Haydn, Franz Joseph - Sinfonía no. 84 en mi bemol mayor, Hob I:84

Franz Joseph Haydn (1732-1809)

Sinfonía no. 84 en mi bemol mayor, Hob I:84

Largo - Allegro
Andante
Menuet
Vivace

De un sucinto pero rico texto enciclopédico sobre Franz Joseph Haydn y su música, extraigo este fragmento:

Las sinfonías París (1785-1786) son milagros de belleza y perfección formal, combinadas con una gran profundidad especialmente notable en el movimiento lento de la número 86.

El autor de esta frase es nada menos que H. C. Robbins Landon, quizá la más grande autoridad en la música de Haydn, de modo que su juicio es más que válido. Otros analistas, como Karl Geiringer, afirman que la música de Haydn alcanzó su punto de plena madurez justo a la mitad de la década de 1780, de modo que la sinfonía que hoy nos ocupa está situada en un lugar sin duda importante al interior de la producción del gran músico de Rohrau.
Por aquellas fechas del siglo XVIII era posible hallar en París a un noble caballero que portaba el largo y eufónico nombre de Claude François Marie Rigoley, Conde de Ogny (1757-1790), quien entre sus múltiples labores y aficiones se daba tiempo para la promoción de conciertos. En particular, el conde de Ogny era activo promotor de los Concerts de la Loge Olympique de la capital francesa. La historia nos dice que esta serie de conciertos fue sumamente importante en el desarrollo del ambiente musical parisino. El caso es que alrededor de 1784 o 1785 el señor conde de Ogny encargó a Haydn la composición de seis sinfonías para estos conciertos, a cambio de 25 luises de oro por cada sinfonía. El compositor cumplió cabalmente su encargo, que dio origen a las seis sinfonías tituladas colectivamente París (aunque algunas de ellas tienen sus propios títulos individuales), las mismas que llamaron tan poderosamente la atención de H. C. Robbins Landon.
Un elemento histórico y musical para comprender el alcance de estas seis hermosas sinfonías de Haydn está en el hecho de que la Loge Olympique de París contaba con una orquesta de grandes dimensiones, notablemente mayor a la que Haydn tenía a su disposición en el palacio de sus patrones, los Esterházy. Por ello es posible encontrar en estas obras un pensamiento orquestal de mayor dimensión al que hallamos en obras anteriores del catálogo de Haydn, y que habría de solidificarse en sus sinfonías tardías. A manera de orientación, he aquí un breve cuadro de estas seis sinfonías París:

-Sinfonía No. 82 en do mayor, El oso
-Sinfonía No. 83 en sol menor, La gallina
-Sinfonía No. 84 en mi bemol mayor, In nomine Domini
-Sinfonía No. 85 en si bemol mayor, La reina de Francia
-Sinfonía No. 86 en re mayor
-Sinfonía No. 87 en la mayor

No deja de ser curioso que, como ha ocurrido con muchas obras de numerosos compositores, el orden con el que conocemos hoy estas sinfonías no es el de su composición. Algunas fuentes indican que el orden original de las sinfonías París era este: 87, 85, 83, 84, 86 y 82, y hay documentos que indican que Haydn pidió al editor Artaria que las publicara en ese orden, a lo que Artaria se opuso, publicándolas en cambio en el orden en que hoy las conocemos. Una de las características musicológicas más interesantes de este grupo de seis sinfonías es el hecho de que en ellas, por primera vez, Haydn otorga al fagot una vida sonora auténticamente independiente, mientas que antes el pobre fagot había sido relegado a doblar casi mecánicamente las partes de los violoncellos y los contrabajos, una práctica que sin duda tenía sus orígenes en el concepto barroco del bajo continuo. Así, la paleta sinfónica de Haydn se enriqueció con el trabajo libre y autónomo del fagot, lo que dio a sus sinfonías un peso específico más característico en el registro bajo.

Una de las características más llamativas de la Sinfonía No. 84 de Haydn es que el Allegro inicial va precedido por una introducción lenta marcada Largo, procedimiento del que Haydn saca muy buen provecho en otras de sus sinfonías. Por otra parte, el Allegro mismo está desarrollado sobre un solo tema. El Andante que sigue es, estructuralmente, una serie de variaciones, mientras que el Menuet tiene el espíritu de una danza rústica muy en deuda con el Ländler; esta referencia al Ländler habría de aparecer más tarde en los scherzi de algunas de las sinfonías de Anton Bruckner (1824-1896) y Gustav Mahler (1860-1911). Para finalizar esta sinfonía, Haydn propone un Vivace construido sobre el esquema de un allegro de sonata, de nuevo con un sólo tema como materia prima. Respecto a la nomenclatura de esta sinfonía, cabe señalar que, si bien en la mayoría de los catálogos no tiene un sobrenombre específico, en otros se le designa como In nomine Domini (‘En el nombre de Dios’). El hecho es que esta frase fue escrita por Haydn al inicio de cada una de las seis sinfonías París, mientras que al final de todas ellas el compositor escribió la frase Finis, laus Deo (‘Fin, gracias a Dios’).

Unos años después de cumplir con el encargo del conde Ogny con estas seis sinfonías, Haydn habría de componer para el noble francés otra serie de tres, las que llevan los números del 90 al 92 de su asombroso catálogo sinfónico.

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