Haydn, Franz Joseph - Sinfonía no. 98 en Si bemol Mayor, Hob. I:98

Franz Joseph Haydn (1732-1809)

Sinfonía no. 98 en Si bemol Mayor, Hob. I:98

Adagio – Allegro
Adagio
Menuetto
Finale: Presto

En el ya lejano año de 1966 se publicó un interesante libro (en dos volúmenes) titulado La sinfonía, en el que bajo la curaduría editorial de Robert Simpson diversos especialistas analizan la obra de algunos de los más grandes sinfonistas, colocándolos en el contexto de su tiempo y a la vez en el contexto del desarrollo de la forma sinfónica. Si se considera cuándo fue publicado el libro, es lógico que el editor y los autores hayan pasado por alto la incipiente tradición sinfónica del siglo XVII que se gestó de manera particular en el trabajo de los compositores de la Escuela de Mannheim. Por ello, y a la manera tradicional, el primer volumen de La sinfonía inicia con un análisis de algunas de las sinfonías de Franz Joseph Haydn. En la conclusión sobre su ensayo, el autor Harold Truscott afirma que Haydn fue el primer gran maestro en hacer de la sinfonía y la sonata su principal vehículo de expresión. En seguida, Truscott hace una afirmación que muchos musicólogos y melómanos sin duda querrían contradecir; el musicólogo declara que Haydn conservó su preeminencia como creador de sinfonías hasta la aparición de las obras de Ludwig van Beethoven (1770-1827) porque si bien algunas de las sinfonías de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) son grandiosas, el compositor nativo de Salzburgo nunca le puso a la sinfonía la misma atención que Haydn. Una posible justificación de Truscott para hacer esta afirmación puede estar en los fríos números: 104 sinfonías de Haydn (más dos sinfonías concertantes) y 41 sinfonías de Mozart (más un puñado de obras tempranas con numeración equívoca).
Para no entrar en una discusión que, si bien sabrosa y educativa, podría hacerse eterna, vale mejor entrar en materia para recordar que la Sinfonía No. 1 de Haydn data del año 1759, mientras que la Sinfonía No. 104 está fechada en 1795. Y sobre esta cronología es posible hacer otra observación que relaciona a Haydn y Mozart, y que es de carácter puramente especulativo. Así como Haydn vivió los últimos 14 años de su vida sin componer sinfonías, Mozart concluyó su catálogo sinfónico en 1788, tres años antes de su muerte. ¿Hasta qué alturas de técnica, forma y expresión pudieron haber llegado estos dos grandes maestros de la sinfonía si hubieran continuado componiendo obras en esta forma?
El caso es que la historia de las doce últimas sinfonías de Haydn es bien conocida y se ha contado muchas veces. Estas obras nacieron como consecuencia de las dos notables, exitosas y fructíferas visitas que Haydn hizo a Londres por invitación del músico y empresario Johann Peter Salomon. Las primeras seis de ellas, numeradas del 93 al 98, datan de la primera visita (1791-1792), mientras que las sinfonías de la 99 a la 104 pertenecen a la segunda (1794-1795). En esta postrera docena de sinfonías de Haydn se encuentran algunas de las más famosas entre aquellas que ostentan un título: Sorpresa, El milagro, Militar, El reloj, Redoble de tambor y Londres. Es interesante notar, también, que la numeración de estas doce espléndidas sinfonías no corresponde exactamente a la cronología de su composición; los musicólogos nos dicen que el orden real de las llamadas Sinfonías Londres es el siguiente: 97, 93, 94, 98, 95, 96, 104, 103, 102, 99, 101 y 100.
Por lo general, suele ser difícil establecer con precisión la fecha exacta del estreno de obras de aquel tiempo, pero en el caso de la Sinfonía No. 98 de Haydn sí existe el dato: la obra fue tocada por primera vez en los Hanover Square Rooms de Londres el 2 de marzo de 1792, con el propio Haydn dirigiendo desde el teclado. Según testimonios de la época, Haydn tocó esta parte no en un clavecín, sino en un fortepiano. Entre los asistentes a aquel estreno se encontraba el organista y compositor inglés Samuel Wesley (1766-1837), a quien le fue aplicado el dudoso sobrenombre de “El Mozart Inglés”. Wesley redactó un testimonio sobre el estreno de la Sinfonía No. 98, en el que comentaba esto sobre Haydn y el teclado:

Su ejecución en el Forte Piano, sin ser como para etiquetarlo como un artista de primera línea en ese instrumento, fue indudablemente clara y precisa. En el Finale de una de sus Sinfonías hay un Pasaje de atractiva Brillantez que él otorgó al Piano Forte, y que el Autor de esta Memoria recuerda que lo ejecutó con la mayor Fidelidad y Precisión.

La Sinfonía No. 98 de Haydn es una de muchas en su catálogo (y en general en la producción sinfónica de su tiempo) en las que el Allegro inicial va precedido de una introducción lenta, práctica que también es posible encontrar en algunas sinfonías de Mozart y de Beethoven.
Dato final: el musicólogo Charles Rosen afirma que en el No. 6 de su oratorio Las estaciones (1801), Haydn cita claramente el Adagio de la Sinfonía No. 98.

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