Concierto para piano no. 2 (estreno en México)
I . Moderato
II. Adagio
III. Allegro
Originaria de Montevideo, Uruguay, Florencia Di Concilio (1979) proviene de una familia con varias generaciones de músicos, lo que le permitió familiarizarse tanto con la música clásica como con la música popular. Tras estudiar en la Escuela de Artes del College of Charleston en Carolina del Sur, continuó su formación en el Conservatorio de Música de Nueva Inglaterra y posteriormente obtuvo una maestría en composición y orquestación en el Conservatorio de París. Fue precisamente en Francia donde incursionó en la musicalización de películas, un trabajo que ha desarrollado a lo largo de los años en filmes entrañables como Calamity (2020), una película animada ambientada en el Viejo Oeste estadounidense, basada en la vida de la legendaria Calamity Jane. Hábil jinete y tiradora, Jane trabajó como exploradora para el ejército, guió caravanas y participó en diversas actividades fronterizas en una época dominada por hombres.
Pero, como la misma compositora ha reconocido: “Para hacer música de cine, primero tienes que saber cómo hacer música”, y es así como hoy nos encontramos con su Concierto para piano núm. 2. Compuesto por encargo de la Orquesta Sinfónica de Miami y estrenado por esta misma agrupación en octubre de 2016 con el pianista uruguayo Ciro Foderé como solista, bajo la batuta del director venezolano Eduardo Marturet.
Esta obra de tres movimientos ha sido descrita como el “Concierto para piano núm. 5 de Rachmaninoff”, y en efecto, el carácter romántico del primer movimiento evoca las ensoñaciones propias de los conciertos del compositor ruso. Sin embargo, la manera en que Di Concilio desarrolla las variaciones del tema central revela tanto su formación pianística como su experiencia en la música cinematográfica, donde el tema principal adquiere un carácter entrañable. Incluso, por momentos, la obra nos remite a improvisaciones jazzísticas y guiños a la música cinematográfica de Ennio Morricone.
El segundo movimiento, descrito como una evocación de la luz de la luna, continúa la atmósfera onírica en un episodio lento donde el piano y la orquesta dialogan íntimamente, en un intercambio de igual a igual. En el tercer movimiento, Di Concilio hace honor a su apellido (concilio), fusionando el lirismo romántico con un lenguaje contemporáneo, entrelazando influencias europeas, estadounidenses y latinoamericanas. Este movimiento retoma un pulso acelerado, con pasajes de gran exigencia para el solista que llevan la tensión in crescendo hasta un clímax final de gran intensidad.