Concierto para violín no. 1, K. 207
Allegro moderato
Adagio
Presto
No es fácil aproximarse a una mínima descripción y discusión de los conciertos para violín de Mozart, ya que representan un área conflictiva de su catálogo, puesto que no se sabe con certeza cuál fue el alcance de su producción concertante para este instrumento al que Mozart evidentemente no apreciaba tanto como al piano. Algunas fuentes afirman que, de los conciertos completos, solamente cinco son auténticos, y los demás, de dudosa paternidad, fragmentarios o definitivamente espurios. Una revisión al gran catálogo de las obras de Mozart compilado por Ludwig Köchel y revisado por Alfred Einstein permite hallar un apartado dedicado a las obras para violín y orquesta, que contiene lo siguiente:
• K.190 Concertone, do mayor (dos violines y orquesta), 1773
• K.207 Concierto, si bemol mayor, 1775
• K. 211 Concierto, re mayor, 1775
• K. 216 Concierto, sol mayor, 1775
• K. 218 Concierto, re mayor, 1775
• K. 219 Concierto, la mayor, 1775
• K. 261 Adagio para el Concierto K. 219, 1776
• K. 268 Concierto, mi bemol mayor, 1780-1781 (Autenticidad dudosa)
• K. 269 Rondó concertante, si bemol mayor, para el Concierto K. 207, 1776
• K. 271a Concierto, re mayor, 1777
• K. 373 Rondó, do mayor, 1781
• K. 470 Andante, la mayor, 1785
De esta lista, lo único que puede afirmarse con alguna certeza es el hecho de que los conciertos K. 207, 211, 216, 218 y 219 son los considerados como auténticos, fuera de toda duda. El concierto 271a ha sido numerado indistintamente como el sexto o séptimo de la serie y es también objeto de controversia, mientras que el Concertone para dos violines lleva otro número, el 166b, además del 190. Así pues, con el objeto de evitar el tránsito por el difícil mundo de la musicología, es posible asumir los cinco conciertos mencionados para decir que los últimos tres (K. 216, 218 y 219) son los más conocidos y los que se interpretan con más frecuencia. Revisando con atención la lista de las obras de Mozart para violín y orquesta se descubre, no sin cierta sorpresa, que los cinco conciertos considerados como auténticos fueron escritos en el año de 1775, lo cual no deja de ser un detalle interesante. Hoy se recuerda a Mozart fundamentalmente como pianista, en particular por sus casi treinta conciertos para piano y por sus numerosas obras para piano solo. No hay que olvidar, sin embargo, que Mozart fue también un violinista muy competente. De hecho, llegó a ocupar el puesto de concertino en la orquesta del arzobispo de Salzburgo, Jerónimo Colloredo, patrón con el que Mozart se llevaba muy mal. Si a ello se suma el hecho de que su padre, Leopold Mozart, lo presionaba continuamente para que no perdiera la práctica en el violín, parece plenamente justificado que al abandonar Salzburgo en 1781 para hacer de Viena su centro de operaciones, Mozart dejara el violín colgado de un clavo y no quisiera saber nada más de ese instrumento. Así, se rebelaba simultáneamente contra Colloredo y contra la autoritaria figura de su padre. Incluso, cuando Mozart llegó a tocar música de cámara en Viena (recuérdese el famoso cuarteto Haydn-Mozart-Dittersdorf-Vanhal), tocaba la viola y no el violín, quizá porque, como a Johann Sebastian Bach (1685-1750), le gustaba estar en medio de la armonía. El caso es que en un corto período de nueve meses Mozart compuso estos cinco conciertos para violín y orquesta y, si el catálogo de Köchel está en lo correcto, no volvió a componer un concierto completo durante el resto de su vida.
Algunos musicólogos han sugerido una fecha alternativa, 1773, para el Concierto K. 207, en vez de la tradicionalmente aceptada de 1775. El Rondó K. 269 que aparece en el listado arriba enunciado, le fue sugerido a Mozart por el violinista Antonio Brunetti, como un final alternativo para este concierto. Diversos especialistas, entre ellos Philip Wilby, señalan que, desde el punto de vista estilístico, el Concierto K. 207 de Mozart está en deuda con un concierto escrito en la misma tonalidad por Johann Baptist Vanhal (1739-1813).