Obertura Luisa, op. 15
Una de las quejas más frecuentes que externan los melómanos realmente interesados en la música mexicana es la escasa frecuencia con la que se programan las obras de nuestros compositores, más allá de las numerosas repeticiones de un puñado de obras que ya alcanzaron indiscutiblemente la categoría de “caballitos de batalla”. Este triste estado de cosas, que no ha mejorado mucho en los últimos años, tiene una vertiente aún más desoladora: la todavía más escasa frecuencia con la que nuestras orquestas, ensambles y solistas programan las obras de nuestras compositoras. Justo es decir, en este sentido, que, por extrañas razones, la poca música que de ellas se programa pertenece casi siempre a compositoras vivas y activas. Es decir, que nuestros programas de concierto son casi totalmente ajenos a la música de las compositoras mexicanas de antes. Ello tiene que ver, por supuesto, con el hecho de que hasta bien entrado el siglo XX, eran relativamente pocas las mujeres que en México se dedicaban profesionalmente a la composición, y muchas de ellas lo hacían desde la trinchera de lo popular. Pero también es un hecho que son pocos los esfuerzos realizados hasta ahora por rescatar y difundir la obra de nuestras creadoras musicales de antaño. Es por ello que la aparición de una obra (¡sinfónica!) de Guadalupe Olmedo en un programa de concierto es particularmente significativa.
Como es usual en estos casos de desmemoria histórica general, y de exclusión de género en particular, son escasos los datos biográficos sólidos y fidedignos que han circulado sobre la persona y la obra de Guadalupe Olmedo, originaria de Toluca. Se sabe que dio sus primeros pasos en el estudio del piano, como solía ser usual en las damas de su tiempo. Sin embargo, a la Srita. Olmedo se le ocurrió la inusual idea de que una mujer podía ser también compositora, y como vía de preparación para ello eligió estudiar en el Conservatorio. Al parecer fue una aprendiz curiosa, ya que además de tomar las clases y cursos de rutina, dedicó buena parte de su tiempo a estudiar con asiduidad algunos textos teóricos importantes, sobre todo de los tratadistas europeos.
Lo que se conoce del catálogo de sus obras no es muy abundante, pero de su enumeración es posible deducir algunas cosas interesantes. Por ejemplo, el hecho de que Guadalupe Olmedo siguió una línea de pensamiento que en aquel tiempo era muy común en Europa: la de escribir fantasías, variaciones, glosas y otras extrapolaciones sobre aires operísticos de la época. Así, compuso por ejemplo un par de obras sobre temas de Aída, de Giuseppe Verdi (1813-1901) y Los hugonotes de Giacomo Meyerbeer (1791-1864). En este rubro de su producción hay una tercera obra que es también interesante en el plano de su historia personal: una Paráfrasis sobre la ópera Ildegonda del compositor mexicano Melesio Morales (1838-1908), de quien fue esposa. Antes de ser su cónyuge, Guadalupe Olmedo fue alumna de Morales, y la ópera Ildegonda le fue dedicada por el compositor. (Otros maestros de la compositora mexicana fueron Agustín Caballero (1815-1886) y Cenobio Paniagua (18121-1882)). Otro dato histórico interesante: su Cuarteto de cuerdas Op. 14 (designado como Quartetto Studio Classico) es hasta la fecha el cuarteto mexicano más antiguo del que se tiene noticia cierta. También es muy probable (así lo afirma la musicóloga Xochiquetzal Ruiz Ortiz) que Olmedo haya sido la primera mujer mexicana que escribió música sinfónica. Y si de hitos y logros históricos se trata, justo es mencionar el hecho de que, como reconocimiento a sus composiciones y ciertamente también a su género, la Sociedad Filarmónica Mexicana le otorgó una presea con la siguiente inscripción:
A la Señorita Guadalupe Olmedo, primera compositora mexicana que ha escrito en el género clásico
Además de lo ya señalado, cabe mencionar que Guadalupe Olmedo, de familia acomodada, ofreció numerosos recitales de piano en los círculos aristocráticos mexicanos, y que dedicó buena parte de su tiempo a la enseñanza del piano, sobre todo a señoritas de esos mismos círculos. En su Diccionario Enciclopédico de Música en México, Gabriel Pareyón menciona el dato de que la compositora fue también colaboradora de algunas publicaciones de la época, tales como El álbum musical y Revista melódica.
Una muestra más de la escasa atención que ponemos a nuestras compositoras es el hecho de que diversas fuentes documentales de nuestro tiempo consignan distintas fechas para su nacimiento y muerte: 1853-1889, 1856-1896, 1853-1896, etc. En algunos documentos se consigna, incluso, que murió en 1925. ¿A quién creerle? De igual manera, algunos textos afirman que las partituras del Cuarteto Op. 14 y de la Obertura Luisa Op. 15 fueron presentadas como materiales de ingreso al Conservatorio, mientras que en otros se dice que las presentó como parte de su examen final de graduación. Y quizá fue también la primera mujer en graduarse del Conservatorio, a juzgar por el texto de la presea arriba citado.
La obertura Luisa de Olmedo es una pieza fresca y ligera que por momentos hace pensar en la obertura de una ópera, debido a su estructura y a las características de sus materiales melódicos. Es interesante notar en la pieza que la compositora omite la introducción lenta, solemne y dramática que era usual en las oberturas de la época. El final de la pieza es veloz, brillante y extrovertido.
En el año 2011 se dio noticia de que un investigador había descubierto en el Conservatorio de Milán las partituras de cuatro obras de Guadalupe Olmedo: tres canciones, y una reducción para piano de la Obertura Luisa.