Concierto para fagot en si bemol mayor, K. 191
Allegro
Andante ma adagio
Rondó: Tempo di menuetto
De la no muy grande lista de fagotes famosos:
1.- El que acompaña al enamorado Nemorino mientras derrama una furtiva lágrima en la ópera El elíxir de amor de Gaetano Donizetti (1797-1848).
2.- El que acompaña al Aprendiz de brujo de Paul Dukas (1865-1935) en sus aventuras con la magia y las escobas.
3.- El que inicia la ceremonia pagana de La consagración de la primavera de Igor Stravinski (1882-1971).
4.- El que personifica al abuelo en el cuento sinfónico Pedro y el lobo de Sergei Prokofiev (1891-1953).
5.- El que pinta un ambiente de austera y lejana melancolía en la Sinfonía No. 9 de Dmitri Shostakovich (1906-1975).
Y en realidad no hay muchos más porque el fagot, como tantos otros instrumentos, ha vivido durante mucho tiempo a la sombra de varios cientos de conciertos para violín y para piano, y a la sombra también de la preferencia de los compositores por otros instrumentos para destacar en sus partituras orquestales. El viejo diccionario musical de Felipe Pedrell dedica no menos de dos páginas completas a hablarnos del fagot, pero por economía citaré sólo algunas partes de lo que el músico catalán nos dice sobre este instrumento:
Fagot. Debe su origen a la necesidad de dar una forma más cómoda y manejable al incómodo bajo de oboe del siglo XVI que construido en línea recta tenía aproximadamente una longitud de dos metros. Túvose la buena idea de construir el tubo de madera encorvado y disminuyéndose su diámetro mejoró la crudeza y la asperidad de su timbre. El fagot fue adoptado prontamente en la orquesta jugando un papel muy principal como base de los instrumentos de lengüeta. Posee cualidades preciosas que hacen irreemplazable su efecto en el conjunto instrumental moderno. Tiene una extensión que ningún instrumento aventaja, exceptuando al clarinete. La familia de los fagotes consta sólo en la época actual de tres individuos: el fagote propiamente dicho, el instrumento-tipo; el contrafagote, más grave que el precedente; el fagote-quinta, el más agudo de los tres.
Más adelante, el mismo artículo nos informa de las primeras apariciones formales del fagot en diversas partituras, y menciona dos óperas: Pomona (1659) de Robert Cambert (ca. 1628-1677) y Rinaldo (1711) de Georg Friedrich Händel (1685-1759). A estos datos se puede añadir el hecho de que en algunas partituras de Johann Sebastian Bach (1685-1750) (de modo notable en sus suites orquestales) el fagot aparece como parte indispensable del bajo continuo, bajo la designación de fagotto, basso e continuo. El desarrollo del fagot como instrumento solista, sin embargo, nunca alcanzó un nivel similar al de otros instrumentos; hasta la fecha, son relativamente pocos los conciertos para fagot que han quedado en la memoria colectiva del mundo musical. Entre ellos destacan los numerosos conciertos de Antonio Vivaldi (1678-1841), el de Carl Maria von Weber (1786-1826), y de modo especial, el Concierto para fagot de Wolfgang Amadeus Mozart que hoy nos ocupa.
Ya no hace falta repetir aquí la relación cercana y muy productiva de Mozart con los instrumentos de aliento; sus conciertos, serenatas y divertimentos son prueba más que suficiente, y sólo se extraña en su catálogo un concierto para trompeta. (Su padre, Leopold Mozart, 1719-1787, nos dejó uno, de mediana calidad). Flauta, oboe, clarinete, corno y fagot fueron abordados por Mozart para su escritura concertante, siempre con resultados superlativos, y también formaron una parte fundamental de su pensamiento musical camerístico. El Concierto para fagot fue escrito por Mozart en el año de 1774, un año que como casi todos los de su corta vida fue muy productivo. Además de un viaje a Munich en diciembre de ese año, Mozart se dio tiempo para componer en 1774, entre otras cosas, la ópera La finta giardinera, un Kyrie, dos misas, cuatro sinfonías (las numeradas del 27 al 30), una serenata y seis sonatas para piano. No está nada mal para un joven de 18 años de edad.
En este concierto, además de la proverbial efectividad de la escritura de Mozart para los alientos, es notable también un elemento al que Mozart hace referencia en esta obra, y es el hecho de que, a la usanza de Bach, el fagot solista dobla en algunos pasajes las partes del bajo. Si bien no se ha podido determinar con certeza la identidad del posible destinatario del Concierto para fagot de Mozart, algunos musicólogos han esbozado la teoría de que probablemente haya sido escrito para Thaddäus von Dürnitz, un famoso coleccionista de su tiempo y fagotista aficionado. (Dato relacionado: la Sonata No. 6 (1775) para piano de Mozart se conoce con el título de Dürnitz). Es interesante señalar también que esta obra es apenas el segundo concierto escrito por Mozart, habiendo sido precedido solamente por un concierto para piano. Otro punto musicológico de interés respecto a esta pieza se encuentra en su segundo movimiento, en cuya melodía los analistas han hallado una línea melódica muy parecida al aria Porgi amor de la ópera Las bodas de Fígaro, compuesta por Mozart en 1786.
Para finalizar, cabe aquí el dato de que otro compositor que también tuvo especial predilección por los instrumentos de aliento, el francés Jacques Ibert (1890-1962) escribió una cadenza para el primer movimiento del Concierto para fagot de Mozart, asumiendo explícitamente la deuda contraída con Mozart por todo aquel compositor posterior que haya dedicado su atención a los alientos.