Glazunov, Aleksander - Sinfonía no. 4 en Mi bemol Mayor, op. 48

Alexander Glazunov (1865-1936)

Sinfonía no. 4 en Mi bemol Mayor, op. 48

Andante – Allegro moderato
Scherzo: Allegro vivace
Andante - Allegro

En un breve artículo enciclopédico sobre Alexander Glazunov y su obra, el musicólogo Boris Schwarz escribió un párrafo que es especialmente interesante para la discusión de Glazunov como sinfonista. Dice Schwarz:

Al interior de la música rusa, Glazunov ocupa un lugar significativo porque logró reconciliar lo ruso con lo europeo. Fue el heredero directo del romanticismo de Balakirev, pero tendió más hacia la grandiosidad épica de Borodin. Al mismo tiempo, absorbió el virtuosismo orquestal de Rimski-Korsakov, el lirismo de Chaikovski y la habilidad contrapuntística de Taneyev. Había una vena de academismo en Glazunov que en ocasiones tendía a dominar su inspiración, y un eclecticismo al que le faltaba el auténtico sello de la originalidad. Los compositores más jóvenes (Prokofiev, Shostakovich) lo abandonaron por anticuado, pero Glazunov sigue siendo un compositor de imponente estatura e influencia estabilizadora en una época de caos y transición.

¿Por qué digo que este párrafo es particularmente importante como posible punto de partida para discutir las sinfonías de Glazunov? Porque una relectura de lo escrito por Schwarz permite apreciar que ahí están mencionados prácticamente todos los sinfonistas rusos importantes (faltarían, acaso, compositores como Aram Khachaturian (1903-1978) y Vasily Kalinnikov (1866-1901)), lo que ofrece una perspectiva que permite poner a Glazunov en su verdadero contexto como creador de sinfonías. La trayectoria de Glazunov como sinfonista se inicia en los años 1881-1882, cuando compone su Primera sinfonía, titulada Slavianskaya y revisada en 1885 y más tarde en 1929. Las siguientes tres sinfonías de Glazunov fueron creadas respectivamente en 1886, 1890 y 1893. En el año de 1889 Glazunov fue a París como director de orquesta a participar en la Exposición Mundial, interpretando su Segunda sinfonía. Si bien esta presentación no fue un éxito rotundo, ya que Glazunov nunca pudo dominar a fondo el arte de dirigir, al menos le permitió acceder a un reconocimiento internacional que antes no tenía. A pesar de ello, sufrió una crisis creativa, particularmente en los años 1890 y 1891, de la cual salió para crear durante el resto de esa década tres sinfonías más, dos cuartetos de cuerda y el más exitoso de sus ballets, Raymonda. El panorama de Glazunov como sinfonista puede resumirse en este breve cuadro:

Sinfonía No. 1 1881-1882
Sinfonía No. 2 1886
Sinfonía No. 3 1890
Sinfonía No. 4 1893
Sinfonía No. 5 1895
Sinfonía No. 6 1896
Sinfonía No. 7 1902
Sinfonía No. 8 1906
Sinfonía No. 9 1910 (Inconclusa)

La Cuarta sinfonía de Alexander Glazunov representa un interesante punto de inflexión en esta cronología, por dos razones. La primera tiene que ver con el hecho de que, a diferencia de las tres anteriores, la Cuarta sinfonía está escrita en tres movimientos, en lugar de los cuatro tradicionales. La segunda razón está en el contenido puramente musical de sus temas; si en las primeras tres sinfonías Glazunov había recurrido con cierta frecuencia a materiales populares y folklóricos para la conformación de su material temático, en la Cuarta sinfonía se aparta de esa fuente para crear temas de corte más subjetivo, si bien no del todo abstractos. El propio Glazunov afirmó que este alejamiento de las fuentes tradicionales le permitió abordar en esta sinfonía una expresión más libre y personal. Y si bien Glazunov se apartó de la tendencia nacionalista en esta sinfonía, tampoco creó una obra del todo pura. Se dice que el segundo movimiento de la sinfonía tiene la intención de representar con sonidos una de las más famosas obras del gran pintor suizo Arnold Böcklin, La cacería de Diana.

Alexander Glazunov terminó el manuscrito de la Cuarta sinfonía el 4 de diciembre de 1893, y la obra fue estrenada el 22 de enero de 1894 en la sala de conciertos del Salón de la Nobleza en San Petersburgo, bajo la dirección de Nikolai Rimski-Korsakov (1844-1908), quien afirmó que esta obra es maravillosa, noble y expresiva. Se dice que, años más tarde, la hija de Glazunov confió a su biógrafo que la Cuarta sinfonía de su padre era la favorita de los públicos europeos, mientras que la Quinta era más favorecida en los Estados Unidos. Alexander Glazunov dedicó su Cuarta sinfonía al compositor y pianista Anton Rubinstein (1829-1894).

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