Price, Florence - Sinfonía no. 4 en re menor

Florence Price (1887 - 1953)

Sinfonía no. 4 en re menor

Tempo moderato
Andante cantabile
Juba: Allegro
Scherzo: Allegro

Era mujer. Era negra. Era de provincia. Era de origen humilde. Una combinación no necesariamente buena para destacar en un ámbito dominado por sofisticados hombres blancos de buena posición social. ¿Será por eso que durante mucho tiempo el nombre y la música de la compositora afroestadunidense Florence Price permanecieron en la oscuridad y el olvido? Dicho lo cual: ¿cuánta oscuridad, cuánto olvido? Para averiguarlo, nada más fácil que acudir al ilustre y famoso Diccionario Grove de la Música y los Músicos. Hmmm… ¡lástima! La notoria enciclopedia no contiene una entrada para Florence Price. Entonces, el Plan B es hurgar en las páginas del no menos destacado Diccionario Oxford de la Música. ¡Qué pena! Tampoco ahí hay nada sobre Florence Price; mal asunto. Sin embargo, lo publicado en otras fuentes permite conformar un breve retrato de esta singular mujer.
Nació en Little Rock, Arkansas, en una familia de raza mixta, hija de un dentista y una profesora de música. Los esfuerzos propios y los de su familia le permitieron llegar al Conservatorio de Música de Nueva Inglaterra en Boston, donde realizó amplios y variados estudios que la convirtieron en compositora, pianista, organista y profesora de música. Diversas contrariedades en su vida personal y profesional la condujeron a una vida que tuvo extensos períodos de inestabilidad e itinerancia. En esta fase de su carrera tuvo la suerte de contar con la amistad, el apoyo y la promoción de importantes personajes del ámbito cultural afroestadunidense, como el escritor Langston Hughes, la contralto Marian Anderson y la pianista Margaret Bonds. Uno de los hitos más importantes de su carrera ocurrió en 1933 cuando la Orquesta Sinfónica de Chicago, bajo la batuta de Frederick Stock, interpretó la Sinfonía No. 1 de Florence Price, siendo ésta la primera vez que una orquesta estadunidense importante tocaba una obra de una compositora negra.
Una referencia ciertamente interesante, aunque fugaz, a Florence Price, se encuentra en el capítulo titulado ‘Hombres invisibles’ de ese espléndido libro de Alex Ross que es The Rest is Noise (‘Lo demás es ruido’). En un pasaje dedicado a explorar el llamado Renacimiento de Harlem, un movimiento cultural que tenía como una de sus preocupaciones el intentar una síntesis entre la cultura académica y las expresiones artísticas de origen africano, Ross se refiere al sociólogo e historiador W.E.B. Du Bois, férreo defensor de los derechos civiles y el panafricanismo. Dice Ross:

Du Bois y sus colegas habían soñado […] en una “fusión híbrida” de ideas americanas, afroamericanas y europeas. Alain Locke, en sus comentarios musicales, aún se mostraba suspicaz del jazz comercial, y reservó sus mejores elogios para las sinfonías de William Grant Still, William Dawson y Florence Price.

Sobra decir que los tres compositores mencionados eran afroestadunidenses. A la muerte de Florence Price en 1953, su música fue prontamente olvidada y pudo haberse perdido para siempre, pero… La compositora tenía una casa de veraneo en el pequeño pueblo de St. Anne, en el estado de Illinois. En el año 2009, en la abandonada y dilapidada residencia, fueron encontrados los manuscritos de una buena cantidad de sus composiciones; gracias a este hecho fortuito, comenzó un renovado interés por su música y su figura, a través del estudio y promoción de un catálogo de obras muy variado y numeroso, que incluye sinfonías, conciertos, música orquestal, instrumental, coral, vocal, de cámara, para piano y para órgano.

Desde el punto de vista formal, la Sinfonía No. 4 de Florence Price sigue el patrón usual de la sinfonía clásica/romántica en cuatro movimientos contrastados, aunque con una interesante variante al final. Una de las cualidades más atractivas de la obra es el hecho de que la tonalidad elegida por la compositora, re menor, imparte a numerosos pasajes de la sinfonía un dramatismo particular. A la vez, ese re menor le permite a Price valerse de algunos trazos melódicos que vienen del mundo de la música folklórica de los Estados Unidos; en efecto, ahí están representados en la Sinfonía No. 4 el blues, el spiritual y el góspel, entre otras manifestaciones sonoras vernáculas. A la vez, estos elementos son contrastados en la obra con una expresión lírica que podría definirse, incluso, como pastoral por momentos. Los expertos dicen que hay en el primer movimiento una referencia explícita al spiritual Wade in the Water. Observación subjetiva: en el segundo movimiento de la sinfonía, el Andante cantabile, se perciben sombras del movimiento lento de la Sinfonía Del nuevo mundo de Antonin Dvořák (1841-1904). El tercer movimiento es un Allegro designado como Juba o Juba dance. El título se refiere a un tipo de baile popular afroestadunidense conocido también como hambone, y que incluye pisotones y palmadas; el movimiento es de estructura ternaria, sabrosamente bailable y de raíz cabalmente popular. Este movimiento pareciera contener, en su parte central, estilizadas alusiones a melodías indígenas. Y, cosa poco usual, la sinfonía tiene como cuarto movimiento un Scherzo muy rítmico y bien acentuado.

Florence Price compuso su Sinfonía No. 4 en 1945, y la obra permaneció perdida y olvidada durante largo tiempo, y no fue estrenada sino hasta el 12 de mayo de 2018, por la Orquesta Sinfónica de Fort Smith dirigida por John Jeter.

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