Obertura de El Cid
El Cid no es sólo uno de los grandes personajes de la literatura de todos los tiempos, sino también una figura mítica indispensable en la cultura, la conciencia y la identidad de España. Luis Guarner, catedrático de literatura y autor de una estupenda edición bilingüe del Cantar de Mío Cid, apunta lo siguiente:
De cuantos mitos aportó el genio de nuestra literatura a la universal, es, sin duda, el del Cid el más trascendente ya que, esta vez, el héroe no es tan sólo un ente de ficción, sino la misma sublimación de nuestra realidad histórica, de la que asciende para convertirse en la figura representativa de todo un pueblo.
Y, ciertamente, el Cantar de Mío Cid es uno de los textos fundamentales de la lengua castellana, la de antes y la de ahora. Porque a eso se refiere el carácter bilingüe de la edición realizada por Luis Guarner: ofrece al lector el texto original en castellano medieval y, a la vez, en una sobria adaptación al castellano moderno. El Cantar de Mío Cid cuenta, en el mejor estilo épico, las aventuras y desventuras de Don Rodrigo Díaz de Vivar, mejor conocido como el Cid Campeador. Reyes, príncipes, nobles, vasallos, damas, guerreros árabes, forman el reparto de este fascinante texto cuya lectura permite comprender por qué la figura del Cid es tan cara al espíritu español: por ser el símbolo de una de las gestas fundamentales de la historia de España, la Reconquista. En el Cid Campeador, todo español ve lo mejor de las heroicas, agotadoras jornadas a través de las cuales España fue rescatada de manos de los árabes y vuelta a manos hispanas. Era de esperarse que una figura de tal relevancia mítica e histórica se convirtiera en inspiración de obras de arte de todo tipo. Los músicos, en particular, abordaron la figura de Don Rodrigo para aproximarse a ella desde diversos puntos de vista. Es preciso recordar en este sentido que en el Cantar de Mío Cid está siempre muy presente la figura de Doña Jimena, su mujer, presencia que ha dado lugar a algunas aproximaciones al tema más románticas que lo estrictamente indispensable. Tal es el caso de la ópera El Cid del compositor francés Jules Massenet. Una vez más, se trata de un compositor francés intentando recrear el mundo español en una obra suya.
La ópera de Massenet está construida en cuatro actos y diez cuadros, sobre un libreto de Adolphe d’Ennery, Louis Gallet y Edouard Blau. A su vez, estos tres caballeros basaron su libreto en el drama titulado El Cid escrito por Pierre Corneille hacia 1637. Es interesante recordar que Corneille escribió esta obra bajo el mecenazgo del notorio cardenal Richelieu y que la puesta en escena de El Cid causó un cierto revuelo, en parte por la novedad de su estructura dramática y en parte porque Corneille exigió una mayor participación en las ganancias generadas por su obra. Incluso, la polémica debió ser aclarada con la publicación de un texto titulado Sentimientos de la academia Francesa sobre El Cid.
En el libreto de d’Ennery, Gallet y Blau se narra la historia de Don Rodrigo quien, para lavar una afrenta en contra de su padre, mata a Don Gormas, padre de su prometida Jimena. Ella pide al rey que castigue a Don Rodrigo y vengue la muerte de su padre, pero como Rodrigo debe partir a luchar contra los moros, el castigo es pospuesto. Rodrigo vuelve victorioso y es aclamado como El Cid. Entonces, el rey debe hacer justicia por la muerte de Don Gormas, y pide a Jimena que ella misma dicte la sentencia. Conmovida, Jimena perdona a Rodrigo; él, sin embargo, tiene aún sentimientos de culpa y trata de quitarse la vida. Jimena lo impide y, al fin, surge el amor entre ellos. El Cid fue estrenada en la Ópera de París el 30 de noviembre de 1885, y desde entonces se ha dicho que Massenet había caído bajo el influjo de Giuseppe Verdi (1813-1901) al escribir esta ópera. El siempre interesante Diccionario Oxford de la Ópera informa que fueron escritas varias otras óperas en las que El Cid es el personaje central. ¿Sus autores? Stuck, Leo, Sacchini, Piccini, Bianchi, Paisiello, Roesler, Farinelli, Aiblinger, Savi, Paccini, Neeb, Cornelius, Boehme. ¿Reconoce usted, lector, a algún compositor español en esta lista? Seguramente no, porque no los hay, y ello no deja de ser extraño. Si se considera quiénes son los compositores enumerados, es claro que todas esas óperas escritas sobre la figura de El Cid son meras curiosidades históricas de mediana calidad y escaso interés. Esto pudo haber cambiado cuando, en 1890, Claude Debussy (1862-1918) abordó la composición de una ópera titulada Rodrigo y Jimena. La obra, por desgracia, quedó inconclusa, de manera que estrictamente no existe todavía una gran ópera sobre Don Rodrigo Díaz de Vivar, Mío Cid.
En cuanto a Massenet, no pudo sustraerse a la añeja costumbre de incluir música de ballet en una ópera, y en El Cid lo hizo a partir de lo que pudieran llamarse piezas características, intentando plasmar en una serie de danzas algunos de los sabores sonoros regionales de España: Castellana, Andaluza, Aragonesa, Navarra, Catalana, Madrileña...
¿Qué tan española resultó finalmente la música francesa que Massenet compuso para El Cid? Tan española, o no, como la creada por Georges Bizet (1838-1875) en Carmen, o la de la rapsodia España de Emmanuel Chabrier (1841-1894), o la de la Rapsodia española de Maurice Ravel (1875-1937), etc. etc. De última hora: Cid es una palabra de origen árabe que quiere decir señor. Es decir, que fueron los mismos árabes, sus acérrimos enemigos, quienes honraron el valor y la gallardía de Don Rodrigo Díaz de Vivar, en un gesto de indudable nobleza.