Concierto doble para clarinete y fagot, TrV293
Allegro moderato - L'istesso tempo -
Andante -
Rondo: Allegro ma non troppo (in cominciando un poco esitando)
Cuando uno se pone a pensar en las contribuciones de Richard Strauss al mundo de la música, vienen a la memoria tres cosas fundamentales:
1.- Poemas sinfónicos de estupenda manufactura.
2.- Óperas de temas y alcances muy variados.
3.- Canciones de una gran profundidad emotiva.
Esta breve lista no abarca, es claro, la producción íntegra de Strauss, pero sí cubre las tres áreas principales de su pensamiento musical. Esta enumeración permite ver con toda claridad (suponiendo que haya un acuerdo más o menos generalizado sobre ella) que a diferencia de muchos de sus contemporáneos Strauss no puso demasiado énfasis en la escritura concertante. Sin embargo, para no perder de vista el hecho de que Strauss también compuso música para instrumentos solistas con orquesta, vale la pena hacer otra breve enumeración:
- Concierto para violín y orquesta, 1883
- Primer concierto para corno, 1884
- Burlesca para piano y orquesta, 1885
- Preludio festivo para órgano y orquesta, 1913
- Segundo concierto para corno, 1943
- Concierto para oboe, 1946
Así, hay en el catálogo de Strauss media docena de obras concertantes, que se complementan con el Dueto-Concertino para clarinete, fagot y orquesta que hoy nos ocupa. La combinación de clarinete y fagot como instrumentos solistas de un doble concierto no es muy usual, pero se antoja lógica por el parentesco cercano entre ambos instrumentos; basta recordar los numerosos pasajes de los quintetos de alientos en los que el clarinete y el fagot dialogan en intercambios musicales de alto rendimiento. Cualquier análisis de este Dueto-Concertino de Strauss plantea, casi obligadamente, una pregunta: ¿qué importancia relativa dio el compositor al clarinete y al fagot en este Dueto-Concertino? Aunque esta pregunta parezca un tanto superflua, es interesante si se recuerda, por ejemplo, que la parte del violoncello en el Triple concierto de Ludwig van Beethoven (1770-1827) es de menor jerarquía que las partes del violín y del piano, y que la parte del tercer piano en el Concierto K. 242 de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) es mucho más fácil que las partes de los otros dos pianos. La otra cara de la moneda, el ejemplo del gran balance instrumental entre dos solistas, sería el Doble concierto para violín y violoncello de Johannes Brahms (1833-1897). En el caso de la obra de Strauss, parece evidente en una primera audición que la parte del león se la lleva el clarinete, mientras que el fagot se mantiene en un segundo plano. Al respecto, cito aquí una anécdota que me fue narrada por el espléndido fagotista mexicano Fernando Traba. Cuando su maestro George Goslee se retiró como primer fagot de la Orquesta de Cleveland, era bien conocida por sus colegas su aversión a tocar como solista. Así, Goslee eligió para su concierto de despedida tocar el Dueto-Concertino de Strauss porque, según él mismo lo dijo, el clarinetista tendría que hacer el trabajo importante mientras él descansaba. Esto no debe hacer pensar, sin embargo, que Strauss se olvida del fagot en esta obra. De hecho, el movimiento central se inicia con un importante solo, que es el trozo más notable que el compositor dedica al fagot a lo largo de la pieza. De hecho, es espacialmente interesante el dato de que Strauss compuso esta obra pensando en un amigo suyo fagotista, Hugo Burghauser. En una de sus cartas a Burghauser, el compositor escribía esto en referencia al ambiente del primer movimiento del Dueto-Concertino:
Una princesa que baila es alarmada por las grotescas evoluciones de un oso que la imita. Finalmente, es apaciguada por el animal y baila con él, que al final se convierte en un príncipe. Así que, al final, tú también te convertirás en un príncipe y vivirás feliz por siempre jamás.
Si en los dos primeros movimientos (que en realidad son dos secciones de un solo discurso continuo) Strauss propone a un par de solistas que trabajan de manera muy independiente, en el tercero ofrece un auténtico diálogo de iguales entre los dos instrumentos. Toda la dinámica musical de este bello Dueto-Concertino se inscribe en una transparencia de corte neoclásico que bien pudiera hacer pensar que es una buena muestra del Strauss joven. Nada de eso: la obra fue escrita en 1947, dos años antes de la muerte del compositor, y es la última de sus composiciones instrumentales; no es casualidad que el Dueto-Concertino tenga numerosos puntos de contacto (entre ellos cierta atmósfera crepuscular y cálida) con el Concierto para oboe, escrito en 1946. Dejando atrás las grandes orquestas que habían caracterizado muchas de sus partituras, Strauss acompaña a los solistas con una orquesta de cuerdas y un arpa empleada con gran discreción. El Dueto-Concertino, que fue el resultado de un encargo del director y compositor suizo Otmar Nussio para su Orchestra della Svizzera Italiana, fue estrenado en Lugano, Suiza, el 4 de abril de 1948, con Armando Basile al clarinete y Bruno Bergamaschi al fagot.