Juan Arturo Brennan
Como toda obra musical escrita principalmente en función del lucimiento orquestal, elCapricho español de Rimski-Korsakov tiene muchos momentos brillantes y memorables gracias a las enormes dotes de orquestador de su autor. ¿Quiere usted una guía fácil y práctica a través de esta divertida obra? Hela aquí.
De entrada, el compositor nos regala con un brillante ritmo de danza con toda la orquesta, acentuado, muy a la española, por el pandero. Después, un clarinete juguetón repite un par de veces un sabroso tema. Luego, la música se vuelve lánguida y calmada, a través de un tema en los cornos, que es retomado enseguida por las cuerdas, el corno inglés y, poco a poco, toda la orquesta. Luego se repite el tema del principio, con las flautas en la parte alta de la textura orquestal, y las trompetas en la parte baja. Entonces, un violín retoma el tema ya conocido del clarinete y lo desarrolla. Viene entonces una sección anunciada por un redoble de la tarola y una brillante fanfarria en los metales, después de lo cual el violín solo se dedica a explorar un nuevo tema, utilizando mucho las cuerdas dobles. Más tarde, destaca el acompañamiento hecho a base de fuertespizzicatti de las cuerdas, lo que da lugar a una complicada cadenza de la flauta. Después, vienen el oboe, el clarinete y el arpa, que preparan la entrada de la orquesta entera. Después hay un diálogo entre el violoncello y algunos instrumentos de aliento, que da paso de nuevo a la orquesta, en varios episodios claramente bailables. El violín tiene entonces otra importante intervención solista y, cuando la música crece, aparecen las castañuelas y el triángulo para recordarnos que esto es un asunto claramente español. Finalmente, Rimski-Korsakov prepara la despedida de su pieza con el mismo tema del principio, tocado por toda la orquesta en un tempo mucho más rápido que al inicio. Con ese tema, el compositor construye una coda fuerte, brillante y vivaz para dar por terminado este Capricho español. Espero que esta breve guía musical sea más clara que una Guía Roji o un mapa de carreteras, que suelen ser bastante confusos.
¿Dónde colocar históricamente a este Capricho español de Rimski-Korsakov? Sin duda, su lugar está con toda esa música de estilo español que ha sido escrita por compositores extranjeros. A la cabeza de todos ellos, claro, están los franceses; no hace falta más que recordar toda esa música de inspiración ibérica que compusieron Maurice Ravel (1875-1937), Claude Debussy (1862-1918), Edouard Lalo (1823-1892), Emmanuel Chabrier (1841-1894) y otros compatriotas suyos. No debemos olvidar, sin embargo, la influencia española en las músicas de otras latitudes; así, laJota aragonesa del ruso Mikhail Glinka (1804-1857); el Cancioneroespañoldel austríaco Hugo Wolf (1860-1903); La ronda nocturna de Madrid del italiano Luigi Boccherini (1743-1805).
Pero, ¿qué más sabemos sobre el Capricho español? Mucho, gracias a que al señor Rimski-Korsakov se le ocurrió escribir una autobiografía llena de historias, anécdotas, cuentos y detalles. Oigamos, pues, al autor de la obra, quien escribió esto:
A la mitad del verano de 1887, en una villa situada en la ribera del lago Nyelay, en el estado de Niolskoye, compuse el Capricho español a partir de los bosquejos que había hecho para una fantasía para violín, sobre melodías españolas. Según mis planes, el* Caprichodebía brillar con deslumbrantes colores orquestales, y creo que no me equivoqué. Se tocó mi *Capricho español en uno de los conciertos de la Sociedad Musical Rusa. En el primer ensayo, apenas tocado el primer movimiento, la orquesta entera lo aplaudió; lo mismo ocurrió cuando tocamos los demás movimientos, de modo que durante una pausa le pedí a la orquesta que me permitiera dedicarle la obra a sus miembros. El Capricho no tuvo problemas y su estreno resultó un éxito gracias a que la obra fue tocada a la perfección, como en ninguna de las interpretaciones posteriores, ni aun la del mismo Arthur Nikisch. A pesar de lo largo de la obra, el público pedía insistentemente su repetición. Por mi parte, no estoy de acuerdo con quienes dicen que el Capricho español es una pieza muy bien orquestada. Más bien, mi Capricho es una brillante composición para orquesta.
Y vaya si lo es, al grado de que hasta la fecha sigue siendo una de las piezas favoritas para el lucimiento de directores y orquestas por igual. Finalmente, y para complementar lo dicho sobre esta obra del oficial naval Rimski-Korsakov, convertido en compositor por afición, digamos que un capricho es una pieza ligera y vivaz, de forma libre, y que el término se aplicó a una forma especial de pieza para teclado del siglo XVII, casi siempre en forma fugada. Además del Capricho español de Rimski-Korsakov, conviene recordar el Capricho italiano de Piotr Ilyich Chaikovski (1840-1893), los caprichos orquestales que Michel Richard De Lalande (1657-1726) componía para Luis XIV, los caprichos para violín solo de Nicolò Paganini (1782-1840), la ópera Capriccio de Richard Strauss (1864-1949) y el Vals capricho de Ricardo Castro (1864-1907).