Tango
La primera obra del programa nos acerca a una de las figuras más relevantes en la toma de conciencia y acción frente a las desigualdades de género en la sociedad mexicana: Gina Enríquez. Pianista, compositora y directora de orquesta, Enríquez ha desarrollado una destacada trayectoria musical, siempre consciente del impacto que la música puede tener en quienes la escuchan. Su compromiso la llevó a fundar en 2002 la Orquesta Sinfónica de Mujeres del Nuevo Milenio, la primera agrupación profesional de México integrada únicamente por mujeres. En su más reciente etapa, su trabajo ha estado vinculado con el activismo en favor de especies en peligro de extinción y la “conservación de la vida”, como ella misma afirma. Sin embargo, su catálogo también incluye piezas como Tango, donde expresa su amor por esta música surgida a finales del siglo XIX en Argentina y Uruguay, resultado de la fusión de influencias como los ritmos africanos, la habanera cubana, la milonga y la música europea.
Compuesta en 2001, Tango fue estrenada ese mismo año por la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Hidalgo bajo la batuta de la propia compositora. Desde entonces, la obra ha tenido una larga vida en México y el extranjero, incluyendo con ello varias grabaciones: la primera en 2003 con la orquesta que Enríquez fundó y dirigió; otra en 2010 con la Orquesta Sinfónica del Instituto Politécnico Nacional, bajo la dirección de Gabriela Díaz Alatriste, y la más reciente en 2018 con la Orquesta Sinfónica de Puebla, dirigida por Fernando Lozano.
Se trata de uno de los pocos tangos sinfónicos compuestos originalmente para orquesta, en contraste con los numerosos arreglos de obras de compositores como Astor Piazzolla, uno de los favoritos de Enríquez. Aunque la obra sigue el estilo del tango tradicional, lleva en sí misma la impronta de la compositora, quien incorpora gestos del jazz en la escritura de los alientos, evocando por momentos el sonido de las big bands de la década de 1930. Tras una breve introducción, Tango nos arrastra al universo de esta danza sensual, capturando la energía del baile y la mirada de quienes lo presencian. En la sección central, el tango se transforma en un idilio, con un pasaje entre los alientos que, como comenta la autora “bien podría simular las caricias de los bailarines”. Pero, como el tango no es tal sin drama, el tema de la primera parte regresa con su marcha marcada, impulsándonos nuevamente al movimiento hasta el último compás.