Díaz Infante, José Julio - *No vine por mi torta, ¡Vine por mis huevos!* (estreno mundial)

José Julio Díaz Infante

No vine por mi torta, ¡Vine por mis huevos! (estreno mundial)

Compositor, docente y gestor musical, José Julio Díaz Infante es, además, una de las dos únicas personas que ha sido Coordinador Nacional de Música y Ópera del INBAL y Director General de Música de la UNAM. Junto a la maestra María Antonieta Lozano fundó la Escuela de Música del Estado de Hidalgo y fue docente del CIEM por veinticinco años, y su director académico durante cuatro. Fue también director artístico, durante ocho años, del Foro Internacional de Música Nueva Manuel Enríquez, el más importante evento de música contemporánea del país. Durante 2011 y 2012, el compositor estuvo realizando estudios de posgrado en la Universidad de Louisville gracias a la Beca Fulbright-García Robles.

Díaz Infante ha redactado estas palabras sobre su obra sinfónica ¡No vine por mi torta, vine por mis huevos! (2012), de peculiar título y peculiar inspiración:

El periodo en que viví fuera del país me hizo notar cuan arraigados están los pregones a la identidad sonora de la Ciudad de México. Dicha nostalgia sonora sirvió de punto de inspiración para mi trabajo composicional de aquel entonces, reflejándose en obras como Fierro viejo que venda o Tamales oaxaqueños, para cuyo estreno visité la capital del país en el verano de 2012. En dicha ocasión, por casualidad me topé con la marcha del cierre de campaña del candidato Andrés Manuel López Obrador, la cual únicamente pude atestiguar desde la calle de Madero. El hecho de estar en una calle relativamente estrecha llena de edificios por ambos lados, hacía que las ondas de sonido provocadas por consignas y pregones viajaran de una manera muy peculiar por dicho espacio; a veces un canto venía de lejos cobrando fuerza y se encontraba con otro que venía del extremo opuesto, las mareas de sonido dialogaban y se juntaban con otra que salía de otra calle, hasta que una de ellas prevalecía o hasta que de plano se imponía el caos, un caos que gradualmente se convertiría en un solo pregón cantado por todas las personas. La obra intenta trasladar al plano musical los eventos arriba mencionados, pasando del unísono absoluto a, por ejemplo, el caos que generan 37 melodías sonando simultáneamente. De igual forma recrea algunos de los pregones, entre ellos el que da título a la obra, y que, más allá de cualquier postura política, da cuenta de la importancia de la participación de la sociedad civil en los procesos democráticos.

Para aquellos lectores de este texto que no estén familiarizados (deben ser pocos) con los usos y costumbres del discurso político mexicano, va la aclaración de que uno de los elementos más arraigados en este ámbito es el del inmemorial acarreo. Se trata de la táctica de llevar a mítines, marchas, plantones y todo tipo de manifestaciones políticas a numerosas personas a “manifestar su apoyo”, un apoyo que es cabalmente ficticio, ya que el acarreo consiste en llevar a las masas contra su voluntad, ya sea a base del chantaje corporativo, institucional o partidista, o bien a través de regalos a cambio de su “comprometida” presencia en el acto político en cuestión. Entre nosotros, se ha vuelto un lugar común y un chiste político de rigor afirmar que esos regalos consisten, de manera fundamental pero no exclusiva, en una torta y un refresco. Y, cuando el partido político en turno se ha allegado (de una u otra manera) recursos suficientes, la torta y el refresco se complementan con una gorra y una playera, evidentemente adornadas con los colores y siglas del partido en cuestión y, como un elemento de singular plusvalía, a veces con la efigie del prócer. Sobra decir que el acarreo es una tradición universal, pero no cabe duda de que en México hemos hecho del acarreo toda una forma de arte popular, trátese del partido político de que se trate. Así, la frase que da título a esta obra de José Julio Díaz Infante (frase que pudo ser vista, realmente, en algunas pancartas y letreros en mítines en la Ciudad de México), es una manifestación, al menos textual, de un auténtico apoyo a la figura política en turno, sin la intermediación de coerción o dádivas.

Un último dato, estrictamente musical: en ciertos momentos de la obra, casi todos los instrumentos de la orquesta tocan simultáneamente cosas diferentes; además, el compositor ha planteado una independencia total de las maderas y lo metales, y las partes de las cuerdas están escritas con frecuencia en divisi. Con estas técnicas, el compositor contribuye a crear la simultaneidad sonora y el caos propios de la pluralidad de voces, lemas y consignas.
No vine por mi torta, ¡vine por mis huevos!, de José Julio Díaz Infante, recibe su estreno absoluto el 8 de junio de 2024, con Stephen Ellery al frente de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México.

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