Dvořák , Antonín - Serenata en Mi Mayor, op. 22

Antonín Dvořák (1841–1904)

Serenata en Mi Mayor, op. 22

Moderato
Tempo di valse
Scherzo: Vivace
Larghetto
Finale: Allegro vivace

Pensar en la música para cuerdas en la producción de Antonin Dvořák es sin duda una proposición interesante, ya que una de las cualidades principales por la cual se le admira y se le quiere, es por el rico colorido orquestal de sus sinfonías, poemas sinfónicos y conciertos, que es alternativamente noble y cálido, o brillante y extrovertido. Esta capacidad para orquestar que le es reconocida con justicia a Dvořák (y en la que comparte algunos gestos y sonoridades con su admirador y protector Johannes Brahms, 1833-1897) le permitió también llegar a logros importantes en la composición para las austeras dotaciones de instrumentos de cuerda. En ese sentido destacan sobre todo sus cuartetos de cuerda, entre los que hay algunas notables adiciones al repertorio romántico del género, y unas cuantas obras para orquesta de cuerdas. En este rubro, Dvorak creó un Nocturno Op. 40, que es un arreglo hecho a partir de materiales de un cuarteto y un quinteto de cuerdas. Sus Dos valses Op. 54 también fueron escritos para orquesta de cuerdas. Pero entre toda la música creada por Dvořák para cuerdas, ya sea en formato camerístico o en un espíritu más orquestal, destaca particularmente su Serenata Op. 22 para orquesta de cuerdas.
Con plena justicia, la Serenata Op. 22 de Dvořák es una de sus composiciones más conocidas y admiradas, y es pieza indispensable en el repertorio de toda orquesta de cuerdas. Sobre la obra, compuesta en 1875, Joseph Braunstein comenta lo siguiente:

La Serenata data de los primeros años del matrimonio de Dvořák, cuando el panorama aún no se ensombrecía por la muerte de sus primeros hijos. El estreno de la obra se llevó a cabo el 10 de diciembre de 1876 con las secciones de cuerdas combinadas de dos orquestas de teatro, una alemana y otra checa. Con esta Serenata, Dvořák continuaba una vieja tradición austriaca; hay una gran literatura de serenatas de este tipo, a la cual un buen número de compositores austriacos contribuyó con varios ejemplos. La ejecución de una serenata rococó era precedida por una marcha y concluía con esa misma marcha; Dvořák mantuvo esa tradición, modificándola, al citar el tema inicial del primer movimiento en el último pasaje del final.

Al texto de Braunstein habría que añadir el dato de que el director del estreno de la Serenata fue Adolf Cech.
Se dice que el compositor, inmerso en un período de paz y prosperidad, tanto en lo personal como en lo profesional, compuso la Serenata Op. 22 en el corto lapso de 12 días, entre el 3 y el 14 de mayo de 1875. Ese año, el compositor redactó también su Sinfonía No. 5, su Quinteto de cuerdas No. 2, su Trío con piano No. 1, la ópera Vanda y los hermosos Duetos moravos. El director ruso Mischa Rachlevsky ha hecho este poético y a la vez coloquial comentario sobre la obra:

Así como el dar buenas noticias a alguien tiene un efecto positivo en el mensajero, interpretar la Serenata de Dvořák es realmente una actividad muy terapéutica para los intérpretes. Hay tanta “bondad pura” en ella… De alguna manera, aun los momentos que pudieran proyectar una oscura sombra (la ligera melancolía del Vals, o la fragilidad de los primeros compases del Larghetto) retienen la maravillosa atmósfera sin nubes. Lo más notable de la Serenata de Dvořák es que esta “bondad sin nubes” es plenamente suficiente para sostener una comunicación significativa a lo largo de casi media hora de música.

Como ocurre con muchas otras obras de Dvořák, la Serenata Op. 22 tiene profundas raíces en la música folklórica y los bailes de su natal Bohemia. Los movimientos de la Serenata, a excepción del último, presentan una estructura ternaria con una sección armónica, rítmica y melódicamente contrastante en medio de las otras dos. Esta importante partitura de Dvořák fue editada en su versión original para cuerdas y, además, en sendas versiones para piano y para piano a cuatro manos.

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