Culiacán
Los tres ríos
Tacuarinero
El Bichi
Culiacaneca
Baile del Cilantro
Matadormidos
Teatro Apolo
Mercado Garmendia
Pancha La Bola
Tamales tatollos
Siete gotas
Montuno al Negrumo
A petición expresa mía, el compositor Eduardo Gamboa me remite un prolijo y emotivo texto en el que da cuenta del origen, inspiración y contenido de su suite orquestal Culiacán, a la que de entrada califica como una obra festiva. Con motivo del aniversario número 473 de la fundación de la ciudad de Culiacán y a propuesta de Gordon Campbell, entonces director de la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes, las autoridades de la ciudad y de los festejos de la efeméride encargan a Gamboa la composición de una obra sinfónica para la ocasión. Un antecedente importante a la creación de la pieza es el hecho de que a Eduardo Gamboa lo liga una añeja amistad con Gordon Campbell y, como consecuencia de ello, ha establecido otra igualmente fructífera con la OSSLA. De hecho, la primera obra interpretada por la orquesta en su debut público en octubre de 2001 fue el Jarabe del propio Gamboa, cuyo Concierto para clarinete fue estrenado por la propia OSSLA dos años más tarde. Otro antecedente importante para la concepción de la suite Culiacán fue el hecho de que Gamboa se empapó de asuntos y temas propios de Culiacán gracias a los buenos oficios de Jaime Félix, coordinador de la celebración del mencionado aniversario, y de los cronistas de la ciudad Adrián García Cortés y Herberto Sinagawa, quienes literalmente cubrieron al compositor con datos, anécdotas, letras y sonidos relativos a Culiacán y a su historia, pasada y presente. Específicamente, Gamboa comenta lo siguiente:
Una de las cosas en que más insistieron durante las charlas que sostuvimos -y que yo he querido reflejar en la música- es eso que consideran como una de las principales características de la geografía, el clima y la idiosincrasia sinaloenses: los contrastes. Esos contrastes son el tema de fondo que permea toda la obra, y en especial su primer movimiento, Los tres ríos, cuyo título hace alusión a los ríos Humaya, Tamazula y Culiacán que convergen en la capital sinaloense. No obstante el título, ésta no es música descriptiva, sino más bien abstracta.
Después de estas palabras, Eduardo Gamboa procede en su texto a hacer una prolija descripción de los movimientos de la suite Culiacán, de la cual extraigo aquí lo fundamental.
Los siguientes once movimientos de Culiacán, a los que Gamboa había titulado colectivamente Estampas culichis, están basados en sus impresiones del libro Estampas amarillentas de Alfonso L. Paliza. Tacuarinero era el nombre que se daba al tren que unía a Culiacán con el resto del país durante el porfiriato. Los Tacuarineros fueron, además, un equipo de béisbol afincado en la ciudad.
El título de El Bichi se refiere a una añeja publicación satírica y mordaz de orientación social y política, y está construida sobre una sencilla melodía a la que, dice Gamboa, “después sometí a diversas torturas intelectuales con objeto de disfrazarla de contemporánea”.
En Culiacaneca, el compositor alude a la belleza de las mujeres de Culiacán, mientras que en Baile del Cilantro la referencia no es la sabrosa hierba, sino un personaje así apodado que organizaba bailes populares al inicio del siglo XX. En Matadormidos, que se refiere a otro personaje popular, Gamboa enfrenta a dos grupos de instrumentos de desigual fuerza y penetración, quizá para despertar a los oyentes que estén cabeceando en el concierto.
Teatro Apolo es un homenaje a ese escenario de Culiacán, que desapareció en 1946 debido a la insensibilidad cómplice de empresarios y funcionarios sinaloenses evidentemente peleados con la cultura. Para Mercado Garmendia, Gamboa ha creado un mambo sinfónico de gran complejidad rítmica y exigencia instrumental, con algunas inesperadas interjecciones vocales. Pancha La Bola, otro personaje singular de la leyenda urbana de Culiacán, es representada apropiadamente por la robusta tuba en un chotís orquestal con referencias a la zarzuela. Para quien quiera saberlo, los Tamales tatollos van rellenos de frijoles dulces, y han sido representados musicalmente por Eduardo Gamboa a través de un chachachá donde aparece un violoncello solista, y donde la música lounge de Juan García Esquivel (1918-2005) no está muy lejana.
El cerro Siete gotas, cercano a Culiacán, es celebrado con un vals vienés y con una cita de la canción El niño perdido. A su vez, Montuno al Negrumo es una especie de danzón cubano basado en la canción Culiacán de Enrique Sánchez Alonso, cuyo apodo era precisamente El Negrumo. Palabras finales de Eduardo Gamboa en su texto sobre la suite Culiacán:
La partitura completa está dedicada, con todo mi cariño, a la ciudad de Culiacán, a su gente y a la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes y a su director, Gordon Campbell.
La suite Culiacán fue estrenada el 30 de octubre de 2004 en el Teatro de Bellas Artes de la Ciudad de México por la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes, bajo la dirección de Gordon Campbell. Los mismos intérpretes grabaron la obra en el 2005, para un disco compacto que apareció en 2009.