cosa escrita para el violoncello) sino para que otros colegas suyos pudieran interpretar la obra. El compositor accedió a la petición de Rostropovich, y a los pasajes simplificados de la parte solista los designó en la partitura como facilitatione.
Antes de realizar la versión definitiva de esta obra como Sinfonía concertante Op. 125 (cuya última revisión concluyó en 1952), Prokofiev compuso otra obra importante para Rostropovich, la Sonata Op. 119 para violoncello y piano, de 1949.